OBITUARIO

José Luis Outeiriño, un editor local que marcó hitos en la comunicación global

Manzaneda 12
photo_camera En una reunión del consejo de administración de Meisa (en el centro, junto a Pío Cabanillas a su derecha).

El funeral se celebrará este jueves por la tarde en la Iglesia de Santo Domingo

Representantes de todos los ámbitos de la sociedad ourensana y gallega acudieron ayer al Tanatorio de As Burgas para dar el último adiós al presidente de honor de La Región, José Luis Outeiriño, y las más sentidas condolencias a su familia, después de su fallecimiento en la noche del martes, a los 83 años. Este jueves se celebrará su funeral, a las 18,00 horas en la Iglesia de Santo Domingo de Ourense.

Su desaparición supone para Ourense, para el mundo empresarial y para la comunicación, la pérdida de uno de sus referentes en el último medio siglo. Mayor y único varón de cuatro hermanos, hijos de don Alejandro Outeiriño y doña Rocío Rodríguez, estuvo siempre muy unido a su padre; desde la primera juventud mostró inquietud por la innovación en las empresas que gestionaba la familia. A base de empuje y tesón fue haciéndose hueco en las decisiones importantes apoyado en la aportación de ideas visionarias, algunas de las cuales acabarían constituyendo hitos profesionales.

PHOTO-2019-03-27-16-44-51Ourensano hasta la médula, se graduó en Administración y Dirección de Empresas, fue periodista y técnico de publicidad, lo que le permitía conocer y dominar todos los secretos de la empresa familiar en particular y del sector periodístico en general, lo cual unido a la confianza que su padre siempre depositó en él cediéndole terreno desde muy joven, le permitió desarrollar su capacidad creativa en el ámbito empresarial. Antes de cumplir los treinta años, su cabeza daba vueltas ya a una iniciativa que pasó a la historia del periodismo y sin parangón en la prensa escrita española: el sueño de llevar las noticias de la tierra a donde hubiese un ourensano, un gallego o un español, cristalizó en 1966 con la puesta en marcha de La Región Internacional, un periódico para la emigración creado en Ourense y distribuido por todos los países de Europa receptores de trabajadores procedentes de toda España.

La exitosa iniciativa conllevó otros logros paralelos gracias a decisiones de vanguardia que dieron lugar a una pequeña revolución dentro de la prensa del momento, con la incorporación del sistema offset en la impresión, que hacía posible la utilización del color. Esa decisión fue clave, puesto que la nueva rotativa hubo de asumir en poco tiempo tiradas que superaban los 300.000 ejemplares semanales y salían de las instalaciones de la calle Alejandro Outeiriño (entonces Cardenal Quiroga) -en las que estaba también la mítica librería que llevaba el nombre del periódico- en dirección a los lectores de la diáspora. Tanto la apuesta periodística como la técnica para hacerla realidad pasaron pronto a ser materia de estudio en las facultades de Periodismo.

Paralelamente, la rotativa que había quedado en desuso fue el germen de otra idea de José Luis Outeiriño que se plasmó en la fundación de Ferrol Diario en la capital departamental, que tuvo a su primo Alejandro López Outeiriño como primer director y en el que Arturo Lezcano, entonces jovencísimo periodista, fraguó su solvente trayectoria profesional. Con ellos dos, un grupo de jóvenes profesionales de todas las áreas, constituyeron el núcleo duro que se encargó de echar a andar el nuevo rotativo.

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Una década después, La Región Internacional dio un salto adelante para cruzar el Atlántico y poner en América una edición hermana de la que ya se distribuía en Europa, pero con información propia, en la que los emigrantes eran los verdaderos protagonistas, y sus cuitas o problemas, las noticias más destacadas. Ambas consiguieron tejer la más importante red de colaboradores y corresponsales, que las hicieron imbatibles para los grandes grupos españoles de la comunicación, que lo intentaron, aunque con magros resultados. En este aventura fue fundamental otro de los pilares en los que se apoyó, Luis López Salgado Pitis.

Una década más tarde (junio de 1987), y otra vez de la mano de José Luis Outeiriño, vio la luz en Vigo Atlántico Diario, primer periódico español en utilizar el color de forma sistemática, con un diseño moderno y atrevido que contribuyó a afianzar la conexión del sur de Galicia. En el mundo de la comunicación, en esos años todavía estaría en la primera línea del alumbramiento de otras dos iniciativas: la agencia informativa Imagen Press, radicada en Madrid, y la Axencia Galega de Noticias, en Santiago.

Antes, en 1972 participó en la creación de la agencia Colpisa, con sede en Madrid, y participada por 15 periódicos españoles: El Correo Español-El Pueblo Vasco, La Voz de Galicia, Heraldo de Aragón, El Diario Vasco, Las Provincias, El Norte de Castilla, La Región, Diario de Burgos, Diario de Navarra, Diario Montañés, Diario de Cádiz, Diario de Mallorca, Expansión y El Comercio. Contó con directores que fueron primeras figuras del periodismo en España como Carlos Sentís, Joaquín Bardavío, Manu Leguineche o Fermín Cebolla, y como redactores o colaboradores como Francisco Umbral o Pilar Cernuda.

En el ámbito de lo colectivo y por esa misma época estuvo también en el nacimiento de la cadena Radio 80 y fue socio fundador del diario El País, además de impulsar la salida al mercado de revistas como Antena TV o Antena Semanal, que se distribuían los fines de semana en casi todos los periódicos de España con la programación televisiva de toda la semana y con reportajes sobre personajes o asuntos de interés en el ámbito de la pequeña pantalla.

En los ochenta, puso en marcha con otros medios gallegos la cadena radiofónica Ondas Galicia, que alternaba música y noticias en una fórmula novedosa para la época. En el audiovisual creó una productora de televisión de la que salieron documentales, series o concursos emitidos por distintas cadenas. A finales de los noventa cerró el círculo con su última apuesta: Telemiño, convencido de que la sociedad demandaba que las noticias y los acontecimientos de su entorno más próximo llegasen a cada casa a través de la pequeña pantalla.

A lo largo de su vida profesional tuvo una permanente inquietud por la unidad empresarial, que le llevó a ser uno de los impulsores de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE), de la que fue vicepresidente. También fue consejero de la Agencia Efe, además, claro, de presidente-editor de La Región, presidente-editor de La Región Internacional, presidente de La Región Televisión y presidente-editor de Rías Baixas Comunicación, S.A., editora de Atlántico.

Pero, sin duda, uno de sus grandes sueños fuera de la comunicación -compartido con su inseparable amigo José Manuel Fernández Anguiano-, lo constituyó la construcción de la única estación de montaña de Galicia en Manzaneda, que echó a andar en 1972, y permitió socializar la afición por el esquí en el ámbito gallego y del norte de Portugal, que hasta entonces había sido un deporte de elite. La actividad desplegada por Meisa ejerció como palanca en la economía de la zona del Macizo Central e incluso en municipios más apartados de su entorno más inmediato, gracias a los ingresos que dejaban los millares de esquiadores y turistas cada semana en la temporada de nieve.

Paralelamente, y ligado a esta actividad, fue el primer presidente de la Federación Gallega de Deportes de Invierno (FGI), miembro del Comité Olímpico Español o miembro fundador y vicepresidente de la Asociación Española de Estaciones de Montaña (Atudem). En medio de esta febril actividad fueron surgiendo anécdotas de todo calibre, como la sucedida cuando aceptó presidir la Federación de Deportes de Invierno, que llevaba consigo la obligatoriedad de firmar en el Gobierno Civil los Principios Fundamentales del Movimiento. Como negarse no hubiera sido una buena decisión en aquel momento y en el contexto histórico, apoderó a otra persona que le representase y estampase la firma en su lugar, evitando así el reconocimiento explícito de uno de los símbolos del régimen franquista.

Como lo cortés no quita lo valiente, en el imprescindible juego de equilibrios para sobrevivir en alquel difícil mundo, José Luis Outeiriño, llevó a Manzaneda a Daniel Regalado Aznar, que como gobernador civil era precisamente el máximo representante del franquismo en Ourense ante el que no había querido firmar. Le paseó en telesilla y le enseñó las instalaciones y proyectos en ciernes para tratar de convencerlo de la necesidad de su apoyo a la causa, así como que utilizase sus buenos oficios para ablandar la renuencia de las instancias oficiales en Madrid a apoyar la estación de esquí.

Defendió a los suyos -entendiéndolos en el sentido más amplio- hasta las últimas consecuencias. Al igual que su padre, se la jugó en los tiempos duros para dar amparo a gentes con problemas políticos o sociales. Republicanos irredentos, gentes peleadas con algunos artículos del Código Penal, inadaptados sociales, personas con limitaciones físicas o psíquicas y demás gente singular, encontraban acomodo en las instalaciones del periódico. Aquella era una experiencia adelantada de lo que muchos años después serían, o son, las políticas inclusivas que hacen sacar pecho a la clase política.

DOC270319-27032019174329-0001Se la jugó también defendiendo a los artistiñas y al mundo de la cultura en general. Los grandes intelectuales tenían en La Región su segunda casa, incluso en los tiempos de resaca del fratricida enfrentamiento armado del treinta y seis -que duraron cuatro décadas-, la vieja Redacción era espacio de convivencia entre ideas encontradas. Risco, Otero, Cuevillas, Blanco Amor, Trabazo, Guede, Gimeno, Conde Corbal, González Paz, Casares, Tabarés, Morais, Prada Castrilo, Celso Montero o Alvarado, entre otros, cada uno de su padre y de su madre, cultivaban el debate, la discusión y la amistad. Los artículos de algunos de ellos provocaban ronchas en la autoridad competente, que pedía cuentas, y José Luis Outeiriño se batía el cobre para darlas sin abdicar de sus principios de tolerancia ni ceder la dignidad de ninguno de los suyos, hasta el punto de que en ocasiones, los señalados siquiera llegaban a conocer la realidad de las cosas.

La dilatada e intensa trayectoria le llevó a ocupar muchos puestos y recibir numerosos reconocimientos. Era miembro de la orden del Mérito Civil, del Instituto Internacional de Prensa (IPI). Obtuvo la Medalla de Plata de la Emigración, fue designado Empresario ourensano año 2010, recibió la Medalla Castelao, entre otras muchas distinciones. 


Cálida despedida a un referente


El Tanatorio de As Burgas se quedó pequeño ayer para dar un último adiós a José Luis Outeiriño. Representantes de todos los ámbitos de la sociedad ourensana acudieron para apoyar a la familia del presidente de honor de La Región. Nadie quiso permanecer al margen tras una noticia que impactó al mundo empresarial y de la comunicación.

La sala para velar a uno de los más destacados ourensanos abrió a las 17,00 horas, momento a partir del cual no dejaron de pasar por las instalaciones decenas de figuras políticas, sociales y empresariales, de ahora, pero también de antes.

El presidente de la Diputación de Ourense, Manuel Baltar, no perdió la ocasión de dar el pésame a la familia, al igual que el expresidente José Luis Baltar, muy afectado por la pérdida de quien, como recalcó, fue un "grandísimo empresario e amigo".

Todos los colores políticos estuvieron representados. Dos exalcaldes como Manuel Cabezas o Francisco Rodríguez, el actual regidor, Jesús Vázquez; representantes del BNG, como los exconcejales Fernando Varela e Isabel Pérez... Además, se dejaron ver colegas del mundo de la comunicación, como Alfonso S. Palomares, exdirector de la Agencia EFE; artistas ourensanos de talla internacional como Yosi, de Los Suaves; miembros de la Fundación San Rosendo, como el presidente de honor, Benigno Moure, o el actual director, José Luis Gavela, así como responsables de las principales empresas de la provincia. 

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