Religión

Leonardo Lemos: “Cáritas ya está desbordada y preocupa lo que vendrá"

OURENSE (OBISPADO). 15/11/2018. OURENSE. Retratos de Monseñor Leonardo Lemos, obispo de Ourens. FOTO: ÓSCAR PINAL
photo_camera Monseñor Leonardo Lemos, obispo de Ourense. (Foto: Óscar Pinal)
Hace 20 días que la Diócesis de Ourense se adaptó al coronavirus.

Las misas se suspendieron y cada sacerdote se las ingenia para que el rito en privado transcienda a los fieles vía Internet. Si hay algo que trastoca a la Iglesia gallega y, en especial, a la ourensana, son las medidas adoptadas con los entierros. No hay sepelios. En la tierra que vive la muerte, todo es silencio y eso, a la máxima autoridad religiosa de la provincia, el obispo Leonardo Lemos, le duele "en el alma". La última decisión adoptada por el Obispado ha sido la suspensión de las celebraciones de Semana Santa.

Los cristianos acudirían este domingo a las tradicionales celebraciones de Ramos, una cita que ahora será a puerta cerrada y con la retransmisión para que cada uno lo viva en su casa. El obispo de Ourense relata cómo son los días de confinamiento y la preocupación especial por la caridad. Cáritas está ya desbordada. 

¿Cómo lo lleva?

Con paz y trabajo, y muchas preocupaciones. Me dedico a trabajos de la Diócesis, a llamar a las religiosas y sacerdotes... Tengo que cuidar a mis padres, con 92 y 91 años, en estos momentos no es fácil traer a otra persona para que me ayude. Me ayudan dos señoras desde antes, mis dos ángeles de la guarda, Son toda esa gente que le aplaudimos a las ocho de la tarde, un servicio impagable. 

Está preocupado por Cáritas.

Sí, está casi desbordada. Si antes se estaban distribuyendo 200 comidas, hemos pasado a 400. Necesitamos ayuda. Ya hay generosidad por muchos voluntarios que han vencido el miedo, pero estamos desbordados. El comedor social y otras asistencias a domicilios.

¿Preocupa más lo que vendrá?

Muchísimo. Están llegando personas que no habían llegado nunca a Cáritas. Preocupan esas personas en contacto con Cáritas que han tenido puestos de trabajo y que ahora han quedado en el aire. 

Se suspende la Semana Santa. ¿Cómo va a ser?

Estamos preparando trabajitos y orientaciones para los sacerdotes y los fieles. Va a ser la primera Semana Santa en la historia muy especial, voy a celebrar con la Catedral vacía. El Domingo de Ramos, día de fiesta y de gozo por la presencia de los niños, será una liturgia sobria que podremos seguir a través de los medios de comunicación. Va a ser la primera Semana Santa que viviremos haciendo la procesión por dentro. Invitaría a la gente  a que pusiera alguna imagen de la cruz que tengan en casa en algún lugar destacado. El Viernes Santo lo vamos a celebrar en la capilla del Santo Cristo en lugar del altar mayor, nos sobra para dos o tres curas. Por primera vez en la historia.

La Diócesis de Ourense tiene sacerdotes muy mayores. ¿Preocupa para gestionar la crisis?

Sí, por eso les hemos pedido que se abstuvieran de cualquier trabajo relacionado con su ministerio sacerdotal y en caso de urgencia, que llamasen al arcipestre o a un sacerdote más joven. En la ciudad se ha creado un grupo de sacerdotes jóvenes que son los que atienden en los tanatorios.

Han prestado la Casa de Ejercicios a las autoridades sanitarias. ¿Cómo funcionará?

Estoy convencido de que si algo no puede detenerse es la caridad. Son las únicas que no admiten demora. La casa está adaptándose para el servicio sanitario, para que las personas que están en Piñor se vayan allí y Piñor se prepara en caso de que los infectados aumenten. 

¿Contempla ofrecer más recursos de la Iglesia de Ourense frente al coronavirus?

Se había estudiado la posibilidad del Seminario, pero tenemos una residencia y están recibiendo seminaristas. El seminario menor, por el deterioro, no ofrece garantías. 

¿Cómo vive la Diócesis la delicada situación de residencias de mayores como la de Celanova?

Llamo a los directores de alguna residencia y al presidente de la Fundación San Rosendo. Estamos preocupados por los ancianitos. Se ha cebado el coronavirus con las residencias de la provincia, nos duele. Un párroco me comentaba que se han encerrado con ellos para evitar contagios. Estas historias heroicas tienen que darse a la luz. 

¿Cómo viven los entierros?

Mal. Un sacerdote me contaba que fue muy triste porque le mandaban estar a mucha distancia de los dos únicos familiares que podían ir. Una cosa fría cuando la gente necesita el calor. Estamos cumpliendo lo que nos dejan las autoridades. 

¿Contempla cerrar las iglesias?

Cerrar un templo es cerrar las puertas a la esperanza. La gente no sale de casa, pero soldados o gente que presta servicios entran a la Catedral, saludan al Santo Cristo y se marchan. Es un signo de esperanza. No podemos cerrar los templos, aunque algunos ya están cerrados. Los del rural. ¡Cómo estarán, Dios mío! He pensando en ellos después de este temporal de agua. Preocupa saber qué vamos a hacer después, sobre todo cuando no hemos podido contar con las lismonas de los fieles este mes. 

La multitudinaria procesión de Fátima, 13 de mayo...

No le pongamos puertas a la providencia de Dios. Mayo está ahí, pero no sé lo que pasará.

Como obispo, ¿qué evento le ha dolido más suspender?

El dolor más grande que he tenido es decirles a los sacerdotes que no podían celebrar misa con el pueblo.

¿Internet salva las distancias?

Sí, pero no es lo mismo.

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