El maltrato en Ourense de los hijos a sus padres aumenta entre los menores de edad

Los hijos que agreden a sus padres  comienzan a edades tempranas. (MIGUEL ÁNGEL)
photo_camera Los hijos que agreden a sus padres comienzan a edades tempranas. (MIGUEL ÁNGEL)
En Ourense, respecto a los adultos, la violencia va asociada a drogas y patología mental, pero en jóvenes se detecta un fracaso de los modelos educativos

Elena, la madre de José P.L., denunció a su hijo en diciembre de 2021 porque de forma reiterada le pegaba patadas y rompía puertas de armarios y otros muebles cuando se negaba a darle dinero. Él tiene 49 años y ella, con siete hijas más, 82.  El día del juicio, en el Penal 2, poco antes de entrar a la sala, decidió que le iba a perdonar. “Me roba dinero, me maltrata, rompe las puertas cuando se enfada... Pero yo solo quiero perderlo de vista, porque no me respeta. No voy a declarar en su contra porque no quiero que vaya a la cárcel pero que no me moleste más y no declaro contra él”, aseguró delante del letrado del vástago.

En la sala, la fiscal se quedó sin prueba de cargo porque el inculpado ofreció la versión del amantísimo hijo y la madre no ratificó la denuncia por coacciones: “Vivía en la buhardilla de la casa de mi madre, a veces discutíamos, pero le ayudaba a tender la ropa y le limpiaba la casa, incluso dice que mejor que mis hermanas”, relató. Negó cualquier comportamiento violento así como el robo de dinero. “Le pedía, a lo mejor, cinco euros para tabaco, pero tengo una buena relación con ella”, declaró José P.L. Ya al final del juicio,  admitió entre dientes que cuando bebía se enfadaba un poco.

La madre o padre que perdonan y dan una y otra oportunidad es consustancial a la violencia doméstica, que en Ourense no para de crecer.

Durante el pasado año 2021, se tramitaron en esta provincia un total de 1.203 procedimientos relacionados con la violencia en el ámbito familiar, de los cuales 1.000 lo fueron específicamente relacionados con la violencia de género (parejas, exparejas o cónyuges). Los otros 200 son casos de agresiones a padres, hermanos o abuelos.  En 2020, cuando estalló la pandemia, fueron 114.

“Adicciones a las drogas o enfermedades mentales están detrás de la mayor parte de los casos”, según valoran fuentes del Juzgado Penal 2.

El fiscal delegado de Violencia de Género, Julián Pardinas, quien supervisa todos los asuntos relativos a la violencia familiar, tiene claro, tal como ha recogido en sus memorias del servicio, que “muchos de los conflictos que se originan en el ámbito de la violencia familiar tienen su origen en la falta de respuesta adecuada por parte de los servicios sanitarios y sociales de la comunidad autónoma a la enfermedad mental que padece el familiar-denunciado”. Así, no es infrecuente que acudan los familiares al juzgado a denunciar un hecho con la única intención de que se interne al familiar en un centro adecuado. Es decir, “la denuncia es el último recurso que tienen para que alguien les ayude a resolver el problema médico que padecen”. Conoce de primera mano duras experiencias de padres que se han visto obligados a dormir en habitaciones “acorazadas” al tener que convivir con una hijo aquejado de una enfermedad mental y que cuando deja de tomar la medicación o sufre el síndrome de abstinencia pone en jaque la paz familiar. 

Baja la edad

La violencia doméstica intrafamiliar comienza cada vez a un edad más temprana. Al Juzgado de Menores de Ourense llegan cada vez más denuncias de jóvenes que levantan la mano a padres y hermanos. La Fiscalía de Menores habla de un “relativo ascenso de la actividad delictiva en el ámbito de la violencia filioparental”. Contabilizó en 2021, el último con datos cerrados, 31 delitos frente a los 29 de 2020. Un año antes, 28  y en 2018, 24. Es el tercer delito más denunciado, solo superado por las lesiones y los hurtos.

Según la Fiscalía, “la problemática común a la mayoría de estos delitos es la siguiente: la denuncia formulada por los padres es el último recurso ante una situación límite y una convivencia imposible; la inexistencia  en muchos de los casos de un previo trabajo por parte de los Servicios de Atención Primaria y de las instituciones administrativas educativas y de protección de menores”.

En los casos más graves, los fiscales de menores interesan como medidas cautelares el internamiento terapéutico. En los demás, se impone al joven la medida cautelar de libertad vigilada con sometimiento a programas específicos de tratamiento psicológico o terapia familiar.

La medida de convivencia con un grupo educativo, cuya eficacia está demostrada en otras provincias, no tiene operatividad en Ourense ya que ese recurso no está disponible. “Muchos de los casos de violencia familiar podrían tener respuesta en el ámbito de la prevención y de la protección”, sostiene el Ministerio Público. 

El ascenso anual, asegura José Ucha en la última memoria, “obedece al fracaso de los modelos educativos, al fracaso de campañas de prevención en los centros docentes y la inexistencia de programas de apoyo familiar diseñados por las entidades locales como responsables de prestar asistencia a menores en situación de riesgo por estos comportamiento”.

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