Tras las llamas, ¿ahora qué?

Las llamas atravesaron la A-52 tras el fuego originado en Oímbra, como revela la imagen captada por el dron. LA REGIÓN
photo_camera Las llamas atravesaron la A-52 tras el fuego originado en Oímbra, como revela la imagen captada por el dron. LA REGIÓN
Los expertos coinciden en señalar la importancia de actuar “cuanto antes” en el terreno calcinado para evitar mayores daños, como los arrastres y la erosión del suelo. Piden, además, una actuación inminente en el caso de los parques naturales

La comarca de Valdeorras y los municipios de Vilariño de Conso y Oímbra se convirtieron en el epicentro de la pesadilla hace un mes. Desde entonces, administraciones y vecinos empezaron a hacer balance de los daños, mientras los expertos recuerdan la importancia de actuar, cuanto antes, en el terreno calcinado.

 “O gran problema é a erosión; se de aquí ás primeiras choivas ou tormentas se fan actividades de protección do solo queimado, sobre todo en zonas de elevada pendente, vaise evitar máis afectación”, explica Juan Carlos Nóvoa, profesor del departamento de Bioloxía vexetal e ciencias do solo del Campus de Ourense.

EL SUELO

Los incendios no solo arrasan la superficie, sino que provocan otros daños menos perceptibles pero igual de graves. “Os efectos directos do lume son a morte da flora e da fauna, a morte de microorganismos ou a contaminación do aire. Pero os indirectos están no solo: o solo está vivo, é unha fonte de biodiversidade. Sen el non é posible a vida”, destaca Montserrat Díaz Raviña, investigadora del CSIC y presidenta de la sección de Biología de la Sociedad Española de Ciencia del Suelo.

El suelo, tal y como explica Díaz Raviña, actúa como “esponja”, recoge las precipitaciones y regula el ciclo de agua. “O solo axuda a mitigar os efectos do cambio climático, é a maior pranta de reciclaxe que temos”, señala. ¿Qué pasa cuando se calcina? “Os microorganismos morren, e dependendo da temperatura e da topografía os danos poden ser maiores”, explica. Aquellas zonas que arden de forma recurrente sufren un daño mayor: “Cada vez se perde máis solo, deixa de haber matorral, deixa de haber árbores, só hai rochas”.

MEDIDAS

Los expertos coinciden en la necesidad de actuar cuanto antes, para evitar la erosión del suelo. “Tenemos que intentar minimizar los daños que ya sabemos que existen”, opina Serafín González, presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN).

Juan Carlos Nóvoa incide en la necesidad de una valoración de los daños, ya que según el tipo de fuego (si quemó la parte superficial del suelo o solo vegetación) las medidas serán unas u otras. Además, recalca que las tareas de protección y recuperación deben llegar antes de que lleguen las lluvias torrenciales y tormentas y arrastren partes del suelo, sobre todo, en zonas de alta pendiente: “O risco de perda por precipitación está aí e pode ser grave; iso iría en detrimento dunha máis rápida recuperación”. 

González detalla algunas de las acciones que se deberían llevar a cabo para proteger la superficie: “Una opción es realizar alfombrado con paja. De esta forma se imitaría el alfombrado de hojas que en el otoño protege de forma natural al suelo frente al impacto de la lluvia. Sabemos que ayuda a reducir la erosión, más del 90%”. 

Desde la asociación ecologista Arco Iris, su portavoz, Pachi Lueiro, propone utilizar drones. “Es una técnica que se utiliza en otras zonas desde hace tiempo, no entendemos por qué aquí ni siquiera se contempla. Con los drones se siembran gramíneas, que ayudan a la recuperación. Es una opción barata, económica y efectiva”, destaca. Otra posibilidad es colocar material pesado que evite el arrastre y la erosión: “Se pueden hacer diques en el terreno, puede ser una medida complementaria a los drones”. 

¿Y LOS PARQUES NATURALES?

El incendio de Vilariño de Conso afectó al parque natural de O Invernadeiro, y las llamas de Valdeorras llegaron a la Enciña da Lastra, dos de las tres zonas más protegidas de la provincia. A falta de que Medio Rural informe del número de hectáreas calcinadas, las imágenes captadas por el satélite Copernicus, de la Agencia Europea del Espacio, muestran una grave afectación en O Invernadeiro -más de la mitad del parque estaría arrasado- y en una parte reducida de la Enciña. 

Las pérdidas naturales son muy importantes, tal y como explican los expertos, que demandan la actuación de la Xunta: “Todavía no han dicho qué van a hacer en los parques, ¿acaso no les importa?”. Juan Carlos Nóvoa recalca los daños: “Hai especies que poden tardar 60 ou 70 anos en desenvolverse completamente, sobre todo as autóctonas”. Las grandes pendientes de ambos parques, además, aumentan el riesgo de erosión.

En el caso de O Invernadeiro, este es el peor incendio de su historia: las llamas alcanzaron el corazón del parque, la zona más protegida. “Esas masas arboladas eran de las más antiguas de Galicia, eran intocables”, asegura Xosé Benito Reza, ingeniero de montes y director del Invernadeiro de 1995 a 1999. “Y la fauna que teníamos, los rebecos, las cabras, los venados… ¿qué ha pasado con ellos, han muerto calcinados, se han escapado? No sabemos nada”, se pregunta.

El plazo para solicitar ayudas por pérdidas económicas se mantiene abierto

Los vecinos afectados por los incendios pueden solicitar todavía las ayudas para sufragar las pérdidas en viviendas e infraestructuras agrícolas, ganaderas y forestales, puestas en marcha por la Xunta el pasado 21 de julio. Valdeorras, Oímbra y Vilariño de Conso cuentan con personal técnico de refuerzo para colaborar en la elaboración de las peticiones, así como para responder ante cualquier duda de los afectados. Los pagos podrían empezar a efectuarse ya en septiembre, según la previsión del Gobierno autonómico.

Los gobiernos locales, que durante los primeros días tras la tragedia se reunieron con los vecinos para valorar los daños, recuerdan a los vecinos que, ante cualquier duda, pueden solicitar ayuda especializada. Por otro lado, los municipios trabajan en las medidas para evitar que este tipo de catástrofes se repita. “No podemos dejar que siga pasando esto”, señala Alfredo García, alcalde de O Barco, que pretende impulsar un proyecto piloto que proteja, de forma definitiva, las poblaciones afectadas.

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