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Grafitis y basura se adueñan de la estación de San Francisco

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photo_camera Estado de la estación de San Francisco

Los vecinos critican que “está que da asco para ser una estación de tren a la entrada de Ourense”

Dos mundos totalmente distintos se dan la mano en la estación de San Francisco, el de la fachada que da a la calle Peña Trevinca aparenta limpia y aseada, pero al cruzar el vestíbulo y acceder al andén, la imagen de deterioro de la que se quejan los vecinos es patente. En la actualidad, su actividad se reduce al servicio de apeadero y al parking privado que ocupa la explanada frente a la fachada principal del edificio, tras la concesión por parte de Adif a la empresa Gestión de Inmuebles de Cantabria (Gestican).

La ventanilla de la antigua estación de tren ya solo atiende a los clientes del aparcamiento privado, ni vende billetes ni ofrece información sobre trayectos; entre otras cosas, porque el único tren que para aquí es el regional procedente de Carballiño -que pasa dos veces al día-.

Al traspasar la puerta que da paso al andén y las vías, se da uno de bruces con un paisaje de abandono generalizado. Las pintadas acumuladas en puertas, ventanas y muros casi tapan por completo  el yeso de las paredes, mientras más allá del andén, al lado de las vías, se acumulan botellas y ropa hecha jirones, así como cristales o restos de todo tipo. En cuanto a las zonas ajardinadas, resulta evidente que  hace mucho tiempo que no se ha pasado una desbrozadora por la zona.

"Está lleno de pintadas de los gamberros y un indigente que duerme ahí en un banco", señala Perfecto Blanco, vecino de la zona desde hace casi 40 años. El "sin techo" se pasea, efectivamente, como si fuera el patio de su casa por el andén de la estación -es la única persona a la vista en la media mañana del jueves-, minutos antes de tumbarse en uno de los bancos  del apeadero y envolverse en una manta raída.

Elvira -que trabaja en un comercio de la zona y prefiere mantener el anonimato- recuerda que "hace años había otro movimiento, cuando llegaba el tren de Santiago venía lleno de gente; eso daba vida al barrio. Ahora está que da asco, para ser una estación a la entrada de Ourense".

Al otro lado del edificio, los vecinos del barrio siguen entrando y saliendo con sus coches, tras pagar el correspondiente ticket. La mayor parte de ellos están contentos con el parking privado, "tiene una buena relación calidad-precio", señalan, aunque hay quien no duda en mostrar sus críticas. María Celsa Alén, de la floristería Jomacas, asegura que "muchas veces están las barreras levantadas y entra ahí quien quiere". Los jóvenes que atienden el recinto aseguran que "cuando se ha producido el problema, se ha resuelto rápido". Sí reconocen que "la gente puede acceder fácilmente a la parte trasera de la estación", donde la práctica del botellón es habitual. Matizan, sin embargo, que se han instalado cámaras que controlan todo el parking.

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