CONVERSACIÓN ENTRE GENERACIONES

“Háblame del viejo cuento"

Seis voluntarios mayores de 60 años compartieron su experiencia migratoria con un grupo de adolescentes del IES As Lagoas. Es la segunda edición del encuentro intergeneracional que organiza Afundación.

Marcos, Pilar, Elvira, Dori, Paco y Magdalena son testimonios de la emigración gallega. Ayer compartieron una vez más las anécdotas en el país que les acogió en la juventud.

Un aula del IES As Lagoas con estudiantes de la ESO acogió el encuentro intergeneracional de Afundación "Fálame da emigración". Los adolescentes hicieron de investigadores en casa, conociendo la historia de sus familias para compartirla con los seis voluntarios del programa. Es la segunda vez que se celebra el proyecto, enmarcado en el Área de Envellecemento Actido de la entidad.

Para alguno de los chavales, la emigración era un tema casi desconocido. Otros, como una joven venezolana, lo han vivido en sus propias carnes. "Lo más importante era cuando dejaban a la familia, porque se iban con una gran pena", comentó uno de los chicos.

Cada uno de los emigrantes compartió pupitre con grupos reducidos de alumnos, charlando y resolviendo las dudas sobre el fenómeno migratorio."Es la única experiencia que tengo de ser actor de mis propios actos y poder contarlo. En casa si hablas de esto, aburres", cuenta Marcos Rocha, que emigró a Francia con 21 años, empezando en una fábrica de sopletes de la que llegó a ser jefe de taller.

Como en una película también se define Elvira Sabucedo, que partió a Suiza en 1971 para trabajar en la hostelería: "Hay que hacérselo vivir a los demás. Estos encuentros te permiten ser el protagonista de tus vivencias".

Magdalena Ferré es la única voluntaria que acude por primera vez a estos encuentros. "Me parece interesante que los niños tengan un contacto con lo que vivieron sus padres y abuelos, porque ahora puede tocarles a ellos vivirlo", explica con conocimiento de causa. "Venezuela está muy mal", se lamenta. De niña le tocó abandonar España y hace dos años tuvo que hacer las maletas para volver desde el país que la vio crecer.

Tocar una calculadora por primera vez, encender la televisión o aprender mecanografía son los ejemplos de la emigración que más sorprendieron a los escolares del IES As Lagoas. "También me hizo gracia uno de los niños al que le conté que mil pesetas en 1963 valían mucho en España. Me dice: 'Eso lo tengo yo de paga cada semana", se ríe Elvira.

"Van a tener más claro qué significa emigrar cuando hablen con sus padres y sus abuelos y les digan lo que han escuchado, porque ellos se lo van a corroborar", puntualiza Marcos Rocha.

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