Feira do Sete

Mónica Pereiro Bangueses

Una descripción (en clave de humor) de los diversos especímenes de nuestra “fauna”

La abubilla arbórea verde (Phoeniculus purpureus) es un ave sociable y vive en pequeñas bandadas, cuyos miembros mantienen un contacto vocal entre sí. Estas aves vuelan grácilmente de rama en rama y son, por su faceta grupal, grandes solidarios individual y colectivamente.

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Mónica Pereiro Bangueses, directora de la residencia geriátrica Divino Maestro, es dentro de su grupal entorno y también fuera del mismo como la abubilla verde, una grandísima solidaria, que en su momento ha elegido como profesión el servir a los más débiles y, en algunas ocasiones, dos veces niños. Cuando en estos difíciles momentos alguna gente cuestiona la eficiencia de las medidas de seguridad en las residencias de mayores, sin embargo casi nadie duda de que el sufrimiento ha sido compartido y soportado por un ejemplar ejército de cuidadoras que al igual que los sanitarios han padecido esa inmensa tragedia de la pandemia entre los muros y la soledad de las residencias. Solo los que con asiduidad frecuentamos todo el año las visitas a familiares y amigos y los propios residentes estamos moralmente facultados para valorar el enorme trabajo y la sincera entrega de estas personas que, sin ningún tipo de autobombo ni manifestaciones de balcón, asumen de forma estoica que el más esencial componente de su trabajo es el cariño y la ternura que trasmiten día a día a los internos que la sociedad del estrés, la prisa y el consumo les ha “depositado”. 

Mónica, casada con Emilio, es de carácter aparentemente fuerte pero muy sensible, según las circunstancias. Le gusta la música, leer, correr, viajar en familia; le apasiona la psicología emocional, admira a la gente que le hace pensar y cambiar su punto de vista y que la haga crecer como persona. Entusiasta , organizadora y muy puntual, no soporta la desorganización. Es divertida, le gusta trabajar en contacto muy directo con las personas, no se pone nunca al margen y de forma natural hace cualquier trabajo. En los comedores sirve la comida a los residentes preocupándose por si están bien; dice que hay que predicar con el ejemplo y que los jefes tienen que ser líderes en su trabajo para que los demás lo hagan bien. Es constante y decidida, en los momentos difíciles ella se repone rápidamente y se adapta a las circunstancias de una forma segura dando confianza al resto del centro. Se pone por encima de las situaciones y se supera día a día para que todo mejore y salga bien. 

Ha sufrido y ha sido un ejemplo excepcional en este momento que nos ha tocado vivir, todos los trabajadores del centro se han sentido agradecidos con el trato que les ha dado. Se ha preocupado por el estado en el que se encontraban tanto los que estaban en sus casas enfermos como los que quedaron trabajando, y piensa que la felicidad no puede ser completa por las cuatro personas que han fallecido a causa de esta enfermedad. Un “pajarito” me cuenta de Mónica (casi nadie lo sabe) frecuentemente suele ir a las habitaciones o salitas para hablar con alguno de los residentes y pasar un rato con ellos. Lo hace principalmente con los que tienen alzhéimer; les habla, mantiene una conversación, canta con ellos, se ríe y de forma empática rememora con ellos los buenos recuerdos. Mónica me recuerda a los grandes psicólogos, que fabulando con respecto a las personas mayores, no giran exclusivamente en una visión patológica o negativa del envejecimiento o los cuidados en la dependencia, sino que hacen suyas otras representaciones sociales de la vejez, considerando esta nueva etapa como un periodo positivo en el que afrontar nuevos retos, tanto para las persona mayores como para los amigos y familiares que les rodean.

A Mónica Pereiro Bangueses y a su formidable equipo humano tengo el placer de conocerles muy de cerca desde hace algún tiempo, y nunca me cansaré de repetir que: vosotros sois ¡formidables!

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