REPORTAJE

El macedao que casi llega a la Luna

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photo_camera Constantino Prol en los años 60, antes de ver el despegue desde Florida.

Y no le asombró. Una marca de brandy y un periódico le patrocinaron el viaje a Cabo Cañaveral al ourensano Constantino Prol para ver despegar el Apolo XI hace medio siglo. Aquello le fastidió las vacaciones en las Rías Baixas

Somos imprevisibles. Lo único que le preocupaba a Andrew Aldrin mientras su padre llegaba a la luna era que hiciese algo mal y le avergonzara en el colegio. No podía cagarla Buzz Aldrin, el primero de los tres astronautas que debía pisar el satélite aquel 20 de julio de 1969. Terminó bajando antes Neil Amstrong. "Este es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la Humanidad", dijo para pasar a la Historia, la historia pensada para su compañero Buzz. Horas antes, un ourensano de Maceda vivía en directo el inicio de la misión del Apolo XI desde Cabo Cañaveral (Florida). Le fastidiaron unas vacaciones en las Rías Baixas. Constantino Prol, que se fue de este mundo hace año y pico, terminó dándole poca importancia al hito que cumple medio siglo. Imprevisibles.


Tino, el tío "referente"


"O meu tío Tino, chamabámoslle así. Non lle daba importancia a aquel feito, aínda que para nós era todo un orgullo. Na expedición da que lle tocara o premio de ver o despegue ían tres galegos". Habla el escritor y sobrino del protagonista, Santiago Prol, que entonces tenía una edad parecida al hijo "avergonzado" del astronauta.

Constantino Prol, catedrático de Filosofía y Letras, era profesor del Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid cuando le tocó "la lotería y especial fortuna de poder asistir a pocos metros de distancia a la más grande hazaña de todos los tiempos", dice la crónica de La Región. El diario Pueblo de la capital española había lanzado un concurso para llevar a 25 lectores al centro de las actividades espaciales de los Estados Unidos, Cabo Cañaveral. Eran 19 hombres y seis mujeres los que partían a Estados Unidos para ver en directo el primer fenómeno televisivo del mundo. Una marca de brandy protagonizó el viaje.

"Constantino Prol no cabía de gozo cuando le fue comunicada la noticia. Después de pasar unos días con sus familiares de Maceda, estaba en compañía de su distinguida esposa, disfrutando del dulce clima de nuestras Rías Bajas. Ha tenido que interrumpir su descanso para asistir a una de las mejores invitaciones", dice la Región del 19 de junio de 1969.



Hijo de carrilano


Constantino Prol había sido imprevisible mucho antes de la llegada del hombre a la luna. Por herencia. "É un ourensán de Maceda, aínda que nacera en Prado (Vilar de Barrio) porque o meu avó Facundo era carrilano e os seus oito fillos ían nacendo a medida que avanzaba a construción do camiño de ferro polas duras terras do Ourense oriental", explica Santiago Prol sobre su tío. El protagonista de este relato nació con el tren, otra gesta. Esta en la tierra y con vidas cobradas. Los carrilanos fueron héroes de pico y pala que construyeron un camino durante décadas. Facundo, uno de ellos.

No fue hasta los 50 cuando el abuelo Facundo se hizo herrero en Maceda y enviudó, convirtiéndose la hija mayor en la matriarca de la familia. En aquella villa emergente se asentarían y crecería Constantino Prol, que se sintió siempre socialista y llegó a estar en la lista negra del 23-F. La enseñanza fue su profesión. "Foi un home feito así mesmo, nacido en tempos miserentos, chegou onde chegou por esforzo, mérito e capacidade. Foi o noso referente ", recuerda Prol. Otro sobrino, Moncho Blanco, suscribe: "Era un gran referente, con grandes valores como a motivación para a cultura e a honestidade na vida diaria".

Días después de la hazaña, Prol terminó contando a La Región que aquel viaje había sido increíble, aunque años después le restase importancia. También Andrew, el hijo "avergonzado" del astronauta, se ríe ahora de aquel pensamiento. 

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