Los incendios forestales, cada vez más intensos y frecuentes

Uno de los incendios en Valdeorras de este verano. (Archivo)
photo_camera Uno de los incendios en Valdeorras de este verano. (Archivo)
La Fiscalía exige mejorar la gestión y planificación porque el fuego “no solo se apaga con agua”

La forma en la que arden los bosques cambió en los últimos años, y ahora los incendios forestales son más intensos y se producen con mayor intensidad, según se desprende de las memorias de la Fiscalía de Medio Ambiente de Ourense, en las que también se alerta de que los fuegos afectan cada vez más a poblaciones o urbanizaciones que están rodeadas de vegetación.

Los incendios son rápidos, agresivos, con miles de hectáreas quemadas y miles de damnificados, y el Ministerio Público recuerda que “los grandes incendios no se apagan con agua, sino con gestión forestal y planificación territorial” para combatirlos y reducir la vulnerabilidad del paisaje a la propagación de las llamas. Es necesario buscar la aplicación de soluciones basadas en la naturaleza y la aprobación de una legislación forestal que propicie cambios culturales en la población y evite las pérdidas humanas. La fiscalía recomienda el impulso de actividades productivas sostenibles que mitiguen el abandono de las zonas rurales y evitar la continuidad paisajística del territorio con cortafuegos.  

En el caso de los montes gallegos, argumenta que en determinados periodos, los incendios forestales, ya de por sí problemáticos con la confluencia de factores climatológicos, se concentran y multiplican llegando a registrarse más de 200 focos en un día y son capaces de devastar miles de hectáreas, alcanzando ciudades, asentamientos urbanos o infraestructuras transitadas, lo que traslada el peligro inicial provocado para el medio ambiente a las personas y su seguridad. El pasado año fue muy negativo en este sentido, y se registraron en la comunidad un total de 1.538 incendios forestales, en los que ardieron 14.837 hectáreas, una cifra superior a la del conjunto de los años 2018 y 2019.

La reducción de masa vegetal es un aspecto crítico en relación  a la crisis climática, ya que supone más del 75% en pérdida de secuestro de carbono.

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