Naturaleza: observación que enriquece

La naturaleza se enfría y las heladas matarán el 70% de las plagas.
photo_camera La naturaleza se enfría y las heladas matarán el 70% de las plagas.
Un espectáculo ver esos hormigueros cónicos que en el monte te encuentras

De varia Natura, acerca de la Naturaleza, ese medio en que nos desenvolvemos en su observación en la que podemos distraernos, con el  sorprende despliegue botánico; el geológico, a veces de milenios o millones de años, inobservable por ello, salvo que volcanes o terremotos modifiquen el paisaje; pero es en las pequeñas cosas donde detendremos nuestra observación, incluso lo que las diminutas hormigas transportan, salvo las duras invernías en las que en su hormiguero permanecen a donde han llevado el grano para alimento propio y el que ellas suministran a las larvas. 

Un espectáculo ver esos hormigueros cónicos que en el monte te encuentras, a veces sembrados de la sobrante cápsula del grano, taponados en los rigores como volcán apagado, pero que con los atisbos de calor primaverales volverán a la actividad frenética en la que las laboriosas hormigas llevan en sus pinzas hasta pesos muy superiores al suyo, que pueden intercambiar con otras de la especie, formando esos regueros que cuando no, por el ácido fórmico que van dejando crearán esas autopistas de interminables arrieros. Todo un entretenimiento para el que solo hay que tener el ánimo de la observación pausada, que por lo mucho que enseñan por perdida no debe tenerse.

Incluso y en un plano mayor, las aves, esas que nadando llevan algunas crías a lomos o son seguidas por docena de patitos de los que pocos llegarán a la edad adulta por los tantos peligros que deben arrostrar. Salen volando con una insospechada- por su envergadura y cortas alas- potencia los ánsares reales. Una garza huidiza más atenta al que la observa que a la menor proximidad o movimiento sospechosa batirá sus grandes alas para alejarse con la majestuosidad que solo estas zancudas trasmiten, como las águilas, que ahora frecuentes en el monte, más el ratonero común o buxato que el azor, o esa águila de ladera o aguilucho cenizo, mientras el cernícalo, el buho o el cárabo de más abundancia en el oriente ourensano. 

La oportunista paloma urbana prolifera e invade, por exceso de confianza, hasta las terrazas de esparcimiento callejero a la espera de algo aprovechable e incluso se atreven a subirse a la mesa como comensales a compartir. Los estorninos, en bandadas de solo decena, andarán escarbando por el suelo a la búsqueda de insectos, privados de los frutos que los árboles prodigan. El mirlo ruidoso, diferenciado por más territorial, amén de por otras características, por su manera de andar a saltitos, mientras las bandadas de estorninos, sus más próximos parientes, corretean ignorando los brincos.

Se fueron a sus invernales cuarteles del sur de la Península o del norte de África la tórtola, la abubilla menos frecuente; el cuco y las numerosas bandadas de golondrinas, mientras por cierta benignidad climática se ahorraron el esfuerzo y peligro de las migraciones, algunas cigüeñas que se expanden por a Limia al lado de Vilariño das Poldras, y las del Sil, por Arnado, en Valdeorras.

El incansable, por andarín, lobo dejará más huellas de su presencia en sus pisadas y deyecciones que en sus avistamientos. Será perseguido con saña porque difícil de borrar la competencia con el humano por los recursos ganaderos, sobre todo en el bosque boreal. A los niños en las escuelas ya se les va enseñando el amor por los animales, incluido el lobo feroz de Caperucita.   De los osos, solamente puntuales presencias cuando, dicen, que en pasados siglos, de presencia habitual; algunos topónimos testigos de ello, entre los que el más renombrado, Oseira o Ursaria, monasterio que en su escudo el oso lleva.

Los cérvidos, también huidizos, de avistamiento que debe tomarse por fortuna, aunque sus parientes más difundidos por acá, los corzos, es dado verlos dando esos prodigiosos saltos entre esa maraña de obstáculos, un tronco, una enramada, unas rocas. Ignoro cómo se las arregla el lobo para cazar a tan ágil presa. Persiguiéndola hasta agotarla, como hace con los jabalíes este incansable cánido capaz de caminar más allá del medio centenar de km. diarios, batiendo extensísimo territorio de caza.

La naturaleza se enfría y las heladas matarán al 70% de las plagas, y a destiempo aquellas matarán las cosechas. Así es un medio natural al que prestamos poca atención a medida que nos hacemos más que urbanos urbanitas.

Te puede interesar