Restricciones en Ourense: la hostelería, “blanco fácil"

Profesionales del sector, indignados ante unas nuevas medidas restrictivas que consideran "repentinas", auguran un aumento del paro en los próximos meses, con locales obligados a cerrar

Las últimas restricciones suponen el enésimo varapalo para la hostelería ourensana, que siente como pagan "justos por pecadores" e intenta resistir en la incertidumbre. La reducción de aforos al 30% en interior y 50% en exterior, así como el cierre marcado a las 18,00 horas, afecta a todo el gremio, aunque especialmente a los establecimientos que recibían tras el ocaso la mayor parte de su clientela, como las taperías del centro de la ciudad. Buena parte de ellas, como O Souto, se ven obligadas a echar el cierre hasta nuevo aviso. 

Ante el hartazgo, muchos hosteleros ya no quieren hablar porque creen que sus palabras caerán en saco roto, una suerte que han sufrido hasta el momento sus reivindicaciones en la provincia, a pesar de lograrse en el gremio una unión antes impensable. 

Suso Doval, propietario de O París, lamenta que "somos el blanco fijo, fácil", y critica que "fue una medida repentina, no solo para los locales sino también para proveedores. Nos enteramos avisándonos unos a otros, por rumolorogía. En nuestro caso, continuaremos con el recurso de la comida a domicilio para seguir adelante. No obstante, es una herramienta que exige iniciativa, tiempo y planificación". 

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Viven en una "incertidumbre absoluta", y ya no les compensa abrir el local excepto para los vermús de fin de semana: "Para los bares de tapas, el mediodía no es rentable porque no casa con los hábitos de la clientela. No creo que aquí en los vinos funcione bien abrir por la semana hasta las 18,00 horas".

Rubén Gil, de Tamarindo, defiende que "han tomado una decisión de hoy para mañana, obligando a cancelar reservas, mandar gente al ERTE a última hora... Te dan solo unas horas de margen, estamos un poco trastocados. Pero es lo que toca, adaptarse y protestar".

José Luis Fernández, de Tapa Negra, añade que "veremos qué pasa con este nuevo vuelco a la situación, ofreciendo comidas a domicilio por la noche. No sabemos aún cómo va a responder la gente, pero desde luego hay que contar con la cuesta de enero, sumada a una crisis. Seguro que la facturación va a bajar, pero a ver si por lo menos nos da para resistir e ir tirando hasta que las cosas mejoren".

Jorge, dependiente en O Souto, reconoce que "nos lo esperábamos para la semana que viene, no ahora. Y es injusto. Qué pasa, ¿la gente solo se contagia de 18,00 a 22,00? Hoy bajamos la persiana indefinidamente, hasta que nos dejen abrir por la tarde. Después de tantos meses cerrados en 2020, empezamos 2021 cerrando. Y encima siempre el puñetero viernes, nos hubiéramos ahorrado 500 euros si avisaran un lunes, no habríamos comprado tanta mercancía". 

Desde O Souto inciden en lo "injusto" de la nueva medida: "Aquí viene la gente con la mascarilla, toma algo y en 30 minutos se fueron. En sus casas, la gente está horas y se juntan diferentes núcleos familiares." El ERTE, una burbuja a punto de explotar: "Para los restaurantes es insostenible. Si tienes diez empleados, y están trabajando tres... Y cuando el gobierno diga hasta aquí se ha llegado, van a aparecer los despidos. El paro va a subir muchísimo en los próximos tres meses".

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Lamenta Jorge, sobre todos estos meses de medio gas en la "nueva normalidad", que "desde que abrimos en marzo vinieron menos de 30 familias. Ya he devuelto varias cajas de productos que consumen los niños, como los zumos, y eso que son productos con poca caducidad. Pero en todo el año no tuvieron salida".

Considera que "si se hubiera puesto vigilancia de verdad, desde el principio, usando a las fuerzas de seguridad contra la minoría que no cumple las normas...Pero no se hizo. Y luego paso por la noche por Ourense y encuentro algún bar abierto con decenas de personas dentro sin mascarilla, pero como compañero no me sale denunciarlo". 

Las limitaciones horarias generan malestar también en Barbadás

La indignación hostelera también ha sacudido Barbadás. Así, Emilio Chicote, dueño del restaurante O Chicote, reconoce que "despois das festas, xa case se contaba con isto, porque hai xente que abusa moito. E agora, con estes aforos, non se poden manter os negocios. En vez de ir para adiante imos para atrás".

Querrían que las informaciones les llegaran con más antelación. "Entereime pola prensa. Toman unha decisión pola mañá e pola noite xa se aplica a medida. E nós coa mercancía toda comprada, pedidos de comida, as neveiras cheas... Agora que facemos con elas? Deberían avisarnos polo menos cinco días antes, ou cunha semana de antelación".

Está convencido de que, en multitud de bares, se llegará al punto de tirar grandes cantidades de comida: "Sen duda ningunha". A nivel de contratos, lo mismo: "A xente terá que volver ao ERTE. Toda a hostelería estamos ao límite. Para recuperar o perdido no 2020 teríamos que traballar todo o 2021 sen atrancos, nin un só".

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Por su parte, Iván Barja, de la vinoteca O Liñar, defiende que "no fuimos los culpables de los contagios, con tantas reuniones familiares en domicilios privados, e incluso compras navideñas en centros comerciales a reventar". 

Lo tiene claro : "Que estemos pagando por ello no significa que seamos los culpables. En un domicilio privado nadie controla cuánta gente hay y si la gente se pone la mascarilla o se la quita".

Al menos, la hostelería ha perdido parte del estigma social que la rodeaba: "La gente tiene claro que no somos los culpables. La frase pagan justos por pecadores describe la situación, cuando es una minoría la que hace lo que le da la gana y provoca que suban los contagios. Y el efecto de las reuniones navideñas no se va a conocer hasta febrero. Esto va para largo, seguro". 

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