Reportaje

Una "impactante" realidad

Los alumnos de Bachillerato de Maristas retomaron este curso al voluntariado en el comedor social de Cáritas tras un parón por culpa del covid. Unos 80 estudiantes vivirán esta “enriquecedera” experiencia de altruismo con los más vulnerables este año.

El comedor social de Cáritas cuenta con nuevas manos voluntarias cada sábado. El alumnado de primero de Bachillerato de Maristas ha retomado esta actividad solidaria tras un parón obligado por el covid. Julia Bermello, Mencía Luis, Alejandra Vadillo, Paula Cueto y Sara Domínguez forman parte de uno de los grupos que ya vivieron esta experiencia por primera vez y la califican como “muy recomendable”.

La profesora Esther Vázquez las acompañó para dedicar un par de horas de su tiempo a los más vulnerables. Ella y otros 16 docentes son los encargados de compartir esta actividad con los 80 alumnos que durante este curso solicitaron acudir un sábado para ayudar en el comedor y así conocer una realidad que es un “impacto” para los que llegan por primera vez. “Al estar allí dentro te das cuenta de que le puede pasar a cualquiera”, reconoce Julia Bermello.mtp4549.jpg_web (1)

Los nervios pesaron al comienzo de esta actividad, hasta que cogieron confianza. Poner la mesa, preparar la comida o servir a los usuarios fueron algunas de las tareas que desempeñaron. “Ir una hora o dos a ayudar supone que ellos tendrán un plato, pan y agua”, afirma Domínguez. Juntas compartieron la experiencia y un mismo sentimiento: “Cuando volvía a casa me sentí muy bien conmigo misma porque hice algo útil por otras personas”, destaca Mencía Luis.

 Los últimos siete años, salvo en el curso anterior, se reforzó esta actividad que gana más adeptos entre los estudiantes de Maristas. “Desde cuarto de ESO tenía claro que iría”, destaca Domínguez. El objetivo es que conozcan una realidad diferente, que sufren muchas personas en la ciudad. “Me enfrenté a algo realmente impactante porque, cuando piensan en gente que pasa hambre te trasladas a África o a países en vías de desarrollo, pero en el lugar en el que vives ya te encuentras a personas con dificultades”, opina Cueto.

Diferentes perfiles

“Hay muchos perfiles diferentes entre los usuarios”, así define Vadillo a las personas que acuden cada día al comedor social. Esto causó más de una sorpresa entre estas jóvenes que reconocen el “agradecimiento y el respeto” que muestran en general los usuarios. 

La juventud de algunas personas que acuden al comedor de Cáritas llamó la atención de Bermello. “Me sorprendió que hubiese gente joven de veintitantos años, porque pensaba que serían de 50 o más. Desconocía que fuese también un problema para ellos”, explica. También se encontraron con otros “bien vestidos”, pero que atraviesan problemas económicos. “Había gente a la que veías y ya te dabas cuenta de que viven en la calle, pero de otros no lo pensarías”, opina Luis. 

Los hombres son mayoritarios y esta joven lo destaca porque se imaginaba “un número más equitativo” con las mujeres. Para Vadillo lo más sorprendente fue encontrarse con diferentes estados de ánimo, especialmente lo que mostraban alegría pese a su complicada realidad. Otros, ya no lo estaban tanto: “Parecía que sentían vergüenza por tener que ir al comedor, cuando es algo que puede necesitar cualquiera en algún momento de la vida”, resalta Cueto.

El tiempo pasó para ellas “volando” y cuentan los días que quedan para poder volver, ya que repetirán a lo largo de este curso. Pese a que la experiencia es diferente por el protocolo covid, con usuarios en mesas individuales y mascarillas, no pierde el atractivo para los que acuden a ayudar con las tareas diarias. “Al llegar a casa y abrir la nevera, que ves llena, te das cuenta de lo afortunado que eres”, añade Cueto.

Te puede interesar