La maternidad tardía o cuando la mujer halla su momento

No tener un trabajo estable, ni una pareja adecuada, ni tiempo para conciliar, ni una casa o un entorno ideal donde criar obliga a muchas ourensanas a ser madres cumplida ya la cuarentena.

Han llegado tarde, pero a tiempo para coger el último tren de la maternidad. Susana, Dori, Carmen y Lucía han sido madres o van a serlo cumplidos los cuarenta, y sienten esa mezcla de felicidad y cansancio que produce la crianza a cualquier edad.

En San Cristovo de Ribadavia, Susana Gómez está muy liada preparando la comida de sus hijos: Zoe, de un mes, y Edgar, de cinco años. “Fue mejor mi embarazo con 41 años que el de 35; retuve menos líquidos, engordé menos y apenas tuve ardor de estómago”, reconoce esta mujer que trabaja en una fábrica y se reparte turnos con su pareja para poder atender a los niños. “El parto me sorprendió en casa; cuando llegó la ambulancia ya estaba media cabeza fuera. Fue todo bien, a los dos días ya estaba de vuelta del hospital”, confiesa. “He sido madre tarde porque no encontré pareja hasta los 35, porque la pandemia me asustó y porque la conciliación familiar es complicada y en este país hay pocas ayudas”, se queja. “Lo que tenía claro era que quería ser mamá en la vida, con pareja o por inseminación”, asegura.

Dori Rodríguez retrasó su maternidad hasta que se mudó con su pareja a Castrelo de Miño, donde fundaron las bodegas Celme. “No queríamos vivir en la ciudad y nos vinimos al rural para formar una familia. Aquí tengo tiempo para ver crecer a mis hijos, Fiz y Nara”, señala. En su caso, el segundo embarazo, con 40 años, fue peor que el primero, pero más controlado al ser un embarazo de riesgo. “Antes era ingeniera y tenía horario de oficina; ahora puedo disfrutar de los niños”, dice.

Carmen es una valdeorresa que a los 44 años fue mamá por primera vez y por partida doble. Sus gemelos nacieron hace cinco años tras una fecundación in vitro. “Retrasé mi maternidad por precariedad laboral y por egoísmo; prefería hacer otras cosas”, reconoce esta autónoma que trabajó hasta cuatro días antes del parto. Los niños nacieron por cesárea en la semana 37 y pesaron 2,7 kilos. “Estamos cansados, dan mucho trabajo, pero creo que a mi edad soy una madre más reflexiva”, dice.

Lucía es una peluquera ourensana de 44 años y está embarazada de seis meses y medio. Lleva intentándolo desde los 36 y, tras un aborto natural y una fecundación in vitro, va a tener una niña . “El tratamiento y las hormonas fueron muy caros, pero el embarazo va de maravilla. Estamos loquitos de alegría”, confiesa.

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