CIUDAD

Al gobierno local se le caen los alfileres

Tras más de cuatro meses con un gobierno local formado por únicamente tres concejales, la reciente baja por enfermedad de Telmo Ucha es la evidencia perfecta de que Ourense vive una anomalía total, con la parálisis total al acecho

Desde septiembre, tras la ruptura del pacto entre DO y PP y la salida de los concejales criticos del partido de Gonzalo Pérez Jácome, este sobrevive en la Alcaldía con el único apoyo de dos concejales, Armando Ojea y Telmo Ucha, un gobierno cogido con alfileres dado que tres personas es el quórum necesario para poder reunir a la junta de gobierno local, el principal órgano decisorio de un ayuntamiento como el de Ourense. Ayer, sin embargo, la baja por enfermedad de Ucha impidió celebrar como cada jueves la reunión, por lo que fue inviable adoptar acuerdo alguno.

La paralización de la junta de gobierno llega, sin embargo, tras varias semanas en las que los asuntos que se abordaban en estos encuentros eran de poco calado para solventar las muchas necesidades de la ciudad de Ourense. Sin embargo, sí están muy pendientes de las reuniones de Jácome y su equipo particulares o empresas que necesitan que el Concello les conceda licencias de obra o de apertura, entre otras cosas. Las quejas por los retrasos en la concesión de estos permisos son habituales. Otros temas que deben ser desbloqueados en junta de gobierno son los expedientes de contratación o las reclamaciones de ciudadanos por caídas en las calles o accidentes de todo tipo.

La imposibilidad de celebrar juntas de gobierno no es, en todo caso, nueva en la etapa de Jácome en la Alcaldía, dado que en septiembre, después de ser repudiado por la mayoría de su grupo municipal y el PP, se aferró al bastón de mando solo con Ojea a su lado. Durante casi tres semanas, Ourense se asomó a una parálisis inédita con todo bloqueado. "Ahora mismo no se mueve nada, hasta que haya una junta de gobierno no se puede hacer nada", decían voces sindicales en aquellas complicadas semanas de septiembre en las que el Concello empezaba a nadar a la deriva.

La entrada de Ucha en la Corporación permitió retomar, con lo justo, la junta de gobierno. Durante las primeras semanas, los acuerdos adoptados eran, en buena medida, fruto del trabajo previo a la ruptura del bipartito que precisaban el visto bueno definitivo.

Ahora, tras meses en clara minoría, las costuras del traje de Jácome se empiezan a romper y cualquier imprevisto tiene como consecuencia la paralización de una ciudad con muchos problemas sin solución. Esos alfileres con los que se cose el microgobierno se están empezando a caer. 

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