La hostelería, todavía a medio gas: “Hay muchos trabajadores en ERTE"

El sector hostelero de la provincia se enfrenta a uno de los veranos más difíciles de los últimos años. El covid bajó la persiana de bares y restaurantes el 13 de marzo y dejó en vilo a más de ocho mil ourensanos que dependían del sector. La actividad estuvo paralizada hasta el mes de mayo: el día 11 reabrían las terrazas y el 25, hace hoy dos meses, los clientes volvían a cruzar la puerta. Pero el sector todavía no ha levantado cabeza y augura un futuro pesimista a medio-largo plazo, marcado por el riesgo de rebrotes e, incluso, otro confinamiento. Las cifras no han vuelto a ser las mismas: si en febrero eran más de ocho mil los ourensanos que dependían de la hostelería (2.585 autónomos y 5.477 trabajadores), ahora son apenas 7.500 (2.554 autónomos y 4.860 trabajadores). "Por ahora no hay mucha gente, parece que hemos vuelto a aquellos veranos de hace diez años", señala Enrique Fidalgo "Aínda hai moita xente en ERTE porque moitos negocios que aínda non están a máxima capacidade", explica Javier Outomuro, presidente de la Unión de Hosteleros de Ourense, que resalta el esfuerzo del sector por salir a flote, pese al panorama cambiante. "No sé cómo se mantendrá esto los próximos meses, entre la crisis económica y el fin del verano", avanza Pablo Domínguez, gerente de Adega das Caldas, A Saia da Carolina y Baysha. Tras el parón, las terrazas centran la mayor parte de la actividad, ya que entre los clientes persiste el miedo al contagio en el interior. "Los locales que tengo con exteriores están funcionando sin problemas, pero todavía cuesta que la gente entre", apunta Domínguez. A la lenta recuperación se suma la época veraniega, de por sí con menor actividad, además de la cancelación de múltiples eventos en estos meses. "De por sí son meses en los que se nota una caída importante de clientes, pero este año se verá agravado por la situación sanitaria", explica Domínguez. En la ciudad, los hosteleros aseguran que la llegada de turistas todavía es baja y recuerdan la necesidad de reactivar las termas para animar a los visitantes. "Por ahora no hay mucha gente, parece que hemos vuelto a aquellos veranos de hace diez años, en los que no había movimiento los fines de semana. Todos trabajamos mucho para animar la ciudad, y habrá que volver a hacerlo", apunta Enrique Fidalgo, gerente de O Frade y presidente de la asociación Véxote nos Viños. LA VUELTA DEL SECTOR 7.500 personas Dependen actualmente del sector de la hostelería en la provincia, entre autónomos y trabajadores por cuenta ajena. Futuro incierto Los hosteleros señalan que, de no mejorar la situación en los próximos meses, muchos negocios se verán obligados a cerrar las puertas o despedir a personal. Poco movimiento En la ciudad, los empresarios señalan menos actividad que otros años, tanto entre clientes locales como foráneos. El sector pide la reapertura de las termas, principal emblema. “Eu estou facturando un 30 ou 40% do que facía" La evolución de la época veraniega marcará el devenir de muchos locales que aunque ahora aguantan el tirón económico, podrían no sobrevivir muchos meses más. "Eu estou facturando un 30 ou 40% do que facía", explica Pepe Vilachá, gerente del bar Vilachá, en O Couto. En su caso, el establecimiento no cuenta con terraza, por lo que la recuperación está siendo lenta. "Pedimos ao Concello que se habilitasen zonas para colocar mesas, pero non queren. Non se explica que non queiran axudar ao sector. Noutras vilas da provincia si se están tomando medidas", lamenta. El sector asegura que este no será un año de ganancias, sino de mantenerse a cero, a lo máximo. "Desde que abrimos no paramos de trabajar, será un verano corto y un largo invierno", asegura Enrique Fidalgo. "Creo que la situación va a ir a peor, no lo veo muy bien para los próximos meses porque está mal para todos", señala Álex Gutiérrez, gerente del Peregrinus. "Tenemos que ir valorando mes a mes, pero si agosto tiene tan poco movimiento como julio...", apunta Pablo Otero, gerente de Antiga Leitería, que señala los pocos turistas, además de la cancelación de eventos. RESTAURANTES Marco Varela, de O Sábrego-Casal de Armán. "Estamos muy contentos, estamos trabajando muy bien" Marco Varela es el chef del restaurante O Sábrego-Casal de Armán, ubicado en Ribadavia. Desde la reapertura, en junio, estima resultados positivos: "Estamos muy contentos, estamos trabajando muy bien, tanto entre semana como el fin de semana". Para Varela, el buen funcionamiento del establecimiento podría responder a su localización, en una zona rural: "Quizás es que la gente prefiere salir de la ciudad, donde hay más gente, y buscan lugares más tranquilos". Por ahora, lo que mejor funciona es la terraza, donde han colocado 15 mesas, en lugar de las cuatro habituales: "Hay que adaptarse y reorganizarse". Por ahora, ya notaron el incremento de turistas, a lo que se suma la reactivación de los eventos previstos: "A partir del ocho de agosto volvemos con las celebraciones. Aunque muchas se cancelaron por el covid, finalmente tendremos 15 bodas para este año". "Estamos tirando con lo justo, este mes es criminal" Daniel González, gerente del Sanmiguel. El Sanmiguel, uno de los establecimientos de restauración emblemático de la ciudad, no recuperan desde su apertura a principios de junio: "El primer mes abiertos no fue tan malo como julio, que está siendo criminal", señala su gerente, Diego González. El parón y las consecuencias de la pandemia mantienen con "incertidumbre" a González, quien espera tener mejores resultados en agosto: "Estamos a la expectativa porque es cuando suelen venir ourensanos emigrados a otros países y son buenos clientes, julio para nosotros ya es mes malo siempre", comenta. Pese a ello, el miedo sigue presente y achaca la baja clientela al temor a reunirse en espacios cerrados: "Es algo que no se controla, pero nosotros tenemos un local amplio en el que se toman todas las medidas de prevención posibles", explica. De todos modos, todos sus empleados están en activo con una baja previa al confinamiento: "Vamos tirando con lo justo". BARES "Abrir la puerta para perder dinero, mejor es cerrarla" Bekas dispone de dos establecimientos en la ciudad, uno en As Lagoas y otro en la rúa Santo Domingo. "En el centro la cosa va mal porque estamos al 30% y en el otro trabajamos al 70%, sacando la cabeza de debajo del agua", comenta Bruno Fernández. Con estos datos, se dan un plazo de dos meses para decidir sobre el futuro de su céntrico establecimiento: "Abrir la puerta para perder dinero, mejor cerrarla", afirma. De sus 15 empleados mantiene a tres en ERTE, mientras los que se reincorporaron lo hacen de forma parcial: "No hacen la jornada completa porque el trabajo que tenemos no es suficiente", destaca. En el local de Santo Domingo consideran que falta algo característico de la zona: "Vive de la afluencia masiva que se daba cita los fines de semana y eso, ya no es posible", apunta. Los temores de los clientes y los rebrotes provocan que sean más "cautelosos", a ello achaca la baja demanda. "Tenemos que recortar todos los gastos posibles" Recortes, esto es lo que marca la vuelta al trabajo en la Cafetería Niza de Progreso. Reducir los gastos es la única manera que ven para seguir a flote: "Está todo bastante mal y tratamos de recortar los gastos todo lo posible", comenta José Manuel Martín, gerente de este establecimiento. En el interior de los local, poca gente entra a causa del "miedo", mientras que las terrazas se alargan algunos clientes con una consumición: "Se piensan tenemos mucha gente al ver la terraza llena, pero pueden estar con una caña mucho tiempo y eso no es ganancia", señala. Ante las dificultades no tuvo otra que ahorrar, como en el caso de prescindir de empresa de limpieza: "Ahora lo hacemos nosotros", apunta. Antes del confinamiento eran nueve empleados, con dos en ERTE, mientras que uno se fue en estos meses por fin de contrato: "Si esto arranca, lo llamaremos". El turismo, "sin las termas", otros hándicap para este sector.