Entraron a plena luz del día con una moradora en el interior y se apoderaron de una caja fuerte de 300 kilos con un valioso botín

Los ladrones de un chalé en Barbadás dejaron un trozo de manta como pista

El chalé asaltado el pasado jueves está situado en Bentraces (Barbadás). (Foto: XESÚS FARIÑAS)
La Policía Judicial de la Guardia Civil analiza las pistas que dejaron los ladrones que a plena luz del día entraron a un chalé de Bentraces (Barbadás) para apoderarse de una caja fuerte de 300 kilogramos de peso con un botín valorado en 130.000 euros (había 80.000 euros en efectivo y tres relojes de oro cuyo coste ronda los 50.000).
Los vecinos de los alrededores vieron una furgoneta de color blanco estacionada junto a la vivienda objeto del asalto. Pero, en la mañana de ayer, el propietario de la misma, el conocido constructor José Ramón Fernández Iglesias (61 años) también encontraba un trozo de manta que, según los investigadores, fue utilizada para arrastrar la caja fuerte por el interior del inmueble y así evitar hacer ruido, ya que en ese momento se encontraba en el chalé la madre del propietario, una mujer enferma de 97 años, quien no tuvo constancia de lo sucedido. En el exterior, las labores de arrastre dejaron huellas en el empedrado.

La sustracción se produjo entre las 11,30 horas y las 12,45: la franja horaria que va desde que la asistenta del hogar abandonó el domicilio y el regreso a la casa del hijo del propietario. Esta circunstancia hace pensar al denunciante en que se trata de un robo perfectamente planificado en el que los autores conocían la hora en la que la trabajadora concluía su labor, una mujer que a la postre pertenece también a la familia.


SABÍAN A DONDE IBAN

Pero el principal rastro sobre el que gravita la investigación del robo es que los ladrones sabían perfectamente qué iban a robar y dónde estaba el botín. La caja fuerte estaba oculta, revestida con madera, en el interior de un vestidor dispuesto en el dormitorio principal de la vivienda. El hecho de que no apareciese nada revuelto en el resto de la casa evidencia que los autores conocían perfectamente la ubicación de la caja. De hecho, llevaron su propia manta o colcha para arrastrarla.

Para acceder a la habitación previamente habían forzado el ventanal acristalado del salón de la primera planta, a la que fácilmente se accede desde una terraza. Asimismo, para poder alcanzar el chalé, burlaron un cierre de piedra de 2,5 metros de altura.

Te puede interesar