Reportaje

Las muchas vidas del Posío

Foto de archivo del Xardín do Posío.
photo_camera El Paseo de las Palmeras del Jardín del Posío, a principios del siglo XX.
En la memoria aún flota el recuerdo del Jardín, aquel pulmón verde que tanto se convertía en patio de juego de los niños como en espacio para verbenas

Muchos ourensanos miran hoy al Jardín del Posío y buscan el esplendor de épocas pasadas. El "Jardín" –no hacía falta el apellido para identificarlo– era uno de los epicentros de la actividad social de la ciudad junto con la Alameda, y de su espacio disfrutaron niños, jóvenes y adultos.

Patio de juego, escenario de bailes y verbenas, lugar de encuentro y, sobre todo, pulmón verde del centro histórico. Hoy el Posío pide ayuda, mientras el Concello activa su primera reforma integral en más de 20 años. 

La ciudadanía reclama la "dignidad" arrebatada al Jardín durante las últimas décadas, en las que sus tres niveles han ido deteriorándose progresivamente. "Ninguén vai xa dar unha volta por el cando está paseando pola cidade, xa non ten ningún atractivo", asegura el ourensano Afonso Vázquez-Monxardín, catedrático de Lingua e Literatura.

Los integrantes de la plataforma "Dignidade para o Xardín" pedirán reunirse con el concejal de Medio Ambiente, Jorge Pumar, en septiembre, para conocer el proyecto de reforma del espacio. "Queremos dar a nosa opinión e que o Xardín manteña o seu espírito multifuncional e de pulmón verde", señala Antón Gómez, uno de los portavoces.


Un Jardín muy vivo


La historia del Jardín arranca en 1855, a imagen y semejanza de los jardines románticos de la época: un lugar cerrado y recogido, con vegetación abundante. Años después, el Instituto (IES Otero Pedrayo en la actualidad) construyó un espacio botánico en la zona baja, entendido como centro de estudios de las especies cultivadas. 

En la zona superior se encontraba el conocido como "bosque", que contaba con una fuente procedente del Mosteiro de Oseira –transladada en 1969 a los jardines de Bispo Césareo–. El centro del Jardín, siempre de tierra, era el lugar donde se celebraban fiestas y verbenas, como la de la Prensa.

"Fue posiblemente el lugar con más vida de la ciudad hasta la década de los 60 y atraía a gente de todos los barrios, las fiestas siempre estaban abarrotadas", señala el autor de la web "Ourense no tempo", Rafael Salgado. "Facíase o Festival do Miño, os bailes 'asalto', nos que non había escenarios que se comían o espazo...", comparte Vázquez-Monxardín. "La Tuna de Santiago actuó dos años seguidos por el gran éxito que había tenido", recuerda Salgado. 

Además de festivales y música , el Jardín también tenía hueco para competiciones deportivas y para los muchos niños que jugaban en la pista. "Allí iban en el recreo los alumnos de todas las escuelas que había alrededor, que no eran pocas, desde el Divino Maestro hasta Hermanos Villar o la Escuela Laica Neutral", explica el historiador.

Los estudiantes de Hermanos Villar podían acceder al Jardín a través de un antiguo túnel –hoy, en desuso– que permitía que los niños llegasen a la zona de juegos sin atravesar la calle. Cientos de niños se reunían allí: "Había hasta seis o siete partidos de fútbol simultáneos, podíamos ser 400 o 500 chavales".


Lugar de encuentro de intelectuales


El Jardín también fue lugar de encuentro de intelectuales, y en 1945 se fundó una revista con su nombre, dirigida por José Luis Varela, apadrinada por Vicente Risco y que se dejó de editar al año siguiente. En 1951 y hasta el 54 se fundó otra revista con el mismo título, promovida por los jóvenes intelectuales de la época del "Grupo Azor".

La portada de aquella revista era la fuente del Posío, dibujada por Risco."Marcelo Macías solía pasearse, como los profesores del Instituto, que cuando tenían tiempo salían al Jardín, a veces incluso con sus alumnos", explica Salgado.


Declive


A partir de 1969 comenzó el declive de lo que fue el Jardín: desapareció el bosque, la fuente y la rosaleda de la zona inferior y se asfaltó el paseo central. "Non sei cal é a solución, pero está claro que non mantelo como está", asegura Afonso Vázquez-Monxardín.

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