Los menores participantes en el proyecto Grundtvig publican un libro

El género autobiográfico en régimen de reclusión

Grundtvig es un proyecto europeo que trata de incorporar al sistema educativo a personas en riesgo de exclusión social o cuya vida transcurre en un contexto de encierro.
Este año se incorporan al proyecto, que lleva el título de "Los difíciles de alcanzar" individuos de Irlanda del Norte, República de Irlanda e Italia, además de España a través de alumnos del Centro de educación de Adultos de Ourense, que trabaja con colectivos del Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar, el Proxecto Home, los centros de menores de Monteledo y Montefiz, y el centro de mujeres Trébede. "Buscamos formas de llevar la educación a este tipo de colectivos y identificar a colectivos nuevos, estudiando técnicas para trabajar con ellos y mantenerlos en el aula, porque son gente que necesitan motivación extra, a veces de autoestima", señala Jacqueline Agrelo, coordinadora de Grundtvig. Este año, "no enfocamos el proyecto tanto a la elaboración de un producto como a una asociación de aprendizaje, vinculada a un proceso, a un enriquecimiento a partir de lo que hacen otros, ahondando en las formas y las metodologías".

En la edición anterior de Grundtvig, bajo el título "El corazón lejano", los participantes emplearon la escritura de sus autobiografías como una vía para "favorecer la reflexión sobre el pasado de cada uno y replantear su futuro cuando abandonen la situación de internamiento", señala Paula Lamelo, responsable de "El corazón lejano", un proyecto que permitió que la pasada semana se presentase un libro en el que se incorporan los textos biográficos de los adultos y los menores de los centros de Pereiro de Aguiar y Monteledo y Montefiz. "Donde no pudimos trabajar las autobiografías, debido a la edad de los chicos, abogamos por las composiciones narrativas, los poemas acrósticos o las cartas". El objetivo era disponer una herramienta que les permitiese "dar libertad a los pensamientos que tienen dentro y que no son capaces de verbalizar". La escritura les ha permitido "pronunciarse con más seguridad, con el fin de que se replanteen sus expectativas y qué pueden hacer en adelante, y pensar en lo que les ha llevado hasta la cárcel o los centros de menores", porque en este caso también son muchachos sobre los que penden medidas judiciales y permanecen en situación de régimen de reclusión.

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