Llegó el funeral de cabo de año

Ir de Robin Hood cansa muy pronto Veníamos de una época oscura en la política municipal. Desde lo de la Operación Pokémon, que se llevó injustamente por delante al alcalde socialista Paco Rodríguez en el año 2012, el concello se volvió un antro. Ninguno de sus sucesores fueron capaces de respetar la institución ni hacerla respetar. Agustín Fernández, probo funcionario de Hacienda, pasaba por allí y pronto se dio cuenta que ni el cargo le iba ni el partido que le sostenía, el PSOE, se lo iba a poner fácil. Luego, en el 2015, llegó Jesús Vázquez para demostrar que el PP también podía avergonzarnos. Fueron cuatro años de quiero y no puedo, de ir de majo y riquiño, pero la grey pasó de meter el dedo en el almíbar. En medio de todo esto surgió del fango político Jácome, aupado en el 2019 a la alcaldía por uno de sus enemigos, el PP. Había pasado años en el salón de plenos sin otro activo que su política harapienta y de fétido aliento, "mérito" suficiente para tomar el bastón de mando y pasar a cobrar 68.000 lereles y administrar los impuestos de más de 105.000 ciudadanos. Era cuestión de tiempo que Robin Hood pasase de combatir al príncipe Juan sin Tierra, sheriff de Nottingham, a aliarse con él. Qué mejor que dejar los bosques de Sherwood, fríos, neblinosos y húmedos para mudarse a la mismísima corte del enemigo. Y con él la panda de desarrapados y asaltacaminos a los que buscó empleo como edecanes con nómina pública. Ser héroe salvador agota mucho, birlar a los ricos para repartir a los pobres deja pocas comisiones. El confort de la moqueta acaba por conquistar a todos, no hay reproche. Lo mismo al Fidel Castro que bajó de Sierra Maestra que al Pablo Iglesias, que mudó Vallecas por Galapagar. Pero los renglones más delirantes de la crónica de esta ciudad estaban por escribir. A este Ourense le hacía falta un escarmiento así. Y lo está teniendo. Y pagando. Delirios del cargo en la primera fase Se sintió cómodo en el cargo, se dejó pronto los escrúpulos en la puerta y comenzó a fabular a cuenta de todos. Los funcionarios, ni le respetan ni le temen, mucho menos se sienten aludidos por haber sido tildados de vagos. La Policía Local, aquella especie de cuerpo de mafiosos, le ignora. Prometió auditar el trabajo de los funcionarios, pero el café se toma a la misma hora. Creyó derribar la burocracia desde una rueda de prensa pero los papeles le persiguen en sueños. Un alcalde que quiere comprar una parcela en la historia empieza con ínfulas. Qué menos que un parque acuático termal, una torre de ochenta pisos y un centro de inteligencia artificial con más de 200 científicos dándose un rule por la calle del Paseo. En el onírico Ourense de Jácome también se abriría la plaza de abastos de A Ponte en 90 días o se arreglarían los contenedores subterráneos. La inventiva incluía un baño ecologista subastando el coche oficial para ir en taxi. El santos inocentes perpetuo que vivimos incluye que la vieja cárcel de Progreso, monumento a la incuria muncipal, pueda ser sede de la Universidad a Distancia. Incluye dedicar La Molinera al inexistente Centro de Inteligencia Artificial, abarca municipalizar el servicio del agua para que la gestión sea mejor para los ciudadanos. Suma otra forma de hacer política cultural, con una redefinición de los magostos a los que la ciudad dio la espalda. Incluye una programación navideña que alimentó bufonadas y acrecentó el nulo respeto que se le tiene también más allá de la city. Peleó por ser carne de plató en las teles y no se descarta que acabe en Supervivientes. Delirios del cargo en la segunda fase Pero dedicar el tiempo a ensoñaciones mientras se tiene el estómago lleno también da para encajar pelotazos antes de aprobar el plan de urbanismo, crear el parque mapamundi gigante, peatonalizar la plaza de Concepción Arenal, instalar cámaras para vigilar los accesos al casco histórico, suprimir de un plumazo el servicio de la ORA, montar unas rampas para subir Concordia, una escalera mecánica en As Mercedes, una rampa en Pérez Serantes, un ascensor para acceder al conjunto cultural de San Francisco. La ciudad de Jácome regula la velocidad a 30 kilómetros por hora, cuenta con unos paseos termales envidiables. Una ciudad moderna como la que él concibe también debe contar con un city manager, reforzar los servicios sociales con una persona que llame cada tres días a las personas mayores. La urbe de Jácome es sensible y luminosa como Gotham City, con su joker y todo. Esto tiene interés Es esta la ciudad que empezó a ver como alcalde y dignidad no riman por ningún lado un año después. Se confirma que su opinión comienza a interesar en los foros internacionales sobre desarrollo y sostenibilidad urbana. Le invitarán para que explique cómo se puede pasar un año soñando en una ciudad de pesadillas. Mala cosa, hacen cola para leer El Concello de Ourense, con buena intención, aprovechó el Día das Letras Galegas para repartir libros en la calle del Paseo. Sin pretenderlo, el gobierno municipal se ha metido un nuevo tiro en el pie. Nada peor para los intereses de los de Jácome que la gente se zampe libros, que le meta mano a los ejemplares, que se pierda entre las páginas, que sacie el ansia de saber, que potencie su espíritu crítico, que cultive su propia opinión, que tenga más capacidad de decisión, que sea menos manipulable. Cuanto más se lee más se combate la ignorancia y eso no te interesa alcalde. Creo. El portafolios Sonia Ogando es la hacendosa concejala de Urbanismo del Concello de Ourense. No es fácil dirigir este departamento municipal, goloso por asuntos que nadie acierta a discernir con claridad, pero que alimenta fantásticas teorías. Hay pocas delegaciones de competencias que queden lucidas en este gobierno municipal, la verdad. Forma parte de la cuota del PP como bastón del gobierno. Ogando está en el ejército de bienintencionados que llegan a la política y ven que su huella será como el corazón que pintas en la arena cuando hay marea baja. La ola la acaba borrando. La marejada municipal se lleva a todos por delante y estampa contra las rocas hasta los trasatlánticos, para cuanto más las chalupas. Sonia Ogando se tiene que tragar a diario el sapo de un alcalde lenguaraz que habla de urbanismo homologándolo a pelotazos y cosas por el estilo. Pero en el área también hay menudeo, no todo es alta política para diseñar planes urbanísticos. Hay cosas del día a día de difícil enjuague, como que pasen los meses y el departamento no sea capaz de expedir una licencia. Lo han denunciado estos días agentes inmobiliarios, arquitectos o constructores. Y no es la primera vez que lo hacen. La contumaz burocracia lo arrasa todo y pone a la concejala al borde del Trankimazin.