La huella del fuego

Incendios en Ourense que no se apagan nunca

PARADA DE SIL, CABEZA DE MONTE MEDA 29/01/2020.- Degradación paisajística y medioambiental tras los incendios del 2017, Ribeira Sacra. José Paz
photo_camera En lo alto de Cabeza de Meda, sobre Xunqueira de Espadanedo, el fuego descubrió estos cuarzos. El territorio ahora no retiene el agua.// José Paz
Más allá del peligro que suponen, hay fuegos que no se apagan nunca. Desertización, pérdida de materia, acuíferos, calidad de las aguas, arrastres de tierra: biodiversidad. Recorremos algunos lugares ya señalados.

"Galicia arde co lume forestal”, cantaba Antón Reixa. Más reciente, Oliver Laxe hizo poesía con el fuego, muchos en Ourense. Veranos más largos, incendios tardíos, abandono del rural; de este cóctel, el relato no puede ser poético.

Ourense arde cada verano; Oliver Laxe hizo poesía con nuestros fuegos, nosotros, costumbre

En lo alto de Cabeza de Meda hay un mítico repetidor y unos eólicos que agitan sus aspas sin parar, el resto es un marco incomparable, junto a San Mamede -un anfiteatro natural, que diría Otero Pedrayo-, en el que al llegar la noche se perdía la imaginación de los vecinos. Aquí se recogen la aguas que van a parar al encañonado Sil y al Arnoia. Mañana de niebla, lluvia, y un viento que agita conciencias. El camino desde Xunqueira de Espadanedo, es pino, serpentea, en las cunetas y enlaces de carretera, restos de arena de los últimos arrastres.

PARADA DE SIL, CABEZA DE MONTE MEDA 29/01/2020.- Degradación paisajística y medioambiental tras los incendios del 2017, Ribeira Sacra. José Paz

En lo alto, en Meda, la imponente mirada sobre el Cañón del Sil y un mirador que deletrea: “Parada de Sil, Ribeira Sacra”; siempre importante saber dónde estás. No se ve un alma; de fondo, los pueblos de Teimende, Couto y Coitiño.

Patrimonio del fuego

En esta ladera encontramos acebos, robles, pinos, abedules; la biodiversidad de la zona es uno de los argumentos en la declaración de la Ribeira Sacra como Patrimonio de la Humanidad. Todo perfecto si el fuego no buscara protagonismo a mediados de octubre (los días 14, 15, 16) de 2017. Mientras uno sujeta el paraguas y lo usa como parapeto contra el viento y la lluvia, Xosé Santos, agente forestal, y ambientalista militante, se explica: “Mentras falamos estanos chovendo encima do paraugas, se tes a coberta arbórea e vexetal, a auga paseniñamente vai entrando no solo”. El camino a la “fraga” es obsceno, más a sabiendas de lo ocurrido.

ESGO 29/01/2020.- Degradación paisajística y medioambiental tras los incendios del 2017, acuíferos llenos de ceniza. José PazA raíz del incendio, tardío, en la fatídica escala de los 30 (30% humedad, 30 grados, y vientos de 30 km/h) el fuego, tras meses de sequía, alcanzó este lugar privilegiado, sombrío, hasta entonces impoluto. Los guijarros y las fallas del terreno se han apoderado del camino, la tierra que debería colmatarlo es un recuerdo, los arrastres permiten ahora ver la roca madre, la fisura en algunos momentos supera el medio metro. “Os edafólogos que estudian os arrastres, nunha hectárea queimada calculan unha perda de media de 20 a 100 toneladas de terra, de materia vexetal da capa superficial que é a máis importante desde o punto de vista medioambiental, de mantemento da vexetación, e eiquí estamos a falar de miles de hectáreas queimadas”.

No todas las zonas son iguales: a esta que nos dirigimos es de especial protección ambiental. Una zona sombría y húmeda, un bosque de abedules y suelo de turba, PARADA DE SIL, CABEZA DE MONTE MEDA 29/01/2020.- Degradación paisajística y medioambiental tras los incendios del 2017, Ribeira Sacra. José Pazun tipo de suelo con mucha materia orgánica formado por restos de plantas descompuestos a lo largo de muchos años. La turba absorbe el carbono de la atmósfera, y por lo tanto, las emisiones contaminantes. El bosque de abedules, cuya corteza es casi blanca, es una suerte de troncos de árboles entrecruzados, muchos ya partidos en una maraña visual. La tradicional esponjosidad de la turba ha perdido vigor, y por lo tanto su efecto. Su valorada función de ejercer de filtros para regular el ciclo del agua y carbono quedó menguada. Por almacenar carbono también se utiliza como combustible, si arde desprende un olor a azufre; ésta estuvo tres meses ardiendo

PARADA DE SIL, CABEZA DE MONTE MEDA 29/01/2020.- Degradación paisajística y medioambiental tras los incendios del 2017, Ribeira Sacra. José Paz

Tras el incendio, un maderero se llevó parte de los pinos que cohabitaban el monte, los más próximos. Sobre el terreno se ven las sendas donde intervinieron tractores, en línea de máxima pendiente, por donde ahora baja el agua, rompiendo su curso natural. En ningún momento se hicieron barreras con el resto de los árboles -quemados y aún en pie- para evitar la erosión. Todos esos arrastres de tierra y arena están hoy en el Sil, a escaso kilómetro y medio, y lo que es peor, la valorada función retentiva de estos bosques húmedos y turba han desaparecido. Este efecto “paraguas” en zonas de cabeceras de ríos -Arnoia, Limia, Támega- es el que ayudaba a mantener un caudal mínimo en épocas duras del estiaje.

OURENSANOS (1)El terreno meteorizado por el fuego es impermeable./ Pérdida de materia orgánica, bien evidente. // J. P.

En la otra vertiente de Cabeza de Meda, la que apunta a Rodicio, Pardeconde y Xunqueira de Espadanedo, el fuego descubrió unos cuarzos espectaculares que le dan al entorno un aspecto lunar entre uces carbonizadas. Desde el incendio, aquí, el monte apenas ha regenerado nada, se percibe algún que otro acebo. En medio de la niebla tres perdices autóctonas cogen vuelo. “O lume comenzou nesta ladeira. Houbo un lume de retorno, os eixos estaban escondidos entre a vexetación, quedaron descalzados e descubertos”, apunta Santos. Las raíces de las uces vislumbran la pérdida de tierra, la merma de suelo es una constante. 

El drama no remata ahí, Santos apura un experimento de escolar: derrama el contenido del agua sobre la superficie quemada, el agua discurre libremente, el suelo se meteoriza en una capa dura. Por suerte no era tormenta.

Vecinos que, si llueve fuerte, ya no dejan de mirar al monte
OURENSE 19/12/2019.- Incidencias temporal. Xunqueira de Espadañedo. José paz
Barrio (Xunqueira de Espadanedo), el 19 de diciembre. El agua acumulada arremetió con furia. // J.Paz
Día 8 de julio de 2018, Xunqueira de Espadanedo. Fiestas en honor a Santa Isabel. Aunque amenazaba tormenta, si fuera por la música de los feriantes que se agrupaban en el campo de fútbol y orilla de la carretera que va hasta Barrio, nada hacía presagiar algo malo. Error. Al final de la tarde una tromba de agua derivó en una riada de piedras, lodo y ceniza que los dejaría con el agua al cuello y sus enseres inservibles. La carretera a Barrio se hizo cauce, igual que su empinada calle paralela al regato que baja desde Cabeza de Meda. El canal -entubado hace años- se volvió inútil. Muchos se acordaron del incendio, que lo devolvió todo, como si la naturaleza buscara la forma de resarcirse en esa corriente negruzca y pétrea que les cayó del cielo. “Encontrar una solución para un desastre semejante está complicado”, diría el alcalde Carlos Gómez, sabedor del desamparo medioambiental por la erosión y alteraciones habidas en el cauce. Aquella no sería la última vez, otra tormenta, ésta, en los temporales del pasado diciembre les hizo recordar aquellos momentos, colapsando de nuevo el pueblo de piedra y arena. Los grandes incendios de 2017 llegaron en octubre, el peor momento. Tras un largo estiaje afectaron a zonas que no suelen quemarse, parapetos en circunstancias normales. Las tareas de recuperación del monte para minimizar la erosión fueron insuficientes. “Quen vai a vir -apunta Santos- a Ourense se non tes uns recursos medioambientais, se non tes unha biodiversidade coidada e conservada”. No es viable  regenerar todo el conjunto, aunque todo es cuestión de prioridades. Hasta ahora el clima no ha importado, simplemente ardía el monte. Tampoco la prevención. El abandono del rural lo llena todo de arbolado, pero perdemos los bosques que son los que regulan los ecosistemas. Hay informes -lo publicó Brais Iglesias en este periódico- como el del Observatorio de la Sostenibilidad que nos anuncian una subida de 2,2 grados de media de temperatura y la merma de lluvias a la mitad en los próximos 30 años. Como para no mirarlo. Los incendios tardíos arrasaron un bosque de ribera, en Esgos, Tarreirigos. Alisos y robles centenarios hoy andan moribundos. En el regato, sobre el manto de tierra pervive el color negruzco de la ceniza. “Chegou ata metro e medio”, comenta Santos. Por allí discurre un afluente del Loña. Pues eso. 
 

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