La huerta propia permite ahorrar en alimentos al 53% de los hogares ourensanos

La huerta sigue siendo generosa y permite ahorros significativos a miles de hogares ourensanos que reivindican así su ascendencia rural. Las familias de la provincia son las que más ahorran en alimentos de primera necesidad en comparación con el resto de Galicia, bien porque los cultivan o porque los reciben en donación de otros que sí lo hacen, sobre todo familiares o amigos. El 53,7% de los hogares de la provincia ve aliviado su gasto mensual en comida; es decir, 69.063 familias, según datos que recoge el Instituto Galego de Estatística (IGE). En Lugo el porcentaje baja hasta el 41,58% (54.520 hogares) y en las otras dos provincias —con un mayor peso urbano— el tanto por ciento cae al 35,04% en A Coruña (157.063) y al 36,35% en el caso de Pontevedra (131.290). Los datos también revelan que el cultivo para consumo propio o de allegados tiende a descender, pero de forma atenuada y, en el caso de Ourense, se describe en el último año analizado la operación inversa: el 49,42% de los hogares en 2018; un 53,73% un año después. En números absolutos, 5.579 familias han incorporado esta fórmula a sus gastos en alimentación en un ejercicio. De todas formas, estos hábitos han tenido altibajos en el periodo analizado. En el 2007, en pleno ciclo expansivo de la economía, el 60,34% de los hogares ahorraba en alimentos, con una cifra total de 81.338 familias. El momento culminante se produciría en el 2008, con un 61,61% y 83.883 familias. Desde entonces, a salvo de pequeñas oscilaciones, la tendencia ha ido decreciendo hasta llegar mínimos en el 2018. El envejecimiento de la población y el despoblamiento del rural son los enemigos del tradicional cultivo de autoconsumo, pero el número de hogares que ahorran porque se surten de despensa propia ha mejorado desde el 49,42% del 2018. El regreso al cultivo ecológico y consumir una parte de lo que se produce, pero también el peso de la tradición en una provincia con mucho peso rural justifica este apego a la huerta. Cantidades y productos Según el informe del IGE, en la mayor parte de los hogares ourensanos pervive la tradición del autoconsumo en productos de huerta como patatas, hortalizas o verduras, pero también en los artículos derivados de la matanza del cerdo o en el sacrificio de animales domésticos como las aves. Por tipo de producto la mayor parte de los cultivos son de productos como la patata, los tomates o las verduras. El 52,3% de los hogares ourensanos reconocen que en su despensa entran este tipo de artículos caseros, aunque pueden provenir de regalos o donaciones familiares. El 32,7% de los hogares disponen de huevos "caseros", pero también de pollos criados en la aldea. El resto de productos se sitúa ya en peldaños inferiores. Así, el 12,3% de las familias (casi 16.000) cuentan con chorizos o carne de cerdo que provienen de la matanza propia. Sin embargo, la evolución de este tipo de costumbres está en peligro a juzgar por la evolución de los últimos años. Según el histórico de datos, la costumbre tocó techo en el año 2008, con un 28,9% de las familias que ahorraban en la compra de productos de porcino porque los elaboraban o los recibían como regalo. La cifra fue cayendo de forma sostenida en los años siguientes y las últimas cifras demuestran que hoy se quedan incluso por debajo de la mitad: un 12,35% en el 2019; es decir, 15.875 familias frente a las 39.378 de entonces. Y eso que se ha recuperado levemente la actividad en el último año. En este caso concreto, la tradición de la matanza del cerdo está más arraigada en Lugo, donde un 16,14% de los hogares (21.164) indica que reduce costes en su cesta de la compra en este tipo de productos. En A Coruña y Pontevedra este tipo de prácticas están casi en desuso, con un 6,5 y un 5,3% respectivamente. “Agardo que algún día sexan os meus bisnetos os que velen por esta horta" Para Julio Sierra, "cultivar é hobbie e tradición. Teño xa bisnetos, e espero que algún día podan velar por esta horta". Sierra cumplió la semana pasada 84 años "que non é palla, oito décadas nas costas". Se mantiene con mucha energía y cultiva "repolos, navizas, patacas... Teño os mellores tomates de Galicia, redondiños". También hay árboles en su parcela: "Pereiras, claudieiras, laranxeiras". Una bolsa rosa le sirve de espantapájaros. Como rasgo distintivo, Sierra trabaja en la huerta sin perder la elegancia ni quitarse el sombrero: "Confúndenme con Humphrey Bogart". Asegura que cuando baja a Ourense sus amigos bromean con él y le dicen: "Adeus, Humphrey". Tiene mucho más trabajo que años debido a la pandemia: "Sempre pagaba a unha persoa para que me axudara, pero este ano tiven que encargarme eu só". Su objetivo no es económico: "Es cuestión de comer algo natural". “Coas xeadas, tiven que colocar uns parasois para protexer as verduras" Rosa Iglesias, vecina de A Lonia, cultiva acelgas, lechugas, puerros y berzas, pero está especialmente orgullosa por sus habas, de las llamadas "fabas carrachas". Este invierno fue especialmente difícil y las heladas amenazaron con congelar las verduras de su plantación, y tiró de originalidad: "No verán, xa poñía parasois para a calor, e este inverno tiven que utilizalos para protexer do frío". Protege con mucho cariño su cultivo para que no se estropee. Iglesias tiene "unha horta pequeniña, sen espazo para ampliacións", pero cuando salen muchos tomates regala unos pocos a la familia. "Gústanme as comidas con cosas do campo, son boísimas", reconoce. Pero cultivar no solo le aporta beneficios culinarios: "A horta dame a vida, é un gran entretemento e agora que está o covid supón ter algo que facer sen saír por alí adiante". Acaba de arrancar los puerros y en breve le tocará plantar patatas. “En pleno confinamento, saía a arrincar herbas coas mans para pasar o tempo" A Puri Portela, vecina de O Polvorín que vive en Ourense desde hace 50 años, esta tradición se la inculcaron sus padres: "O sabor do que cultivas e do que compras é moi diferente, e ademais estamos tranquilos porque sabemos que non leva sulfato. Sempre que podemos tirar do propio non imos ao súper. Temos allos, cebolas, tomates, pementos, puerros, leitugas e ata un galiñeiro", enumera. El tomate y el brócoli son la cara y cruz de su huerta: "O brócoli non medra, pero os tomates que saco son marabillosos, cando os regalo a familia e amigos flipan". Durante el confinamento, esta afición le sirvió para relajarse: "Arrincaba herbas coas miñas propias mans para pasar o tempo. Cando o necesitaba saía a cultivar, e nunca me sentín encerrada". Lo que no se renueva, muere, así que en las huertas se corta y poda, y también aguardan por un relevo generacional que no termina de llegar.