Mercadona descarta incorporar más medidas de seguridad tras el asalto

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photo_camera Botellas rotas en uno de los pasillos tras el atraco.

Los trabajadores intentaban no hablar del atraco, pese a los numerosos clientes que trataban de recabar información

Los responsables del supermercado atracado el miércoles en As Lagoas no tienen previsto adoptar más medidas de seguridad para evitar una situación similar a la vivida el miércoles. Entienden que las cámaras que hay instaladas son suficientes para impedir posibles hurtos, que era lo que se venía registrando hasta ahora. Los aparatos recogieron todos los movimientos y disparos del asaltante hasta que fue detenido. También grabaron a clientes refugiándose en zonas alejadas para no ser alcanzados.En las imágenes se aprecia también el caos generado por el asaltante, que tiró a su paso botellas en el estante de bebidas alcohólicas. También, los carros atravesados y tirados por los pasillos.

Un día después de los hechos, el supermercado abrió al público igual que en días anteriores, a las 09,00 horas. La única excepción, algunos de los 20 trabajadores que vivieron el atraco, a los que se les cambió el turno. En vez de trabajar por la mañana lo hicieron por la tarde.

“Normalidad"

La jefa del departamento de comunicación de la empresa valenciana, Carmen Fernández, recalcaba ayer que se estaba trabajando con la "normalidad" de los días anteriores: "Vamos a seguir así. Queremos pasar página sobre lo sucedido, que al final se quedará en una mera anécdota". Otra de las excepciones fue un incremento en la afluencia de clientes atraídos por la curiosidad desde primera hora de la mañana, tanto por la entrada de la avenida Otero Pedrayo, como por la de la calle Bernardo Cachamuíña, por las que hay que descender unas escaleras, que fue por las que entró el atracador.

Remedios Álvarez reconocía que no suele comprar en el negocio, "pero me acabo de enterar de lo que pasó y vine a comprar porque conozco alguno de los trabajadores y quiero saber como están". No fue la única. Germán López entró en las instalaciones acompañado de su esposa: "Esto no se recuerda en la ciudad. Estamos en un mundo de locos", apuntaban ambos prácticamente a un tiempo, puntualizando que residen en la zona y "venimos a enterarnos de lo que pasó".

El trasiego de clientes fue constante por las dos entradas durante toda la mañana. "Hay más gente que otros días", comentaba una mujer desde la ventana de su piso en la calle Bernardo Cachamuíña.

Mientras, los trabajadores del supermercado no comentaron nada sobre lo sucedido. El silencio marcó su devenir entre las estanterías. Eso sí, cada vez que salía a colación el atraco, se formaba un corrillo del que salían lamentos y frases dispares. "Puido haber matado a alguen, que desgracia!", repetía una clienta.

El jefe de ventas, Carlos Heras, recordó la rapidez con que intervinieron las fuerzas de seguridad y la actitud de los trabajadores ayudando a evacuar a los clientes.

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