Define la RAE. Glorieta: plaza, por lo común circular, donde desembocan varias calles, alamedas o vías de circulación. Y es cierto.
Forman parte del paisaje viario, pero a duras penas sabemos circular por ellas. El conductor -muchos- las afrontan casi como una batalla, un ejercicio más de audacia o habilidad que de respeto de las normas que rigen para circular; cada uno las salva como entiende o puede. Cuanto más ancho sea su diámetro más seguras, y menor será el lío, y menos los percances.
Hubo un tiempo en el que se pusieron “de moda” y salpicaron el trazado viario, en el entorno más urbano. En un proceso más amplio se les aplicó un proceso de humanización al igual que a plazas, aceras y zonas ajardinadas. Hoy son entornos reconocibles, que con más o menos acierto, han aportado personalidad a la ciudad, y forman parte de la identidad arquitectónica y urbana. Intervenciones de muy diversa índole en las que entraron en juego estudios de arquitectura, empresas de construcción, artistas, designados -digamos- por su “valía”, o decisiones personales del político de turno inspirado en el catálogo de otras ciudades. Este conjunto de actuaciones, al igual que en las expansiones urbanísticas de otras épocas, surgían parejas en realidades distintas. Glorietas ajardinadas, fuentes monumentales de empaque, formas esculturales, intervenciones artísticas, o la instalación en su interior de una escultura marcaron la personalidad de estos lugares.
Algunas de ellas -la más antigua puede tener 30 años- han sufrido varias reformas ya en este tiempo, por cuestiones de seguridad, variado su perímetro o intervenido en el interior de su conjunto. La mayoría de las intervenciones fueron acometidas en tiempos de Manuel Cabezas como alcalde, y en menor cuantía, durante el gobierno municipal de Francisco Rodríguez. Hoy nos reflejamos en todo ello.
Las glorietas
El eterno despertar de una ciudad
La puesta en marcha del Puente del Milenio, una obra pretenciosa, precisaba una glorieta con empaque. El gobierno de Manuel Cabezas confió en Xosé Lois Carrera esta icónica imagen con reminiscencias grecolatinas para darle réplica. Una imponente mole de piedra con una figura humana que se despereza en lo que se presuponía el despertar a la modernidad de una ciudad. Una imagen recurrente en cualquier vídeo promocional, de gran fuerza.
Evocación colorista
Una rotonda para salvar un punto complicado de tráfico. En 2011 al cauce viario que une el Puente del Milenio con la carretera de Madrid se le engalana con una nueva rotonda; en su interior una escultura de Toño Monteiro. El “Arco dos Oestrimnios”, le denomina. La instalación, un conjunto escultórico con arcos de colores, en alusión al arco iris, y figuras informes en su interior, pretendía evocar a los antiguos pobladores celtas. Un ejercicio complicado, un alarde de imaginación, sin duda, en una de las rotontas más confusas, con numerosas vías y siempre abundante tráfico.
Bosque circular
En la vertiente pontina del Puente del Milenio, un conjunto de pérgolas con formas de árbol y enredaderas que se elevan hasta crear voluminosas copas y aportar al conjunto un artificio de bosque de evocación. El suelo es un conjunto de cantos blancos que crean volumen y luz, y en su interior, una fuente con estanque proyecta un chorro de agua. La intervención en su conjunto, sin otro alarde que el monumental y paisajístico, es muy acertada. Por sus dimensiones y visibilidad, a pesar de su importante tráfico, hacia Jesús Pousa o la N-525, resulta seguro y cómodo su paso.
Con suma discreción
Una de las intervenciones más recientes, de casi antes de ayer, son las dos glorietas establecidas en la parte superior del trazado de la Avenida Otero Pedrayo. Responden al perfil de los nuevos tiempos, obras discretas, sin adjetivación ni alardes constructivos de ningún tipo, simplemente se les pide que sean prácticas y seguras, y a esos criterios responden. Con líneas suaves y en forma de montículo con el que salvar el desnivel, en su interior hay una fuente que proyecta chorros de agua en sus cuatro brazos. Lo menos agradable del trazado, el cesped sintético, le resta presencia.
Un Puente Romano de andar por casa
El acceso centro a la A-52 precisaba una rotonda de empaque. La apuesta, gafada desde el inicio, pasó de un ambicioso conjunto con una fuente monumental y una réplica del Puente Romano, a esta versión -digamos- que escueta. No siempre se acierta.
Un macro bonsai para Marcelo Macías
Una de las glorietas proyectadas por Demetrio Espinosa, como concejal de Medio Ambiente en 2011. Fue criticada por el coste del olivo -15.000 euros en total-, a su favor es que se mantiene intacta desde entonces. Requiere mejores cuidados.
Tres pirámides y un gran géiser
Proyectada en tiempos de Manuel Cabezas por el equipo del arquitecto Luis Pérez de Juan. Clásica y monumental, impregna presencia.
Una rotonda a la espera, eso
Durante años semejaba un gran simulacro, casi una broma, una rotonda sin conexión; ahora se puede llegar hasta el Polvorín.
Concepción Arenal, por cuestación popular
Muy decimonónica, fue promovida por una comisión ciudadana para la Alameda. Desde 1969 figura en su actual emplazamiento.
Un caminante te vigila
Ubicada -año 2000- en la entrada del Puente Romano por la Consellería de Cultura, “regalo” del Xacobeo; reubicada en la calle Dalí.
Abstracción y geometría
En 2001, año de inauguración del Puente del Milenio, otra rotonda para el entorno, la de Luis González-Xesta, de corte abstracto.
Afiador y rotonda de Guinness
Como el dinosaurio de Monterroso, ella ya estaba allí cuando llegó la glorieta. Varias reformas a sus espaldas, sigue siendo peligrosa.