CIUDAD

Mil personas llegaron hasta la unidad de suicidios desde 2009

Un programa pionero en Galicia ayuda en Ourense a pacientes que quisieron morir o con ideas autolíticas

 323 personas se quitaron la vida en los últimos ocho años en la provincia. En Galicia, 2.737 (los habitantes de poblaciones como Monterrei). Más de 3.000 ourensanos lo intentó en alguna ocasión y a otros muchos, imposibles de cuantificar, la idea les rondó por la cabeza. Y, contrariamente a los que se cree, la depresión u otras enfermedad mentales no siempre subyacen tras la decisión de morir. Una crisis vital para afrontar vicisitudes como la falta de trabajo, un desencadenante cada vez más presente en la conducta suicida en Ourense, o una ruptura sentimental, por ejemplo, pueden ser el caldo de cultivo de ese malestar interno en el que se cuece la ideación autolítica.

El suicidio, la primera causa de muerte externa entre hombres de 25 a 34 años, está considerado como un problema de salud pública de primer orden. Pese a ello, los recursos públicos para trabajar la prevención son muy limitados, tal como evidencia la escasez de programas específicos. Ourense rompió una lanza en abril de 2009 con la puesta en marcha de un programa pionero auspiciado desde el CHUO, hasta hoy único en Galicia, enfocado a la intervención intensiva en conductas suicidas, con un equipo formado por la psiquiatra Marina González, la psicóloga clínica Teresa Reijas, la enfermera especialista en salud mental Amparo González y, por supuesto, tal como ellas resaltan, el paciente. Un total de 1.050 en siete años (85 activos hoy), derivados fundamentalmente desde las urgencias hospitalarias y Atención Primaria. En un máximo de 15 días, conciertan la primera cita de un tratamiento intensivo que dura seis meses (los dos primeros hay consultas semanales o quincenales), con un seguimiento al cabo de un año.

Según un estudio realizado por estas especialistas, un 20% de los pacientes atendidos en las consultas de salud mental sufrió una recaída al año del intento índice (periodo en el que el riesgo es más elevado). Este dato se reduce al 10% en aquellos que siguen el programa de intervención intensiva. Pero la eficacia de este dispositivo también es extrapolable a la estadística de suicidios consumados, en donde ya se percibe una tendencia esperanzadora. "En 2014, subieron en todas las provincias de Galicia, excepto en Ourense, en donde bajaron a 31, manteniéndose ese descenso en 2015”, confirma Amparo González. De hecho, la tasa ourensana en 2015 fue inferior a la gallega: 9,7 casos  por 100.000 habitantes frente a los 17,8. Además, el programa ha contribuido a disminuir los ingresos hospitalarios y a reducir las consulta en urgencias al tiempo que se brinda la posibilidad de una derivación directa desde Primaria.
Las profesionales de este dispositivo insisten en la importancia de la detección del riesgo por parte de los médicos de cabecera. "Más de un 60% de personas que consuman el suicidio habían acudido el mes anterior al centro de salud por algún motivo”, destaca la psiquiatra.

En su experiencia, advierten de una realidad preocupante, el aumento en los últimos años de menores de 25 años que tantean a la muerte, así como el creciente número de hombres. Desde la práctica diaria, corroboran las consecuencias más duras de la crisis económica, que en ocasiones desemboca en uno de los factores de riesgo mayores para el suicidio, la desesperanza: "Estamos viendo a muchos más pacientes con problemas derivados  del desempleo, los bajos o nulos ingresos y la precariedad laboral”, destaca Marina González. La falta de trabajo y perspectivas de encontrarlo, matiza Reijas, "supone un factor de estrés mantenido en el tiempo que funciona como desencadenante, que no causa, porque el suicidio como respuesta siempre parte de un malestar".

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