ENTREVISTA

Lola García Romaneli: “Algunas de mis obras están en museos de arte en Estados Unidos"

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photo_camera Lola García Romaneli.

Es ingeniera  técnica agrícola y llegó a Ourense hace 17 años. Su vocación fue siempre la artesanía y "mercadeando" con ella se financió los estudios

Lola García Romaneli (Castro Urdiales, 1969) es ingeniera  técnica agrícola y llegó a Ourense hace 17 años. Su vocación fue siempre la artesanía y "mercadeando" con ella se financió los estudios. Inquieta por naturaleza, su último "descubrimiento" ha sido el "hilado creativo". Sus creaciones están en varios países de Europa, Australia, Estados Unidos y Canadá.

¿Cuándo comenzó?
Soy artesana desde 1998 pero a los 6 años ya sabía tejer. Mi madre tejía para una tienda de Euskadi y yo les ayudaba con los elásticos. Pero se sentía tan esclava de las agujas que no quería que yo me enfocara por ahí, ¡y mira tú! También hacía cosas con cables que me daba mi padre, que es chapista. Recuerdo que un día le pedí un alicate y cuando, en broma, me preguntó cuánto dinero tenía para comprar uno le sorprendí con lo que había ahorrado de vender mis creaciones (risas). Entonces vino conmigo a comprarlo. Luego acabé autofinanciándome mis estudios.

¿Su padre le apoyó en su vocación?
Sí. Le dejé impresionado y me alentó. Lo de firmar como Logaro me lo sugirió él. Dijo que no pusiera mi nombre  en mis creaciones para que la gente no se posicionara por el hecho de conocerme. Para que fueran objetivos con mi trabajo y no se guiaran por el afecto. Jugó con lo de Lo de Lola, Ga de García y Ro de Romaneli. Sonaba como italiano y despistaba. Nunca más firmé con mi nombre.

Y con ese nombre artístico ha llegado muy lejos, ¿no?
Pues sí. Parte de los trabajos que tengo controlados está en los museos de arte moderno de Austin, Filadelfia y Milwaukee. Fue apasionante y me sentí muy valorada y todavía más motivada. También recuerdo que fueron los meses en los que trabajé contra reloj. Empezaron a pedir y no paraban. 

¿Cómo ha conseguido ese recorrido internacional? 
Por el hilado creativo. Fue muy emocionante. Busqué  una maestra para ampliar conocimiento y di con un grupo de hilanderas artísticas de Australia y América. Me inscribí en un curso que organizaban y entonces entré en su proyecto para elaborar un libro sobre el tema. Hace cuatro años envié propuestas a una mujer que está en Australia. Dos de mis piezas fueron premiadas y estarán en ese libro. 

¿Y cómo llegó a Canadá?
Me contactó un organizador del Twist Fibre Festival de Saint-André-Avellin, en Québec. Fue un reto. Hice composiciones sobre papeles hidrosolubles. En 2016 me pidieron que fuera. Me financiaron la expedición. Impartí talleres de telar circular y otro de tejido con pañuelos de seda. Fue increíble. 

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