EN OURENSE

La soledad, una patología social que afecta a 18.400 mayores en la provincia

Expertos en servicios sociales y sanidad coinciden en la necesidad de reajustar el sistema asistencial en la provincia para dar cobertura a este segmento población en crecimiento

A nadie se le escapa que el escenario demográfico lleva a reformular el modelo asistencial. Uno de los aspectos que es necesario abordar, como reflexionaba la semana pasada en este diario el director del Imelga en Ourense, Julio Jiménez, que hablaba de la soledad de los mayores como la principal patología social ourensana, una reflexión en la línea de la que manifiesta el presidente del Colegio de Médicos, José Luis Jiménez, que aboga por dar un giro al sistema sanitario para optimizar los recursos.

Las cifras hablan claro. Con los últimos datos disponibles, a 31 de diciembre de 2016, más de 18.400 hogares de la provincia, un 15,2% del total, los conformaban personas de más de 65 años. Este escenario obliga a configurar un sistema a su alrededor que dé respuesta a las necesidades de los ancianos, con servicios sociales como la ayuda a domicilio o la teleasistencia, este último convertido en un seguro de vida para muchos ourensanos, que con pulsar un botón reciben la ayuda necesaria ante cualquier imprevisto.

Las cifras aportadas por la Diputación y Cruz Roja, que gestiona el servicio en la ciudad, reflejan que más de 3.000 personas, repartidas entre distintos concellos, cuentan en Ourense con teleasistencia. "Actuamos pensando en todos os segmentos de idade da poboación, pero facemos especial fincapé nos maiores e nos nenos, na igualdade de oportunidades", reflexiona el presidente de la Diputación, Manuel Baltar.

En el servicio de ayuda en el hogar, más de lo mismo, una alta demanda, con más de 4.000 usuarios en la provincia. Solo en Cruz Roja, realizan 80 intervenciones al día entre esta y la teleasistencia.


Casos


"Está la soledad que es decisión de vida y la que viene impuesta, donde está el problema, al no ser una decisión personal. Vemos casos sangrantes de gente que no tiene absolutamente a nadie", asegura la responsable del Programa de Mayores de Cruz Roja, Natalia Belmonte.

Desde la entidad, con la experiencia que atesoran, aportan una serie de claves para que esa falta de compañía en el hogar no se convierta en un problema. "Deben tratar de hacer lo máximo posible, buscar excusas para salir, mantener relaciones sociales. El objetivo es crear un clima que propicie la mayor participación posible", apunta Belmonte.

Las barreras surgen, no obstante, en esa dicotomía urbano-rural, con situaciones y necesidades dispares. En este sentido, la dispersión de la provincia ha llevado a que algo más del 27% de las aldeas ourensanas cuenten ya con menos de 10 vecinos. "Hay problemas comunes entre la ciudad y los pueblos, pero otros no. En el rural quizás quede ese apoyo vecinal, más cercano, pero hay menos recursos", añade la técnica de Cruz Roja.


Barreras


Un parque de viviendas envejecido supone también un hándicap para muchas personas mayores. Según datos que maneja la patronal inmobiliaria, en la ciudad de Ourense un tercio de sus edificios no cuentan con ascensor, inmuebles situados además mayoritariamente en barrios con una media de edad avanzada. La movilidad para los mayores se convierte, a veces, en una auténtica tortura.

Como muestra de la necesidad de dar un giro a esta situación, en el Concello de Ourense se han disparado en los últimos ejercicios las licencias para la instalación de ascensores, rondando las 70 al año, según la información aportada por el departamento de Urbanismo. El drama pervive, sin embargo, en muchos edificios que no tienen capacidad para un elevador.

"Hay muchas barreras arquitectónicas que suponen también un problema", explica la jefa de servicio de Trabajo Social del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense, Belén Piñeiro.


El CHUO atiende en Trabajo Social un 14% más de mayores independientes


La problemática de los mayores que viven solos también se nota en la manera de afrontar la actividad sanitaria. Desde el servicio de Trabajo Social del Complexo Hospitalario Universitario e Ourense confirman el incremento de asistencias a ancianos independientes, con una subida de casi el 14% en dos años recogida en la memoria del departamento.

Solo en 2017, se atendió a 664 pacientes que llegaron solos al hospital, la mayoría derivados por los médicos que los atienden por una enfermedad o dolencia. "Si vienen es porque hay un problema y el abordaje es complicado", explica la jefa de servicio de Trabajo Social, Belén Piñeiro, que señala algunos de los síntomas que hacen saltar las alarmas: "La alimentación o la higiene se descuidan, no son conscientes de que cómo hay que gestionar el día a día".

Cambios

Esta coyuntura ha obligado ya a incluir la soledad en el hogar como "un factor más para la atención, como cualquier otro", explica Piñeiro. En el historial médico, ya aparece recogido con frecuencia como un síntoma más.

Por el momento, no existen programas específicos desde el CHUO para dar asistencia a los ancianos que viven solos, aunque la jefa de servicio de Trabajo Social reconoce que la dinámica demográfica obliga a replantearse el modelo. "Estamos ya trabajando en el tema del voluntariado, para ver qué podemos hacer, el servicio público tiene que estar siempre en estos casos", indica. 

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