A Tribuna

Manifiesto de solidaridad

Los que me conocéis personal o profesionalmente sabéis que siempre he rechazado ser el centro de atención, tratando de separar mi ámbito personal del profesional así como atesorar el tiempo que dispongo para mí y los míos. Los que no me conocéis, o solo ligeramente a través de mi ámbito profesional o prensa, sabéis que no me he caracterizado nunca por la beligerancia o la vehemencia en mis posicionamientos. Nunca. Pero también es cierto que no soy tibia y, por tanto, no quisiera engrosar ese oscuro rincón del Infierno de Dante, por lo que, una vez que tomo la determinación y compromiso con una causa, pues ahí estoy, asumiendo las consecuencias de mi elección.

 Primando siempre en mí el vive y deja vivir, pero buscando siempre ser ética, honesta y coherente con los principios de reciprocidad y solidaridad que me son propios, como ciudadana y como mujer. Es por esto que los últimos acontecimientos han exacerbado en mí tal asco, hastío y enfado que, en parte como terapia, y en parte porque busco la adhesión de mis iguales, de mis compañeras que me entienden más allá de estas palabras, que me veo obligada a manifestar un rotundo BASTA YA. Las mujeres, somos una rara avis en DO, incluso como personal de confianza (actualmente no existen). Y esto no puede seguir así. No podemos seguir con la misma aquiescencia y emotividad de estatuas o muertos vivientes. ESTOY HARTA:

• Porque llevan tiempo acosando a una compañera y amiga. No solo por ser de un partido, sino porque el acosador y sus secuaces piensan que ella es la más débil de todos, al fin y al cabo la condición de mujer es un demérito para el misógino. Pues se equivoca. Ni biológicamente ni mentalmente somos más débiles (y esto es medible y avalado por evidencias).

• Porque esto despertó en mi memoria las intimidaciones y coacciones que sufrí para firmar un cambio de portavocía en mi grupo político (el misógino y sus secuaces también me vieron sola y en una lucha injusta y en una atmósfera asfixiante me hicieron cambiar la portavocía de un hombre de principios para pasarla a manos de un títere). Lamento no haber sido más fuerte.

• Porque este acoso a mi compañera es viejo –llevamos varios meses así-, es ramplón, cansino, rancio y casposo, porque la ven mujer y piensan que mi amiga y compañera claudicará.

• Porque el ser educadas o empáticas no nos hace más débiles. Al contrario. María y yo tenemos fuerza para neutralizar a cien machitos como este, muy bien definido en la prensa como "miente hasta cuando miente". No quiero ofender a nadie pero si lo he hecho, entiéndanse los supuestamente aludidos primero con su conciencia, si la tienen. Por todo esto apelo a la solidaridad y empatía del resto de mis compañeras de corporación municipal, porque nos conocemos y entendemos más allá de estas palabras.

Te puede interesar