Reportaje

¿Un huracán en Ourense? "Poco probable, pero no imposible"

Dos ourensanas lidian con los efectos del viento en una imagen de hace un par de inviernos. (Foto: Óscar Pinal)
photo_camera Dos ourensanas lidian con los efectos del viento en una imagen de hace un par de inviernos. (Foto: Óscar Pinal)
Los episodios de gota fría y la amenaza de un nuevo DANA nos llevan a preguntarnos por el origen de estos ciclones y las consecuencias que pueden traer a la provincia

“Vi el techo volar, y el agua comenzó a entrar: fue aterrador”. Un huracán deja testimonios como el de la caribeña Jennifer Cooper, que así narraba a la CNN cómo sufrió el paso del Irma, en 2017. Cada verano, las historias se repiten: los ciclones azotan el trópico, las inundaciones descontroladas conmueven al mundo y los relatos en primera persona emergen, entre confusión y angustia. Con un poco de perspectiva, no obstante, nacen las preguntas: ¿de dónde vienen estas tormentas? 

La pregunta resulta especialmente relevante estos días. La amenaza de una nueva DANA para la semana que viene llega poco después del excepcional huracán Lorenzo: el primero de categoría 5 -la máxima en la escala de Saffir-Simpson- en acercarse tanto a España. Lorenzo quedó en un susto, pero deja latente una inquietud: ¿podría volver a ocurrir? ¿Más cerca, incluso? ¿Podría llegar un huracán hasta Ourense? 


¿Por qué aparece un huracán?


Entre los muchos dioses de su panteón, los mayas creían en un ser con cola de serpiente y aspecto reptiloide que portaba una antorcha y provocaba el fuego, el viento y las tormentas. Hoy nadie recuerda a este dios, pero su nombre -Hunracán, “el de una sola pierna”- se sigue usando para llamar a esas tempestades tan devastadoras que parecen obra de una deidad furiosa.

Más allá de la etimología, un huracán es un tipo de ciclón tropical; esto es, que se origina en latitudes tropicales. Es una cuestión de intensidad: se considera "huracán" cuando la velocidad de los vientos supera los 119 km/h. Estos forman una violenta tormenta en la que gruesas bandas de nubes de 6 a 12 kilómetros de ancho giran en espiral alrededor de un núcleo, llamado “ojo”. 

Desde un punto de vista científico, así es cómo se origina un huracán, paso a paso:

(Haz click o toca los números para descubrirlo paso a paso)


La temporada de huracanes suele ir de junio a septiembre, ya que en verano el sol calienta el océano y la temperatura del agua sube. 


El calentamiento global mueve huracanes hacia España


“Es poco probable que un huracán llegué como tal a impactar en la península Ibérica, aunque no es imposible”, resume José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored en tiempo.com y autor del libro “El universo meteorológico. Un científico en las nubes”.

Para Viñas, el calentamiento global tiene un impacto notable en la tipología de los huracanes: "los datos no certifican que ahora tengamos más huracanes que hace algunas décadas, pero sí que parece detectarse, en lo referente a la intensidad, una tendencia al aumento de huracanes de categorías grandes -de 3, 4 y 5, en la escala de Saffir-Simpson*-, así como la formación y evolución de más sistemas ciclónicos tropicales en la parte oriental de la cuenca, más cercanos a Europa que a América".

*La escala de Saffir Simpson clasifica los ciclones tropicales según la intensidad del viento. La desarrollaron hace cincuenta años el ingeniero civil Herbert Saffir y el director del Centro Nacional de Huracanes de EEUU, Robert Simpson. Va de la categoría 1 a la categoría 5, y funciona así:


Desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) refuerzan el análisis de Viñas sobre el calentamiento global: “con un océano Atlántico cada vez más cálido, no se puede descartar que en un futuro alguno de los ciclones tropicales que siguen trayectorias hacia el este pueda alcanzarnos manteniendo sus características”, apunta una portavoz de la agencia.

Este aumento de la temperatura superficial del agua del mar lleva a que algunas zonas que caen fuera del ámbito tropical presenten temperaturas insólitas hasta el momento. Ambos expertos refuerzan la predicción poniendo como ejemplo un caso muy reciente: el ciclón Leslie, que el año pasado se acercó más que ninguno a la costa portuguesa.

Además de este, hasta la fecha tan solo dos ciclones tropicales como tales han afectado a España en la época de las mediciones, aunque -apuntan desde AEMET- no es descartable que en siglos pasados nos hayan afectado. Estas dos tormentas se dieron en 2005, y fueron Vince, que entró como depresión tropical por el sur peninsular, y Delta, que afectó a Canarias como tormenta tropical. 


Ciclones tropicales en Galicia


Hace dos años, en octubre de 2017, Ophelia, un huracán de categoría 3, se quedó a apenas 1.000 kilómetros de las costas gallegas, y los vientos asociados a este ciclón tropical favorecieron la propagación de incendios forestales en la comunidad de Galicia. “Así que,en parte, ese huracán nos afectó”, apuntan desde la agencia.

Las consecuencias de un huracán llegando a las costas atlánticas españolas serían, según AEMET, temporales marítimos, vientos muy intensos y lluvias muy fuertes. “Actualmente nos afectan borrascas y DANAs que son capaces de generar efectos muy adversos, como hemos visto recientemente”, añade la portavoz, aludiendo a la gota fría que este verano ha tenido consecuencias trágicas en Valencia, Murcia, Albacete y Almería.

“Algunas de estas borrascas profundas fueron originalmente huracanes”, detalla Viñas, haciendo referencia al fenómeno de la extratropicalización, que se da cuando un ciclón tropical abandona las aguas cálidas donde se formó. Aun así, incluso después de que se diga que un ciclón tropical es extratropical o se ha disipado, este puede tener todavía viento con una fuerza de tormenta tropical -u, ocasionalmente, fuerza de huracán- y descargar lluvia abundante.

Un ejemplo de esto es la profunda borrasca que impactó en Galicia el 4 de octubre de 1984. “No fue más que el ciclón extratropical al que evolucionó el huracán Hortensia”, explica Viñas. A pesar de que no fue propiamente un huracán, se vivió en Ourense como tal. 

El temporal dejó cuatro muertos y decenas de heridos en la cornisa cantábrica. En la edición del 5 de octubre de 1984 de La Región, se podía leer así:


Por tanto, sea por la posibilidad futura de un impacto directo o por las consecuencias de los ciclones tropicales convertidos en extratropicales o en borrascas, parece que Ourense no se libra de poder llegar a sufrir, en el futuro, algún efecto de un huracán.


¿Quién pone nombre a los huracanes?


A lo largo del texto hemos hablado de muchos huracanes: Lorenzo, Leslie, Ophelia, Irma... cada una de estas tormentas tiene su propio nombre, pero ¿quién los elige? ¿Cuándo son nombres femeninos y cuándo, masculinos?

Hoy en día, la institución encargada de bautizar a estos fenómenos meteorológicos en las regiones que nos ocupan -la del Atlántico y la del Pacífico- es la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Cada una de estas dos cuencas tiene su propia lista de nombres elaborada por la OMM.

Desde 1979, los nombres alternan entre masculinos y femeninos por orden alfabético: los años pares comienzan con un nombre de hombre; los impares, con uno de mujer. De las 26 letras del abecedario, la lista atlántica omite la Q, la U, la X, la Y y la Z, por lo que consta de 21 nombres por año. La lista del Pacífico solo omite la Q y la U, así que incluye 24 nombres. En caso de que un año se den más tormentas que letras, se pasa al alfabeto griego: Alfa, Beta... y así sucesivamente.

De antemano, la OMM preparó seis listas: cada año se usa una de ellas en orden y, al terminar el sexto año, el ciclo vuelve a empezar por la primera. Algunos nombres, no obstante, pueden haber quedado eliminados: los países afectados pueden pedir que se retire el nombre de una tormenta especialmente destructivas. Si esto se acepta, los mismos países escogen un nombre de reemplazo, que debe ser del mismo género y -si es posible- de la misma etnia que el nombre retirado.

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