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Guerra submarina en el Cantábrico

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Apata por esos caminos costeros del Cantábrico lucense, rememoro algunos hechos bélicos que tuvieron por escenario este litoral en la II Guerra Mundial,1939-1945, que la Alemania nazi iba a librar contra las fuerzas aliadas en la que se llamaría la Batalla del Atlántico, donde en lugar de una armada de superficie que ya se había mostrado ineficaz con el hundimiento de los acorazados (el Tirpitz, el Bismarck, y por la propia tripulación, el Graf Spee (en el Río de La Plata), aunque continuaron los navíos más ligeros batallando en el Atlántico Norte, los nazis iban a centrarse en usar una fuerza submarina para lo que desarrollaron sumergibles, los más avanzados de su época, que salían de los astilleros de Kiel o Hamburgo; eran los temidos U-Boote que hundieron en las aguas atlánticas a gran número de cargueros o mercantes procedentes de Estados Unidos para abastecer a los ejércitos aliados.

Para la estrategia alemana no bastaba con construir esas naves sino que, para dotarlas de autonomía deberían abastecerse en puertos alejados de las propias costas. La Alemania hitleriana, con todo lo que se cacarea de neutralidad española usó nuestros puertos estableciendo en Vigo y Ferrol unos grandes buques que suministraban petróleo, víveres y agua, fuera de puerto, desde estos navíos a los submarinos que emergían y se tomaban un descanso para volver a alta mar a hundir barcos de guerra y, sobre todo, mercantes. Estas bases flotantes tuvieron una actividad  frenética como consta de los archivos de la Marina en Ferrol y otras capitanías e hizo que nuestras Rías Altas y Baixas fueron el fondeadero de estos lobos de mar, aunque a algunos aun dentro de las aguas jurisdiccionales españolas fueron atacados por la aviación anglo-canadiense entre ellos el hace poco más de una semana mentado U-Boote-966, al que su comandante Wolf hubo de hundir, por averías irreparables.

Muchos lances habidos en estas costas del Atlántico y del Cantábrico; alguna que otra nave hundida e innúmeras historias que se tejieron y aún perviven por estas costas, cierto que los alemanes que ocupaban Francia disponían de todos los puertos franceses del Cantábrico, pero esos 800, 900 y más kilómetros, quitaban autonomía a estos sumergibles. Que las autoridades de la Marina registrasen los naves alemanas en nuestras aguas revela la connivencia del estado franquista con el nazi, sellado secretamente en Hendaya (en la Francia ocupada por el ejército alemán) a donde nuestro regordete y aflautado dictador, dice la leyenda propia, puso nervioso haciendo esperar en el andén de la estación ferroviaria al entonces amo de Europa, Hitler cuando hay que imaginar, por el escenario, a un Generalísimo nervioso y empequeñecido ante la figura del dictador alemán. La deformada historia nos regala perlas que atentan al sentido común y si España logró ser “neutral” no fue ni por el genio o el carácter del caudillo Franco sino porque no convenía a los germanos abrir más frentes. Así que de esta aparente neutralidad se beneficiarían los alemanes con sus naves de guerra repostando en las entradas a los puertos (a resguardo de espías), en llevarse los minerales esenciales (wolframio) para sus fábricas de armamento y en la exigencia de contribuir al esfuerzo de guerra enviando una división (División Azul) para apoyar a los alemanes que combatían en el frente ruso. Era un modo de pago de aviones y artillería que ayudaron a ganar una guerra Civil.

Ya pocos quedan por esta costa, por razones de edad, cuando más de setenta años pasados desde el fin del conflicto mundial, que puedan contarte aquellos casos, pero existe en todo el litoral como un aura, si se quiere mítica, de todo aquello que fue historia de submarinos emergidos al abrigo de las rías.

Cuando contemplamos esta costa evocamos tantos lances habidos que quizás evidencien la bravura de un mar que la va socavando en estos rocoso promontorios siempre batidos por un oleaje de mareas y galernas, que modifican el costero relieve.

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