Marco Rocha: Olores, sabores y recuerdos

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photo_camera Marco Rocha

El periodista y presentador vuelve a casa por Navidad 

Me considero, en estas fechas, un almendro. Esto es, el típico que vuelve a su casa por Navidad. En mi caso es literal. Hace años que tuve que salir de mi tierra, por la que vivo y siento, para hacer mi carrera fuera de Ourense.

Llegar a mi casa es recorrer toda mi infancia por las fotos que tienen mis padres en su casa. Desde que era un crío, vestido de gallego con mi hermano, hasta, recientemente, la foto en la que entrevisto a nuestra familia real en la final del Mundial de Sudáfrica. Reconozco que volver a dormir en mi habitación donde, tantas y tantas veces, mascaba mis sueños es, sin duda, reconfortante. Sigue muy parecida a entonces.

Atrás quedan las fiestas que pasaba con mis abuelos que por ley de vida no están con nosotros, salvo mi abuela paterna, en aquellas Navidades con el indudable protagonismo de los geniales Martes y Trece.

La Navidad y Nochevieja para mi tiene olores y sabores muy nítidos. El menú hecho con mimo por mi madre protagonizado por el marisco de la rías bajas, de donde son mis padres, la guarnición de la carne con castañas, los espárragos envueltos en salmón o el turrón de chocolate con avellanas o las marquesas de postre son sinónimo de que en mi casa estamos en estas fechas. De siempre soy el encargado de preparar el dulce. Algo que tiene mucho peligro porque soy muy goloso y no me resisto a picar todo lo que voy preparando. Cuando era pequeño, mi madre me obliga a cantar mientras cortaba los turrones para asegurarse de que llegaría la bandeja llena de postres.

Igualmente con el paseo vespertino por la calle de los vinos o en fin de año corriendo la San Silvestre. Durante años ha sido en Castrelo de Miño o Allariz y en este 2016 será en la primera que se celebre en Ourense. ¡Planazo!

Además de la Nochebuena y Nochevieja, hay una tercera cena que me llena de ilusión: la de mis amigos de la infancia. Volver a vernos ahora, cada año, desde  hace tanto y tanto que nos conocemos y ver cómo progresamos es uno de los momentazos de la Navidad. Aunque tengamos menos pelo y alguna arruga más que hace 25 o 30 años, cuando nos vimos por primera vez y ahora seamos todos padres, es la cena para recordar, al igual que le ocurre al Almendro, que volvemos a casa por Navidad.  Y esta, además, será especial porque en el año entrante mi cuadrilla de amigos y yo nos metemos en los cuarenta. Pero eso lo celebraremos como se merece en su momento.

Ahora toca vivir la Navidad y el Año Nuevo.

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