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El homicida del holandés: ¿un niño de siete años fantasioso?

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photo_camera Martin Verfondern llegó a Santoalla en busca de una vida en pleno contacto con la naturaleza.

El otro inculpado, su hermano, admite que halló el cadáver y lo escondió para proteger a su familia

El juicio por el crimen ourensano más cinematográfico arranca el próximo lunes con la constitución del jurado popular. La Audiencia reservó una semana para ver el asesinato de Martin Verfondern, apodado el Holandés, aunque nació en Alemania. Ocurrió en Santoalla, la aldea petinesa en la que aterrizó en 1997 junto a su mujer, Margot Pool, en busca de naturaleza y tranquilidad. El caso se juzga en la Audiencia ocho años y medio después de que hubiera ocurrido, el 19 de enero de 2010 (el cadáver estuvo en paradero desconocido hasta el 20 de junio de 2014).

Los acusados, vecinos del pueblo, son los hermanos Juan Carlos (51 años) y Julio Rodríguez González (54). El fiscal Miguel Ruiz tiene claro que el primero mató al Holandés con un tiro de escopeta, la misma con la que se paseaba por todo el pueblo y que poseía ilegalmente. En el caso de su hermano, plantea dos opciones: como coautor y como encubridor. En la primera, se enfrentaría a un largo periodo en prisión (reclama 18 años). En la segunda alternativa, quedaría exento de responsabilidad criminal porque en el Código Penal salen airosos los hermanos que se tapan ante un delito.

Julio Rodríguez siempre ha mantenido la misma versión tanto ante la Guardia Civil como en el juzgado de instrucción, según recordaba ayer su letrado, David Fernández. "Subía con el tractor y se encontró con el coche del Holandés parado con el motor encendido y Martin mirando con la cabeza hacia el asiento derecho. Al acercarse, vio que estaba aparentemente muerto". Según dice el letrado, "se llevó la impresión más grande de su vida, pero desplazó el coche con el cadáver a un monte de A Veiga para ocultarlo porque pensó que se podría acusar de la muerte a sus padres -ya fallecidos- o a sus hermanos".

Entonces, la relación entre ambas familias, las dos únicas que habitaban en la aldea, no era buena porque se disputaban las ingentes ganancias de la madera. Las diferencias incluso habían llegado a los juzgados y Verfondern había alertado públicamente que temía por su vida.

El abogado insiste en que Juan Carlos, en libertad provisional, solo quería proteger a los suyos y, aunque es consciente de la incertidumbre y tristeza de Margot en los cuatro años que tardó en aparecer el cadáver, "no podía hacer nada para evitarlo". Hoy, se arrepiente porque se dio cuenta que "hizo muy mal".

La versión del principal encausado, Juan Carlos, en prisión provisional, sí ha cambiado. Llegó a reconocer que mató a su vecino porque "conducía como un tolo", pero después se retractó .

Su abogada, Sonia Jiménez, recuerda que su cliente sufre una discapacidad mental que lo sitúan al nivel "de un niño de siete años o menos". Un infante "muy fantasioso al que le gusta llamar la atención". La abogada, por este motivo, sostiene en su escrito de defensa que las declaraciones realizadas hasta ahora no constituyen "una prueba creíble, fiable y válida". La petición del fiscal es de 17 años de cárcel

Pero será este lunes, ante un tribunal popular, donde Juan Carlos Rodríguez González, deberá relatar qué ocurrió realmente a las 13.15 horas del 19 de enero de 2010 cuando el holandés se disponía a entrar en el pueblo en el que hoy está enterrado. 

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