REVUELTA DEMOGRÁFICA

Los audaces del mundo rural

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photo_camera María Xosé Castro apuesta por la agricultura ecológica.

Desde los dueños de un establecimiento rural a la trabajadora de un viñedo en Manzaneda, de un divulgador de los viejos oficios en Baixa Limia a agricultores ecológicos, son el seguro de vida del rural

Beatriz Taboada regresó hace un año de Alemania a su tierra natal, Vilar de Santos, en donde pasa la mayor parte del tiempo, además de en Xinzo. Lo hizo para montar su propio negocio junto a su marido, natural de Girona, un servicio de reparto de productos de primera necesidad a 239 pueblos de la comarca -O Colmado loxística social-.

Es un ejemplo -pero no el único-de adaptación a las necesidades del entorno. Tras un año de trabajo, la pareja no ha dejado de fidelizar clientes. "Somos conscientes de que non é doado, porque existe un problema de despoboación, pero hai que gañarse a confianza da xente", apunta Bea.

La emprendedora asegura que lo que más le duele es no haber contado con el apoyo de las administraciones -escribió varias cartas a los alcaldes de los concellos de la comarca, que no obtuvieron respuesta-, ni de los servicios sociales.

Otro recién llegado al rural es Davide Outeiro. Acaba de poner en marcha, junto con otros compañeros, el centro de divulgación Á Molida en Grou (Lobios). Su objetivo es dar a conocer los beneficios de la tracción animal, ofreciendo charlas y cursos sobre la materia. Ahora, con el proyecto ya en marcha, está en disposición de señalar las principales trabas que se presentan a la hora de establecer un proyecto en el rural. "Hai unha burocracia excesiva", a diferencia de la tendencia en el resto de Europa, donde todo funciona de forma más ágil", asegura Davide Outeiro. "Moitos proxectos se perden por culpa do papeleo", añade. En cualquier caso, trabajar en el rural comporta muchos beneficios. Si bien echa en falta "máis apoio institucional", también destaca "o apoio veciñal", pues en Grou han tenido una gran acogida. En cuanto al futuro, cree que a los gallegos nos "falta amor propio". La solución está en "ter ganas de traballar crendo nos nosos productos".

María Xosé Castro y su pareja son otro caso de apuesta por el rural. Llegaban a Allariz desde Santiago, a donde habían acudido desde Salceda de Caselas y Sandiás, respectivamente. Allí crearon Mimá, una empresa de agricultura ecológica y apicultura. El primer contratiempo que se encontraron fue el "acceso á terra cando non eres do propio lugar". A partir de entonces, han ido viviendo las "dificultades propias del sector primario". María Xosé también señala la burocracia como uno de los factores más engorrosos a la hora de emprender en el rural, así como "a falta de axudas". Aunque todo lo compensa el hecho de "traballar ó aire libre, desfrutar da natureza e sentirte dono do que estás facendo". Pero las trabas administrativas no son las más contraproducentes. Y si unos llegan a Allariz, otros se van. Es el caso de Laura Lorenzo, que con 23 años dejó su villa natal tras cursar Viticultura y Enología para montar Daterra Viticultores en Manzaneda. Comenzó con viñas que no estaban siendo trabajadas, adquirió una casa antigua y montó su bodega. "A Administración non me axudou, a xente foi a miña subvención. Aquí saen adiante as iniciativas privadas como a nosa", asegura.

_ana_andrade_y_jesus_crestelo_de_casa_anxelina_boborasEl mundo del vino es de los más escogidos por estos emprendedores del rural. Jorge Alonso y Dori Rodríguez son dos ingenieros que se asentaron en Astariz (Castrelo de Miño) para convertir su pasión por el vino en su proyecto de vida.En la actualidad, tienen una niña y su residencia junto a su bodega Celme, rodeada de viñedos exclusivamente de variedades autóctonas. "No hay tradición familiar en viticultura, ni los abuelos ni tampoco nuestros padres se han dedicado a esto", puntualizan.

Ahora no dudan en asegurar que "el rural es algo idílico, que cumple con nuestras expectativas: aire libre y un lugar privilegiado, aunque también hay algunas carencias debido a la despoblación".

Originaria del País Vasco, Ana Andrade dirige la Casa Rural Anxeliña junto con Jesús Crestelo, en Boborás. Reconoce que era una novata en el sector, pero el negocio resulta rentable "si se tiene paciencia y constancia". Son las dos claves; a cambio, más de una satisfacción personal.

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