El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, vuelve a demostrar su volatilidad, en este caso respecto a la seguridad de los peatones en el Casco Vello tras quedarse sin el sistema de bolardos que restringía el acceso de vehículos. Comerciantes y vecinos del barrio no han ocultado su preocupación por el incremento del tráfico, así como por la velocidad a la que se circula, algo de lo que se hizo eco este periódico y a lo que Jácome respondió con acusaciones de manipulación y quitando importancia a un descontrol en la zona histórica que ahora parece que ya asume.
A través de sus redes sociales, el alcalde ourensano anunciaba la noche del miércoles que en solo un día se habían puesto un centenar de sanciones a conductores que entraron sin permiso en el Casco Vello. "Esperamos que el mensaje cale", dijo Jácome, dando por hecho que los incumplimientos son una constante y que no se han tomado las medidas adecuadas para frenarlos.
La cifra choca con lo sucedido desde que en febrero de 2020, de manera unilateral sin contar con informes técnicos, el regidor ordenó bajar los bolardos sin tener un sistema alternativo de vigilancia, asegurando que se reforzaría un control policial que, a tenor, del número de sanciones impuestas en un año no ha sido tal, ya que apenas se tramitó una multa por jornada, con 367 en 350 días, según un informe que obra en poder de la fiscal jefe de Ourense, Eva Regueiro, que investiga desde septiembre si Jácome pudo haber incurrido en los delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos.
Preguntado el concejal de Seguridad Ciudadana, Telmo Ucha, sobre si existe un problema en el Casco Vello, este dice "más de 100 denuncias por un mismo concepto y en un espacio tan concreto lo dicen todo", aunque matiza que el resto de días, como ayer, se dieron cifras "10 veces inferiores".
Mientras, no hay avances significativos en la contratación del prometido sistema de cámaras para vigilar el acceso de vehículos al Casco Vello, dado que recientemente Jácome contestaba a la oposición que todavía no estaba claro si se incluiría el servicio en el pliego del mantenimiento semafórico o iría en un expediente separado.
El descontrol de tráfico en el Casco Vello no es el único al que Jácome no ha metido mano pese a prometer que "se acabaría la ley de la selva". La circulación por Concordia sigue siendo elevada, la rúa do Paseo está plagada de vehículos y las dobles filas y aparcamientos en carga y descarga o paradas de autobús son habituales. Las medidas brillan por su ausencia.
