crónica

La ciudad empapelada

Algunos de los carteles repartidos por toda la ciudad.
photo_camera Algunos de los carteles repartidos por toda la ciudad.

Ourense convive con los payasos de circo de los noventa y con el careto de los políticos de la última campaña electoral. Con pitonisas, manifestaciones y conciertos. Lo hace a través de la cartelería ilegal de la que no se despega ni un barrio.

Es Ourense, es posible. Una manifestación para defender a ultranza las zonas verdes de la ciudad, anunciada en el mismo árbol que se quiere proteger. Un evento cultural estampado en un muro–práctica ilegal–organizado por la misma administración local que penaliza estas prácticas (bajo una ordenanza de 1997).  La ley que regula la publicidad exterior en el término municipal de Ourense y prohíbe la cartelería ilegal es casi tan antigua como algunos pósters, véanse los de los megacircos de antaño que siguen decorando túneles. Estos son especiales: por encima les han pasado conciertos, verbenas, manifestaciones y politicada, pero ellos resisten. El Concello de Ourense ha anunciado la intensificación del control de estas prácticas en varias ocasiones, ejecutando expedientes que incluyen multas de hasta 300 euros. Bueno, la norma todavía contempla las penas en pesetas: desde 50.000 hasta un millón. Pero ahí sigue la cartelería ilegal, en cada barrio de la ciudad, resistiendo veranos, inviernos e inclemencias. De momento, las competencias (en el Área de Urbanismo) le caen a Sonia Ogando, tras el acuerdo de ayer en la junta de gobierno. 

Hay modas. Proliferan ahora los carteles de tarots, masajes espirituales y otras curaciones del alma express. Conciertos de las fiestas del Corpus, también. A estas alturas de la película, nadie duda de que Aitana canta mañana e IZAL hoy. En el Posío se han esmerado con la propaganda festiva. Los pisos turísticos y los de estudiantes–buena época–, ahí están, más en el Campus. Las farolas, tendencia.

El comercio local que ha desaparecido en los últimos años es víctima de estas prácticas. Las fotos de aquel negocio cerrado empapelado de eventos, poesía de Instagram. Oh, el paso del tiempo. Qué bonito. 

La normativa "é moito". Hay un artículo que dice: "Prohíbese fixar carteis ou realizar inscricións directamente sobre edificios, muros, pedestais de esculturas ou outros elementos". Hasta aquí, bien. Pero el siguiente artículo arranca: "Prohíbese terminantemente...". Vamos, que lo primero se prohíbe, "pero no mucho".

Más cachondeo puede generar el cuarto artículo: "Os temas publicitarios non poderán dana-la sensibilidade do cidadán con imaxes ou lemas que impacten negativamente nos seus costumes". Como si la temática fuese el problema y no la invasión.

Quizás haya que peregrinar a Lourdes, como indica algún cartel ilegal, para pedir por la ciudad empapelada. 


La campaña continúa en los rincones


Ultimátum de la Junta Electoral mediante, la propaganda política tras dos campañas electorales todavía se deja ver en diferentes rincones de la ciudad. Buscando un poco, hay de todos los colores y afinidades políticas. Por desgracia, el  "vota a..." se resiste a abandonar Ourense.

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