campaña electoral

Ni la intervención municipal frena la invasión de la cartelería ilegal

A pesar de los trabajos del servicio de limpieza en la capital, el centro urbano y el resto de la provincia continúan sufriendo el feísmo y la suciedad

Son los invitados no deseados en las campañas electorales. En todas. Pero en estos comicios municipales su impacto ha sido mucho mayor. La coincidencia de unas elecciones generales y otras locales (y europeas) en el intervalo de un mes ha hecho que la cartelería ilegal invadiese la ciudad. Y no solo la capital, también los municipios de la provincia, con un entorno rural y natural especialmente castigado.

La dejadez de los partidos quedó patente. Primero, al no retirar gran parte de la propaganda destinada al 28M. Después, tras el pistoletazo de salida de la campaña municipal, por saltarse "a la torera" los espacios habilitados de forma específica para la colocación de los elementos publicitarios. Lo han hecho de forma gradual además. De menos a más. En lugares donde solo había un cartel, terminaron compartiendo espacio hasta cinco formaciones diferentes. Zonas cono la avenida de La Habana, el entorno de Os Remedios o el barrio de O Couto saben bien lo que es sufrir esta situación.

La actuación del Concello, ordenando al servicio de limpieza municipal que actuase, alivió la situación en el núcleo urbano, pero no la solucionó definitivamente. Todavía hay zonas "conflictivas" cuando entramos en la última semana del proceso electoral.

"Es algo muy molesto. Demuestra muy poca conciencia por parte de los partidos. Si tienes unos sitios específicos para colocar la propaganda, cumple con las normas. Me fijé en mi calle, y cada día había más carteles. Total, si no pasa nada...", señala Carmen, vecina de la rúa Ervedelo. "Ahora les han mandado retirarlos.  Por ley. Pues mira, ya ves tú el caso que han hecho", completa su amiga Dolores.


"Contaminando" entornos


Pero la situación saliendo de la capital no es mucho mejor. Más bien todo lo contrario. En los diferentes municipios de la provincia la historia se repite. Incluso, al estar más alejados de los focos, se recrudece. Marquesinas, señales de tráfico o pasarelas se convierten en expositores para que los partidos pidan el voto a sus vecinos. Ni siquiera los árboles se salvan.

"Colles o coche, vas dar un paseo as zonas verdes e bonitas que temos na provincia e te atopas con eses 'pegotes'. Eu teño algún localizado que leva no mesmo sitio dende as eleccións xerais. É unha mágoa. Ao final estamos nunha zona que aspira a ser Patrimonio da Humanidade e somos nos mesmos os que contaminamos o seu entorno", apunta Damián, ao que o seu traballo leva con frecuencia ao concello de Nogueira de Ramuín, en plena Ribeira Sacra.

La situación viene provocada por una mezcla de dejadez que afecta a partidos políticos (y voluntarios encargados de colocar la cartelería) y a los propios concellos. La buena voluntad no basta. Ha quedado demostrado una vez más. Si no hay reclamaciones a la Junta Electoral de por medio, la invasión no se frena. "Despois dan lecciones de ecoloxía, ou aproban presupostos para ser máis verdes. Agora, en campaña, gastamos todo o papel do mundo e algo máis. Non hai ningún tipo de coherencia", denuncia Raquel, berciana afincada en la provincia.

Ni Ley Electoral, ni la Ley sobre Régimen del Suelo y la Ordenación Urbana, ni tampoco la Lei de Montes de Galicia consiguen que las formaciones políticas entren en razón. Una guerra pendiente. Una guerra muy sucia.

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