DEMOGRAFÍA

Los mayores heredan los colegios que deja vacíos la crisis demográfica

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photo_camera El colegio de Gomesende, en el último año que abrió sus puertas, en 2012. (FOTOS: MARTIÑO PINAL)

Centros sociales, espacios culturales y de ocio, viviendas y residencias llenan infraestructuras que antaño acogieron aulas 

En los últimos cinco años shan cerrado en la provincia tres colegios de educación infantil y tres centros de educación infantil y primaria. Los primeros estaban situados en los concellos de Larouco (2012), Éntoma-O Barco de Valdeorras (2013) y Dacón-Maside (2013) y los segundos, en Gomesende (2013), Montederramo (2014) y Calvos de Randín (2015). Estos ejemplos representan la punta del iceberg que avanza sobre un rural ourensano, que se queda sin niños y deja un enorme mapa de infaestructuras educación que acaban en manos de los concellos, a las que hay que buscar nuevo uso. Por un lado están las viejas escuelas rurales, que proliferaban por los pueblos, y que la mayoría quedaron abandonadas en el último tercio del siglo pasado en favor de las agrupaciones escolares. Docenas de construcciones proliferan por toda la geografía provincial, sin que nadie se atreva a dar una cifra concreta. Asumidas por los concellos, la mayor parte de ellas se convirtieron en centros sociales para los vecinos, espacios culturales o de ocio o viviendas sociales, entre otros cometidos.

Hoy en la provincia quedan 44 centros públicos de enseñanza. La mayoría, 23, son centros de educación secundaria (IES), seguidos por nueve CPI (colegios de infantil, primaria y primer ciclo de la ESO) y ocho CEP (centros que aúnan bachillerato y FP). Informes elaborados por las secciones de educación de los sindicatos CC.OO. y CIG coinciden en señalar que en el periodo comprendido entre 2009 y 2015, la provincia perdió, además de los centros ya citados anteriormente, una veintena de aulas de infantil y cerca de medio centenar de aulas de primaria.

Es la imagen de la lenta agonía que sufre el rural ourensano. La evolución demográfica de buena parte de los concellos muestra como la pirámide poblacional se invierte y mientras el espacio destinada a los niños menores de 14 años languidece de una forma terrible, el otro extremo, el ocupado por las personas mayores, crece constantemente.

Esta situación se refleja la evolución en el padrón municipal de habitantes. En el año 2005, la provincia, con un total de 339.500 habitantes, tenía 32.500 niños menores de 15 años y 29.200 personas mayores de 80 años. Diez años después, con con un total de 322.300 habitantes, los menores de 14 años bajan a 31.400, mientras que ya hay más de 35.700 mayores de 80 años.

Si en la media provincial el envejecimiento es notorio, en la mayor parte de los pequeños concellos del rural la situación es brutal. Basta con fijarse en el padrón de habitantes de tres municipios que perdieron recientemente sus centros escolares, pero que constituye un escenario que se repite por la mayor parte de los municipios ourensanos. Larouco tiene empadronados actualmente a 33 niños menores de 15 años, frente a los 45 que tenía en 2005. Por contra, mientras hace diez años acogía a 61 personas mayores de 80 años, hoy en día registra a 132 .

Caso muy semejante es el de Calvos de Randín, que perdió este mismo año su colegio. En 2005 tenía 55 niños menores de 15 años y en la actualidad apenas llega a 30. En el otro lado de la pirámide, el concello tiene empadronadas a 200 personas mayores de 80 años .

Montederramo, que perdió su colegio el año pasado, tenía hace diez años 67 niños menores de 15 años, que en 2014 se redujeron a tan solo 18, con únicamente cuatro menores de 9 años.

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