Nacho “Carballeira”: "Sube la violencia de hijos a padres, antes era al revés"

José Ignacio Rivera, más conocido como Nacho “Carballeira”, se jubiló hace cinco años, justo después de estar al frente del centro de menores de A Carballeira durante cuatro décadas. Este dispone de 76 plazas para niños tutelados por la administración porque su situación familiar no es la deseable y para que puedan desarrollarse en un entorno normal. En el centro pueden estar desde los 6 hasta los 18 años. Aunque Nacho dejó sus funciones hace un lustro, sigue conectado a esta realidad porque participa en la asociación Igaxes, en un proyecto llamado “Referentes” en el que personas voluntarias crean un vínculo de amistad con un menor tutelado. Rivera recibió la semana pasada la mención de “Abuelo de honor” que Mensajeros de la Paz y el Padre Ángel otorgan con carácter anual a diversas personalidades españolas. ¿Qué tal sienta el premio? Es un reconocimiento a la gestión que se hace en los centros de menores y pone en valor a estos menores, que no son tan malos como a veces los pintamos. ¿Ese prejuicio está desterrado? Ha ido cambiando. El menor era un término peyorativo. Yo trabajé con los primeros ocho subsaharianos que llegaron a Ourense. Seis de ellos están afincados aquí, trabajan, son honrados, solo se preocupaban de mandar dinero a su familia. Al principio les costaba tratar con las mujeres, pero en seguida lo entendieron. Ha ido mejorando el concepto. Hubo una época en los 90 que había mucho menor relacionado con el tema de drogas, hoy ha ido desapareciendo; aunque creo que está volviendo a un auge espectacular, pero no tanto en menores. ¿Cómo cambió el perfil de los menores que entran al centro? En 37 años ha evolucionado de forma abismal. Los ingresos de antes no tienen nada que ver con los de ahora. Antes eran problemas económicos, abandonos en el rural, drogadicción, alcoholismo, abusos sexuales… Eso ha ido desapareciendo y ahora los casos que se recibían eran casi todos problemas de salud mental. Cuando me fui, en 2017, un 25% de menores estaban a tratamiento con problemas de salud mental. También hay muchos problemas de violencia de hijos a padres, ya no de padres a hijos como antes. Hijos consentidos. También hubo una época con menores sudamericanos, ahora lo que hay es bastantes marroquíes, menas. En general, los problemas de salud mental y de violencia intrafamiliar marcan la tipología de ingresos. ¿Qué lectura hace de esa violencia de hijos a padres? ¿Hay más niños consentidos? Son cambios sociales. El respeto y los valores hoy están un poco de lado. ¿Por qué hay mas casos de salud mental? ¿Influye una mejor detección? Sí hay una mejora en la detección. Hay más niños con hiperactividad y niños angustiados porque en casa pasaron a un nivel económico inferior con la crisis y eso les frustra. ¿Qué papel ha jugado A Carballeira en la integración? Hasta los 18 están en el centro y a partir de ahí pueden quedarse, los solemos enfocar a estudiar. Si las condiciones en casa son buenas, pueden volver. También soy voluntario de Igaxes, que tienen pisos en los que los chavales viven y buscan empleo. En los centros, lo que queremos es que no lleguen a los 18. Cuando un menor llega, ya estamos pensando en su salida. Salvo casos de violencia y salud mental, el problema no está en el niño, está en el entorno. Me criticaron mucho la frase que dije de que a los que hay que educar es a los padres. Pero es así. ¿Por qué una niña violada tiene que abandonar su entorno y el padre sigue en su sitio? ¿Cuánto tiempo pasan de media en el centro? Al principio, en los ochenta, mucho. Podían estar desde los 6 hasta los 18. Hoy dos años como mucho, y en algunos meses ya se consiguen mejoras. Hay más profesionales. “Un menor se fuga del centro”, “pelea entre cuatro”… ¿Cómo se lidia con esos titulares? Con naturalidad. Hay que poner en valor las cosas de los chavales, cómo viven, su actitud. Cada uno tenía un educador-tutor, encargado de premiarlo o sancionarlo. Hicimos muchas cosas. Fuimos el primer centro mixto de Galicia, porque la vida es mixta. Fue duro porque estuvimos como perros de presa los primeros años. Si salía mal, esa experiencia nos la echaban abajo. Pero los chavales entendieron qué es el respeto. Mejores y peores momentos de 40 años de trayectoria. Los mejores fueron todos. Hubo momentos duros. De los peores fue un chaval que se cayó del segundo piso y estuvo 20 días en coma. Vive. Otro, creo que el peor, un chaval que ya no estaba en el centro y se mató cuando hacía trabajos verticales. También lo hicimos mal cuando recibíamos a algún hijo de alguno de los chicos que estuvo en el centro. ¿Cuántos salen adelante? La inmensa mayoría sale adelante, aunque alguno se nos ha quedado por el camino. ¿Cuál es el principal problema de los que no logran salir? Dónde viven, el entorno. En Igaxes tenemos el programa “Referentes”, cuando el centro tiene algún chaval que no logran encauzar. Ven el perfil de cada voluntario y le asignan al menor para que tengan una relación. Dan una vuelta, toman café… ¿Ourense necesitará más centros de menores? Estamos bien cubiertos, pero en A Coruña y Pontevedra quizás es más complicado. A Carballeira recibe gente de Pontevedra, por ejemplo. En la administración hay un gran problema de falta de personal. A los chavales no puedes estar cambiándolos de educador continuamente. Un niño no tiene que contar la historia que le contó al juez y al educador cuarenta veces.