Un incendio destruyó ayer por completo la granja que tenía Carlos Cid en Queizás (Verín), carbonizando los 27.900 pollos que crecían en el interior. 'La aves tenían 15 días, aún eran muy pequeñas', explicó el granjero.
Las llamas se declararon posiblemente a causa de un cortocircuito en el sistema de calefacción poco antes de las diez de la mañana, cuando Carlos Cid, que tiene su vivienda a escasos metros, vacunaba a los animales, mientras su hijo realizaba tareas de limpieza. 'Teníamos dos estufas encendidas y mi hijo, que estaba al fondo de las instalaciones, se percató de la presencia de humo. Me gritó que apagara toda la instalación eléctrica y cuando corté el suministro ya no pudimos hacer nada, el fuego se propagó por toda la nave', lamentaba Carlos Cid.
El incendio provocó una densa humareda, que cubrió buena parte del casco urbano verinense, alarmando a los vecinos de Queizás y Cabreiroá ante el temor de que las llamas se propagasen a las viviendas. Al lugar acudieron los bomberos, Protección Civil, el Grupo de Intervención Rápida, Policía Local y Guardia Civil, así como numerosos vecinos, pero los efectivos no pudieron hacer nada por salvar a los animales. La virulencia de las llamas provocó que la mayoría de los pollos quedarán carbonizados y otros fallecieran asfixiados.
El fuego quedó completamente extinguido poco antes del mediodía, quedando la estructura de la granja completamente carbonizada. Las llamas incluso dejaron convertidas en cenizas las vides que crecían en el exterior y los utensilios que Carlos Cid utilizaba para la limpieza y dar de comer a las aves. Eso sí, los bomberos evitaron que se propagasen a un almacén contiguo, en el que estaban estacionados dos coches y un tractor, propiedad de los afectados.
El alcalde, Juan Manuel Jiménez, lamentaba el siniestro 'porque de la explotación avícola vivía una familia', señaló.
El incendio provocó una densa humareda, que cubrió buena parte del casco urbano verinense, alarmando a los vecinos de Queizás y Cabreiroá ante el temor de que las llamas se propagasen a las viviendas. Al lugar acudieron los bomberos, Protección Civil, el Grupo de Intervención Rápida, Policía Local y Guardia Civil, así como numerosos vecinos, pero los efectivos no pudieron hacer nada por salvar a los animales. La virulencia de las llamas provocó que la mayoría de los pollos quedarán carbonizados y otros fallecieran asfixiados.
El fuego quedó completamente extinguido poco antes del mediodía, quedando la estructura de la granja completamente carbonizada. Las llamas incluso dejaron convertidas en cenizas las vides que crecían en el exterior y los utensilios que Carlos Cid utilizaba para la limpieza y dar de comer a las aves. Eso sí, los bomberos evitaron que se propagasen a un almacén contiguo, en el que estaban estacionados dos coches y un tractor, propiedad de los afectados.
El alcalde, Juan Manuel Jiménez, lamentaba el siniestro 'porque de la explotación avícola vivía una familia', señaló.
