Rafael Cabezas, padre de un joven ourensano con discapacidad intelectual, defiende que puedan votar
"Mi hijo Rafa ha votado en todas las elecciones desde los 18 años. En las municipales, en las autonómicas y en las europeas. Aquí depende del grado de satisfacción que tenga con el político de turno. Al ser una ciudad pequeña, los conoce a todos. Él lee la prensa y ve la tele, puede caerle mejor Vázquez o Barquero. Y, como todos, duda. ¿Quién tiene tan meditado el voto? ¿Quién se lee los programas electorales enteros?", dice Rafael Cabezas, padre de un joven con discapacidad intelectual. "Además siempre le hace ilusión votar", apostilla Susana Rodríguez, gerente de Down Ourense, asociación a la que pertenece el joven.
Desde la asociación, la gerente ve la noticia del derecho a voto de las personas con discapacidad como una "normalización" para que este colectivo "se empodere".
Muertos civiles
"Muchos chicos tenían una incapacidad jurídica absoluta, era la norma general. Esto significa que eran un muerto civil total. Ahora será al revés", añade la gerente de Down. Como medidas, pide ajustes que vienen reclamándose también por otras organizaciones a nivel nacional. Entre estas propuestas, la lectura fácil. "Programas políticos simplificados y dípticos con términos que entiendan", explica.
En este sentido, se muestra en contra de otras iniciativas como el "test" que una mujer con discapacidad intelectual de Santiago de Compostela tuvo que pasar para que reconociesen su derecho, con preguntas como ¿"Qué es el IVA?". "Muchas personas votan y no tienen que demostrar que tienen conocimientos. Mira el 'carretaxe'. Si restringimos a las personas con discapacidad el empoderamiento, seguimos sustituyendo a esas personas", dice Susana Rodríguez. Rafael Cabezas incide en la misma opinión: "Hay personas con 90 años que, quizás no en sus plenas facultades, votan, y condicionan la vida de personas como mi hijo".
