Entrevistas encadenadas

Héctor González: "En Ourense se respeta el teatro más que en Vigo"

El actor ourensano Héctor Blanco, durante una sesión fotográfica. (Fotos: Noelia Blanco)
photo_camera El actor ourensano Héctor Blanco, durante una sesión fotográfica. (Fotos: Noelia Blanco)
El actor de Seixalbo reflexiona sobre identidad de género, práctica artística y escenas culturales: “en Ourense noto más respeto por el teatro, aunque haya menos lugares donde ir a verlo”

Bajo el runrun de la actualidad cotidiana, vibra la escena alternativa ourensana. Para explorar la obra e inquietudes de sus tatuadores, diseñadores o dibujantes de cómic, comenzamos a ciegas una serie de entrevistas encadenadas: cada protagonista escogerá al siguiente. La anterior fue a la fotógrafa Noelia Blanco, y ella nos dirigió al actor Héctor González.

“Cuando hablas conmigo un rato, te quedas con que soy ‘el de las gallinas’: me fascinan, me inspiran mucho; parecen tan bobas... ¡y en realidad son muy inteligentes!”. Crecido en Seixalbo, Héctor González abre tres o cuatro temas de conversación al mismo tiempo, y entrevistarlo es una montaña rusa. Apasionado por su disciplina, actuó por primera vez haciendo el papel de un cerdo y desde entonces no ha bajado de las tablas. Tras un ciclo en Producción Audiovisual, ahora cursa Interpretación en la ESAD de Vigo

Suele haber debate entre los artistas al hablar de estudios reglados, ¿hacen falta para ser actor?

Evidentemente, un título no te va a decir si vales o no para dedicarte a ello; eso lo ves con el trabajo y el talento. Ahora bien, es cierto que es muy importante la formación: un actor ha de estudiar y preparar su disciplina de la misma manera que lo hace, por ejemplo, un médico. El trabajo de intepretación no deja de ser trabajo, y creo que titulaciones como la de la ESAD contribuyen a dignificar la profesión. En mi caso concreto, llevo un año estudiando en Vigo y estoy muy contento con el centro.

El actor ourensano Héctor Blanco, durante una sesión fotográfica. (Fotos: Noelia Blanco)

¿Notas diferencia entre la escena teatral allí y la de Ourense?

Sí. De primeras parecería que en Vigo debería estar mejor, porque hay más teatro y más lugares donde actuar, pero en realidad noto que está más maltratado. Me da la impresión de que en Ourense -aunque tienes menos opciones para verlo- se reconoce más la labor teatral. Aunque no todo es perfecto, claro.

¿Qué crees que haría falta mejorar?

El problema con el teatro en Ourense, en mi experiencia, es que aquí solo hay un tipo de obras, y olvídate. Hay ciertos grupos que dominan el panorama, que llaman al Auditorio y al día siguiente lo tienen… pero no se le da la oportunidad a grupos noveles. Si estás empezando y quieres esa sala, paga por ella o espera un año. Eso sí, en Ourense hay cantera: en mi caso concreto, nunca marcharé del grupo de teatro amateur que tenemos en Seixalbo. ¡Somos una familia!

Con ellos hiciste tus primeros papeles, ¿verdad?

Mi primera obra de verdad fue con ellos: era una pieza de mímica, y hacíamos de ladrones mudos. Aunque ¿sabes qué pasó? Me caí del escenario… ¡fue realmente el estrellato!

Desde entonces has participado en muchísimas obras, y toca la pregunta clásica: ¿con qué personaje te sientes más identificado?

Ui, pues a ver… soy demasiado fan de Disney, y recuerdo que disfruté mucho haciendo de Lumière, el candelabro de “La bella y la bestia”. ¡Era en gallego y con acento francés! Hoy en día, sin embargo, el personaje en el que más me veo es en el de Malvolio, de la obra “Noite de reis”, de Shakespeare. Es la obra que estamos representando ahora con mi compañía de la ESAD, y noto una conexión entre el mayordomo y el punto en el que está mi carrera profesional.

¿En qué sentido?

En el de que Malvolio es un personaje cómico que, en un momento de la obra, descubre algo que llevaba tiempo persiguiendo, y explota de felicidad. Yo estoy en esa fase de trabajo, de descubrimiento, de seguir adelante a pesar de las burlas. En mi caso, además, me sale más natural interpretar a personajes cómicos: recuerdo una vez que participé en un drama muy serio de Otero Pedrayo ante un público de chavales de la ESO, ¡y lo cambié tanto que se pensaron que era una comedia!

El actor ourensano Héctor Blanco, durante una sesión fotográfica. (Fotos: Noelia Blanco)

A la hora de interpretar, me resulta todo un reto ver cómo entráis en la piel de vidas ajenas.

Sí, pero también es peligroso cuando te metes en un personaje muy alejado de ti, porque puedes caer en el estereotipo. Una vez, hice un personaje que era camarero y rumano, y el director me pidió que pusiera acento. Tenía miedo de que fuera muy exagerado, o una caricatura, porque yo no voy a tener esa experiencia vital, no soy un inmigrante ni he vivido de Rumanía. Otro ejemplo clásico es cuando pones a un hombre heterosexual a hacer de mujer, o de gay, que se exagera la pluma.

Claro, se estiran los tópicos.

Como si fuera un disfraz, y no: ser gay no es un disfraz. Tampoco ser trans, y por eso chirría cuando ves a Matt Damon hacer el papel de mujer trans, porque es un tipo disfrazado. En ese caso es aún más grave, porque se pone como excusa que no hay actores o actrices trans, y no es verdad; lo que pasa es que no se les da la oportunidad. Hay gente trans actuando, y lo van a hacer mil veces mejor, porque llevan su experiencia al papel.

Tendrá más verdad de fondo, o más material con el que trabajar.

Totalmente. Lo veo en mi caso. Yo soy gay reconocidísimo, y -aunque no me gusta el término- tener pluma forma parte de mi manera de ser. Hay directores que, si te ven amaneramientos, deducen que no puedes hacer un papel tradicionalmente masculino, y no es así: soy un profesional, puedo modularlo, y puedo entender la mente de una persona heterosexual. Lo que sí es cierto es que, cuando interprete a un personaje gay, podré incorporar mi experiencia personal al trabajo.

Últimamente parece que hay más papeles de personajes gays “sin pluma”, ¿qué te parecen?

Me parece que están abusando un poco con esto de escribir personajes homosexuales muy normativos. Es algo que está en la realidad, pero no la abarca toda. Creo que es una reacción, porque antes se abusaba mucho del tópico de gay exagerado, pero ahora es como si hubiese dejado de existir. Y lo cierto es que la mayoría de personas que salen del armario llevan tanto tiempo siendo autojuzgadas que lo que les sale es expresarse, decir “soy así, estoy aquí”.

Además de la experiencia personal, ¿cuál es la base de la interpretación?

Para mí, actuar es observar, es adquirir conocimiento. Puedo estar horas en una cafetería viendo cómo se pone la gorra ese señor, cómo se ata los cordones esa chica o cómo cojea esa persona de ahí. Actuar, como dice mi profesora Mariana Carballal, no es “hacer como que cuentas”, es contar, y a mí me apasiona la técnica. Me encanta la ESAD porque me parece un lujo poder hacer teatro desde las ocho de la mañana a las doce de la noche.


Por último, ¿a quién le hacemos la siguiente entrevista de la cadena?

A mi amigo Anxo Outomuro Abad, que es ourensano y acaba de terminar 4º de Interpretación en la ESAD. Es un portento de hombre, de diez: tiene una expresión corporal increíble. Hace poco salió en la película “María Solinha”.

*Si quieres leer la serie de entrevistas encadenadas desde el principio, haz click aquí para ir a la primera entrevista

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