REPORTAJE

La lucha por la diversidad en terreno hostil

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photo_camera Marcos Molina y Bianka Rodríguez posan en la Tenda de Comercio Xusto de la ciudad, en la que ofrecieron una charla abierta.

"La esperanza de vida de una 'trans' en El Salvador es de 33 años. Yo tengo 26, me queda poco", ironiza Bianka Rodríguez. Activista LGTBI, estuvo junto a su compañero Marcos en Ourense

La esperanza de vida de una mujer trans en El Salvador es de 33 años, yo tengo 26, me queda poco", afirma con rotundidad Bianka Rodríguez. Su documento de identidad recoge su anterior nombre y en su proceso de cambio de género no cuenta con ningún tipo de apoyo social, ni tampoco del Gobierno-no existe una ley de identidad de género que visualice su situación-. "Aunque hay familias que sí aceptan a las personas LGTBI, hay muchas que no, y que el único modelo de familia que conocen es el de los amigos y la pareja", asegura. Rodríguez, presidenta y directora ejecutiva de la asociación salvadoreña Comcavis Trans, viajó a Galicia con Marcos Molina, representante del colectivo LGTBI en Ormusa, para mostrar la realidad de su país a pequeños y mayores, gracias al proyecto Cooperación Galega: O mundo que queremos. En su gira gallega han visitado diversos centros escolares, además de realizar charlas como la del pasado viernes en la Tenda de Comercio Xusto de Ourense.

En cada charla, la misma reflexión: "El Estado es cómplice de la violencia a las personas LGTBI, antes nos asesinaban clandestinamente, hoy, a la luz del día. Y esos crímenes siguen siendo impunes". Aunque reconocen un avance en materia de aceptación social del colectivo, la situación real "no ha cambiado", tal y como aseguran. "Las parejas homosexuales tenemos necesidades de protección social, no somos reconocidos. Si yo he construido una vida con mi pareja, ¿quién se queda con los bienes el día de mañana?", comenta Molina.

Abandonar el país no es una posibilidad para ellos. "Yo pensé en irme en 2017 porque sufrí un ataque, me privaron de libertad -secuestro- y el sujeto me quería matar, pero luego lo pensé y sigo en pie de lucha", dice Rodríguez. "He visto morir a tantas personas, en el vivir diario, en el transporte público... Tratás de que no te afecte", reflexiona Molina. "Yo sufrí privación de libertad en mi propia casa, eso te hace pensar en huir, pero creo que tenemos un compromiso, una convicción de querer resistir ahí", añade.n

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