Homenaje CEO

Manuel Álvarez: en el taller, desde los 16 años

Polígono Barreiros (San Cibrao das Viñas). 19/11/2019. Entrevista a Manuel Álvarez, homenajeado de la Ceo 2019.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Manuel Álvarez será homenajeado este viernes por la CEO. (Foto: Xesús Fariñas)
Su oficio le viene de familia. Hijo de Ángel Álvarez, más conocido como  "Angelito", empezó a enredar en el taller de pequeño, y a los 16 entró como trabajador. Jubilado al 50%, seguirá en la empresa "hasta que pueda".

Dos años antes de nacer Manuel Álvarez (Ourense, 1940), su padre, Ángel Álvarez, "Angelito", montó un taller en la ciudad. No es de extrañar que con esos mimbres, al hijo le diese por enredar en motores y piezas desde pequeño. A los 16 años entró a formar parte de la empresa donde todavía hoy, tras más de cinco décadas, sigue trabajando. "Me levanto a las 5,30 horas cada día y a las 7,30 ya estoy en el taller, como un clavo, y con la misma ilusión que siempre, yo sigo al pie del cañón", explica Manuel Álvarez. Aunque está jubilado al 50% desde hace varios años, tiene claro que seguirá ejerciendo hasta que el cuerpo aguante. "Mientras esté bien de salud, aquí estaré, atendiendo a los clientes, hablando con la gente... La experiencia supone mucho, y se coge con el paso de los años", cuenta. 

Este viernes, la CEO homenajea la trayectoria de Manuel Álvarez, junto con la de otros cuatro empresarios ourensanos más. "Este reconocimiento me hace mucha ilusión, la verdad, es de agradecer que tengan este tipo de detalles", reconoce. 

De 1940 hasta hoy


El taller que Angelito montó en 1938, Talleres Angelito estaba situado en el número 2 de la calle Ervedelo –entonces avenida de Francia–, y empleaba a casi una decena de personas. "No era fácil trabajar en aquellos años  de posguerra, no había piezas de recambios y había que repararlo todo, no era como ahora", señala Manuel Álvarez, a quien todavía se le quiebra la voz al recordar a su padre. "Había que buscarle soluciones a todo, y él para eso era muy bueno. Aún tengo algún cliente muy mayor que cuando viene me dice que le funcionan piezas que arregló mi padre hace años", destaca. 

Cuando empezó a trabajar con su padre, el taller evolucionó y, además de mecanizados, también se especializó en rectificados. La popularización del automóvil particular favoreció el negocio, que proliferó en los años siguientes. "Trabajar con mi padre no era fácil, era un gusto", asegura. Angelito supo inculcarle a su hijo la capacidad de esfuerzo y dedicación, que todavía hoy le impiden dejar su puesto en la empresa. "A él lo conocían en toda la provincia, la gente lo quería mucho", cuenta Álvarez.

Tiempo después, el taller se trasladó al número 18 de Ervedelo –entonces Carretera de Ervedelo–, donde podían prestar mejor servicio a los clientes, que no dejaban de crecer. "Allí estábamos hasta hace 22 años; nos movimos porque no era un sitio de acceso fácil, a la gente la multaban mucho cuando aparcaban el coche un momento para dejar una pieza o a hacer una consulta, no era cómodo, y nos movimos al polígono Barreiros", apunta Álvarez. En la nave actual cuentan con 3.000 metros cuadrados y 23 trabajadores. 

La tercera generación


Los tres hijos de Manuel Álvarez también se rindieron a los encantos de la mecánica, y hoy conforman la tercera generación de la empresa. Con su llegada, el negocio dio otro giro. "Adaptarse a los tiempos es muy necesario para continuar, y cuando mis hijos empezaron a trabajar en la empresa  decidimos retomar la fabricación de piezas", cuenta. Actualmente Álvarez Quintela Ingeniería Mecánica ofrece técnicas pioneras con tecnología para fabricación de piezas. "Hay una frase que dice, o renovarse o morir, y es así. Mi padre era muy moderno y a mí me trasmitió eso", señala. 

Aunque en la era de internet sea más fácil adquirir productos mecánicos, la mano de un experto sigue siendo igual de necesaria. "Siempre se necesita alguien que coloque las piezas, o que las repare", comenta. 

La empresa familiar


Álvarez reconoce que uno de los pilares de la empresa es la coordinación y el afecto mutuo. "Tenemos a trabajadores que se jubilan después de más de 40 años con nosotros, si la gente se queda aquí será por algo", comenta. Compartir oficio con su padre y ahora con sus hijos le parece una "suerte", y el negocio se ha visto favorecido del entendimiento entre ellos.

"La humanidad también es básica cuando trabajas con un equipo, es la única forma de seguir con motivación", apunta.

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