Restricciones en Ourense

La hostelería "salvó los muebles" en Navidad, pero afronta un duro enero

Ourense. 31/12/2020. Ambiente de terraceo y vinos en la tarde de Fin de Año en Ourense.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Ambiente en las terrazas durante la tarde de Fin de Año, en la plaza de Santa Eufemia de la ciudad. (Foto: Xesús Fariñas)
La respuesta de los clientes fue "buena" a pesar de las restricciones y del toque de queda, que adelantó las cenas

La hostelería vivió en 2020 su año más difícil y enfrenta ahora un 2021 incierto, marcado de nuevo por la pandemia y con la esperanza puesta en la vacuna. El sector llegó a la época navideña con ilusión y muchas ganas de trabajar, pese a las restricciones de grupos de aforo, número de comensales y cierre obligado a las 23,00 horas. Tras las semanas festivas, el balance es positivo en su mayoría, aunque en ningún caso comparable al de años anteriores. 

"Hemos conseguido salvar los muebles gracias a la campaña de Navidad. Cubrimos algo de gastos, sacamos a la gente del ERTE y pudimos pagar a los proveedores", destaca Rubén Gil, gerente del Tamarindo, en la Plaza Mayor de la ciudad. Suso Doval, dueño del París, también en el Casco Histórico de la urbe, comparte la opinión: "Para mí fue un alivio, no me puedo quejar de cómo funcionó". Ahora, las nuevas restricciones y la cuesta de enero preocupan, así como el continuo aumento de contagios en la provincia.

Ambiente en las terrazas de las calles de Os Viños, en el Casco Viejo de la ciudad, a última hora de ayer.

Adelantar cenas

El toque de queda afectó a las cenas, pero la clientela intentó adaptarse a la situación, decantándose por las comidas o adelantando el horario nocturno. "O servicio de mediodía foi ben, pero bueno, nada que ver cun ano normal", explica Alejandro Nespereira, gerente del restaurante Plaza, en Pereiro de Aguiar. "Si antes las reservas eran a partir de las nueve de la noche, este año ya teníamos a partir de las ocho. Al final, si quieres cenar con calma, disfrutar de la sobremesa y hablar con los amigos...", explica José Luis Fernández, copropietario de Tapa Negra, en la ciudad. 

Las cenas de la noche de Fin de Año, sin embargo, se perdieron. "Non puidemos traballar nada, as reservas anuláronse porque claro, para cear e despois marchar a casa a tomar as uvas...", señala Nespereira. "A verdade é que non tiña moita lóxica que os particulares puidesen moverse ata a unha e media da noite pero nós tivésemos que pechar ás once, como o resto dos días...", añade. 

Buen ambiente

El ambiente en las calles, pese a la situación sanitaria y económica, fue mejor de lo esperado. "En la zona centro de la ciudad había movimiento, fue como un espejismo de unos días", opina Gil. "En nuestro caso notamos que la clientela de este año era más joven, la media de edad bajó debido a que las personas más mayores tienen más miedo, creemos", señala. "En la ciudad hubo gasto, las luces animan y a la gente le gusta estar de bares en estas fechas, aunque es cierto que hubo la mitad de la mitad de otros años", comenta Fernández. En villas como Xinzo, la respuesta de los vecinos fue similar, a pesar de las restricciones, mayores que en el resto de la provincia. "Había bastante xente, houbo alegría e a xente tiña ganas de saír", comenta Alberto Rúa, presidente de la asociación de hosteleros de Xinzo. Rúa cree que las luces navideñas y las compras animaron a la población a consumir en bares y restaurantes. 

Ignacio Cid, gerente del Bule Bule en Allariz, matiza. "Aquí se notó que la decoración navideña ayudó, pero es cierto que este año no hubo el ambiente habitual", explica Cid. "En las semanas anteriores a Navidad (cuando concellos como el de la ciudad o Barbadás recuperaron la movilidad) sí se notaba que había más gente, que vino a ver la decoración y hacer compras", reconoce. 

El futuro, incierto

El balón de oxígeno de la Navidad permitió cubrir gastos y pagar a proveedores, pero las expectativas, cuatro días después de terminarse la época de fiestas, vuelven a ser malas. "Se a xente non se pode desplazar dende a cidade, a nós xa nos afecta. No caso dun restaurante, non só vives dos veciños, tamén dos que veñen ata aquí para comer", apunta Nespereira, que asume la situación. "É o que queda, hai que tirar para adiante, pero este é o conto de nunca acabar", añade. 

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El cierre de la ciudad, Barbadás, Verín, Xinzo, Monterrei, Cualedro, Castrelo do Val, Sarreaus y A Rúa afecta también al resto de municipios. La hostelería recuerda que no es la culpable de la situación, y pide responsabilidad a sus clientes. "La gente se reúne en los bares y restaurantes, pero hay unas normas que se cumplen en la gran mayoría de los negocios. En casa, no hay control", apunta Cid.

O BARCO

“Ganamos lo justo para pagar facturas”

Manuel Ángel Fernández regenta, junto con Naya Venzal, el local "Bajo Cinco" en O Barco de Valdeorras. Sobre la campaña de Navidad se muestra claro: "Ha ido flojito, porque con las limitaciones de aforo al 50% y el frío que hace fuera, es difícil captar clientes".

Junto con las limitaciones de aforo y horarias, otro de los hándicaps con los que se ha encontrado esta pareja de hosteleros valdeorreses es que "los cierres perimetrales que han sufrido tanto A Rúa como la vecina comarca leonesa del el Bierzo nos han restado potenciales clientes durante estas fechas, porque mucha gente que vive en Ponferrada es natural de aquí y se acercaba a O Barco en estas fechas con mayor frecuencia". Admite que "mucho barquense se ha tenido que quedar aquí y eso también ha contado, pero, en conjunto, y es lo que me han transmitido también otros compañeros, ganamos lo justo para pagar facturas".

Xinzo de Limia

“Facturouse, pero non o de outros anos"

El presidente de la asociación de hosteleros de Xinzo, Alberto Rúa, reconoce que durante las semanas de Navidad se notó un aumento de clientes, pero no el habitual para la época. "Houbo picos de xente, movemento polas compras... Facturouse, pero non o de outros anos. Un par de días fixemos máis caixa ca normal, o que foi un alivio", reconoce Rúa, que no esconde su preocupación con respecto a las semanas venideras, sobre todo tras el aumento de casos en la villa limiana. "Foi pan para hoxe a fame para mañá", asegura.

La localidad limiana se mantuvo en el nivel básico de restricciones apenas dos semanas (desde el día 12 al 29 de diciembre), para luego tener que cerrar a las 18,00 horas. "Tivemos que controlar máis os aforos, manter a hixiene... Polo xeral a xente está concienciada, pero é certo que sempre  hai quen non respeta. Agora estamos como estamos e nós estamos nunha situación de incertidume total", señala.

Carballiño

“Cierro si no puedo controlar el aforo"

El propietario de la Cafetería Aldara, en Carballiño, José Antonio Freijido, considera que la Navidad no ha sido buena para la hostelería, "al tener que cerrar a las once de la noche, haces lo que puedes, aunque pudieron ser peores". Este hostelero está en contra del toque de queda, ya que alguna noche, como la de Fin de Año "he tenido que cerrar el local y apagar la música a las 21,30, porque la gente quería entrar y no era capaz de controlar el aforo del 50%, así que opté por cerrar el local". Asegura que "con la limitación del horario lo único que se consigue es que la gente se junte por la tarde, y hay más aglomeración porque son los que habitualmente salen de tarde a los que se suman los que lo hacían de noche", y añade que "esta situación la está pagando la hostelería, porque hay aglomeraciones en centros comerciales, en supermercados y hasta en Valencia se organizó una cabalgata. No creo que esto tenga solución y quien lo paga es la hostelería".

Barbadás

“Foi unha perda total no noso caso"

Emilio Chicote, dueño de O Chicote, en Barbadás, asegura que la época navideña "foi unha perda total". A pesar de que la localidad no contaba con restricciones especiales, el toque de queda y el límite de seis personas impidió que la campaña diese sus frutos. "Aquí cero, nada. Non houbo nin ceas navideñas, nin Fin de Ano, nin noite de Reis... Nada", explica. En años anteriores, las cenas de familiares y amigos durante las semanas navideñas suponían una importante ganancia. "En Reis sempre estabamos a tope na cafetería na hora de cear, pero este ano había catro mesiñas e pouco máis", señala. 

Iván Bajar, de la Vinoteca O Liñar, también en Barbadás, sí destaca el resultado favorable de la Navidad, aunque asegura que "nada que ver con lo de años anteriores". Las restricciones, pero también el estado anímico, marcaron la diferencia: "La gente tiene miedo, los aforos limitan mucho... Todo contrarresta la facturación".

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