LEY DE DEPENDENCIA: EL RETO DEL RURAL

“Para muchos mayores, irse a la ciudad es quitarles la vida"

Ana Silva y Gabriela de Jesús, en la residencia de A Veiga.
photo_camera Ana Silva y Gabriela de Jesús, en la residencia de la Fundación San Rosendo de A Veiga.
Atender la dependencia en el rural con las mismas garantías y recursos que en la ciudad. Ese es el desafío. Todos los actores implicados insisten en la importancia de cuidarlos en su entorno

Más de 5.000 mayores de 65 años viven solos en la provincia. La mayoría, en el rural. El escenario lo recuerda Ana María Vázquez, responsable del programa de atención a mayores en el rural de Cáritas, que incide en la soledad, "e como consecuencia máis directa o incremento de patoloxías asociadas ao envellecemento e ao incremento dos índices de dependencia". Continúa Ana Silva, directora de la residencia de A Veiga de la Fundación San Rosendo: "La gente queda sola, las familias se han ido a trabajar fuera, los hijos vienen dos veces al año....Hay muchos casos de emergencia social. Casas sin agua ni calefacción".

Interviene María Ochogavía, responsable del centro de día de Gesmedical en Carballiño: "Los recursos son limitados, la población está muy envejecida. Es un problema gordo". "El rural está un poquito abandonado, los políticos deberían estar más pendientes", señala Gabriela de Jesús, trabajadora de la residencia de A Veiga. Interviene Marga Martín, coordinadora de los equipos de evaluadores de Política Social en Ourense:  "El escenario en la atención al dependiente se complica en el rural. Sobre todo con niños y jóvenes con discapacidad. En la ciudad hay más recursos". 

El presidente de la Fundación San Rosendo, José Luis Gavela, remarca la apuesta de la Fundación por el rural: "El 85% de nuestros centros están ahí. Donde uno está mejor atendido es en su entorno". Una visión que comparte la conselleira de Política Social, Fabiola García: "El objetivo es atender a los mayores en su casa siempre que lo deseen, o cerca de su hogar". En esta línea, García recuerda proyectos como las casas do maior. "Quince de las 30 casas están en Ourense. Vamos a sacar otra convocatoria, la gente está encantada. Vienen muchos alcaldes: 'O ano pasado non me animei, agora vou a buscar xente para que monte a casa'. Es punto de encuentro. Nadie quiere abandonar su entorno". 

Melanie Rodríguez es la encargada de la casa do maior de Punxín. Tiene 3 plazas ocupadas y 5 solicitudes para ingresar. "É marabilloso. Xuntámonos con outras casas do maior e tamén facemos actividades cos nenos do cole. Imos á feira, romaría, á misa... A xente do pobo fai actividades con nós. Ou aparece pola porta: 'Podo pasar? Estou soa en casa e abúrrome'. É como unha pequena familia, si un usuario non ven un día: 'Chama aí, que non avisou". De Jesús ha vuelto a currar en su comarca tras media vida en A Coruña. "Aquí el trabajo lo llevas para casa. Te acuerdas: 'Cómo irá esa señora que está ingresada".


"Esperaré"


"La importancia de una residencia en la zona es tremenda", apunta Silva, cuatro meses en A Veiga tras cuatro años en A Mezquita. "Necesitan estar aquí. Es clave", desliza De Jesús. Vuelve Silva: "La lista de espera es grande. Para muchos irse a Ourense es quitarles la vida. En su concello lo llevan mucho mejor. Todas las residencias de la zona están llenas. Y prefieren esperar a irse. Aguardan en su casa, a veces sin tomar la medicación, sin calefacción…".

La técnica de Cáritas trabaja en el programa Cuarto Sector, de envejecimiento activo y servicio de acompañamiento: "Pese as melloras, seguen existindo desigualdades e unha boa parte dos maiores padecen moitas carencias e acumulan vulnerabilidade". Reaparece Silva: "Esta semana me vino un señor muy mayor con dos familiares. Me decían: 'No puede quedarse un invierno en esa casa. No tiene agua corriente. Está con lo mínimo'. Pero él no quiere irse a otra residencia. 'Voy a esperar".



Gavela: “Las residencias son un motor del rural"

José Luis Gavela es tajante: "Las residencias en el rural son un motor de empleo indiscutible". Incide en cómo estos centros funcionan como soporte de pequeños concellos –en San Xoán de Río, el 18% de los afiliados a la Seguridad Social trabaja en su centro– con empleo femenizado. Y reflexiona sobre las ubicaciones de los centros: "Hay qué preguntarse por las necesidades de dentro de 30 años. Y a lo mejor, lo público debe llegar donde no puedan empresas o fundaciones por no ser rentable".

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