Setas y hortalizas gigantes proliferan por las plantaciones y campos de la provincia

Las hipérboles de la huerta ourensana

Una familia posa con la calabaza cultivada en Freáns. (Foto: D.A.)
Un terreno junto a una granja, entre castaños o en la huerta de la casa familiar. Cualquier sitio es válido para que, de la noche a la mañana, la madre naturaleza convierta una calabaza en un ejemplar gigante que servirá para elaboración de los chorizos de la matanza, o una seta comestible con la que cocinar un menú de temporada para una familia numerosa. Al menos eso es lo que les ha sucedido a varias familias de Celanova, Cartelle, O Carballiño, Paderne de Allariz, Pontedeva o Verín.
Un paseo por el campo, además de beneficioso para la salud, en ocasiones puede resultar muy fructífero para los amantes de los productos de temporada. Al menos así lo recuerda un matrimonio de Barreiros (Concello de Celanova) cuando, paseando con sus perros por la zona de A Chaira, Celso López y Manola Pérez hallaron una seta gigante (Lycoperdum) de 5,5 kilos de peso. ‘La vi y pensé que era una piedra de lo grande que era. Como las colecciono, me acerqué a verla y comprobé que era una seta’, relata Manola Pérez. Tras pasar unos días expuesta en un bar de Celanova, el ejemplar fue degustado por familiares y amigos de la pareja.

Antes de probarla, Santiago Domínguez prefirió llevar a analizar el ‘cogumelo’ que encontró en los alrededores de Verín. ‘Es un ejemplar comestible, un ‘Pleurotus Ostreatus’ de 2,2 kilos’, le confirmaba el farmacéutico Pastor Santamarina. La certificación de que era apta no le bastó a Manuel Pérez, que optó por donar a un colectivo de micólogos el políporo gigante (Maripilus Giganteus) de 40 kilos de peso (los más grandes pesan 20 kilos) que encontró entre los castaños de Hermide (Paderne de Allariz).

A pesar de lo llamativo de los hallazgos, el experto en Micología Ricardo Mínguez recuerda que toda la vida han existido ejemplares gigantes, ‘ahora se les da más publicidad’, apunta Mínguez quien considera que este ‘gigantismo’ se debe a las propiedades del terreno. ‘Por lo general, suelen ser huertas, zonas cultivadas, con abono o purines orgánicos’.

De ahí que la familia Sobrino Seara, de Cartelle, encontrara un calabacín de 50 kilos de peso y 1,20 metros de altura entre la huerta de su propiedad. ‘Estaba entre as herbas’, recuerda Mercedes Seara, esta madre de familia quien advierte que ‘comeremos sopa todo o inverno’.

Para la matanza reservará la familia González, de Freáns (Pontedeva), la calabaza de 1,20 de alto y casi dos de circunferencia que, en verano creció en el jardín. En Varón, O Carballiño, una familia encontró un tomate de 1,7 kilos en su huerta.

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