Montederramo, un descanso rozando el cielo estrellado

Una de las habitaciones del Caserío da Castiñeira, en Montederramo.
photo_camera Una de las habitaciones del Caserío da Castiñeira, en Montederramo.
En esta tierra, con gran patrimonio más allá del que dejaron a su paso los monjes, los visitantes gozan del relax en la alta montaña y de la buena gastronomía y carnes de la zona.

El territorio de Montederramo es un gran desconocido, pero estamos ante uno de los lugares más espectaculares para disfrutar de un auténtico entorno natural de manera relajada.

Uno de esos lugares que el visitante no va a olvidar es el Caserío de Castiñeira, regentado por un gran amante del senderismo que además conoce cada rincón de la comarca. Manuel Rolán y su mujer Carmen Méndez llegaban a Montederramo poniéndose al frente de esta casa de turismo rural en el año 2008. Ambos veganos, se plantearon apostar por lo vegano en lo que Rolán llama “la capital de la carne” y dar además un hospedaje de cercanía. Tras la pandemia no dan comidas a aquellos que no estén hospedados y los desayunos se los llevan a los huéspedes a sus respectivos apartamentos.

Este caserío, situado en el pueblo de Castiñeira, en Montederramo, cuenta con cuatro apartamentos, de dos y un dormitorios; y una habitación doble, con espacios comunes y en donde la tranquilidad está garantizada. Como Manuel Rolán destaca, “intentamos que todo el mundo quede enamorado y les tratamos como si vinieran a nuestra casa de invitados, queriendo que se encuentren cómodos”. 

Desde esta casa rural, los que en ella se hospeden despertarán con espectaculares vistas, ya que el caserío está rodeado de bosques y prados. 

A pocos kilómetros de la capitalidad del municipio se encuentra el restaurante Valilongo. Este ya pertenece al vecino concello de A Teixeira, pero es parada obligada para los que por allí pasen. Situado en plena OU-536, da fe de su buena cocina un parking siempre lleno de coches. Con más de 80 años de solera, este negocio familiar ya va por su tercera generación. José Domínguez y Benita Prieto abrían sus puertas dejando el timón a su hija Pepita Domínguez y su marido Miguel Álvarez. Ellos mantuvieron el negocio en pleno funcionamiento y la saga continúa hoy en día con sus hijos Javi y Dori Álvarez regentando este restaurante en donde  “o boca a boca é a mellor publicidade que temos”, como ellos mismos señalan. El cocido es el plato fuerte del local y este debe ser por encargo, elaborado con productos de primera calidad no solo de la comarca, sino también de la zona del Bierzo. “O noso pai era de alí e tamén nos gusta ter ese recoñecemento da outra parte das nosas raíces”, señalan los actuales gerentes.

En el restaurante no faltan los callos cada domingo y los postres son todos caseros, apostando siempre por el buen vino Ribeira Sacra para maridar con el menú elegido. Tan solo abren al mediodía, pero es tal el éxito, la calidad y la cantidad de sus menús, que ofrecen dos turnos para comer y los fines de semana es mejor reservar. Con un aforo de cerca de 100 comensales, en este negocio familiar también organizan banquetes en sus instalaciones.

Te puede interesar