Entrevista

“Nos espera una bajada en el precio de venta y alquiler"

Julio Gil Iglesias, presidente de la Fundación de Estudios Inmobiliarios.
photo_camera Julio Gil Iglesias, presidente de la Fundación de Estudios Inmobiliarios.
Julio Gil es el presidente de la Fundación de Estudios Inmobiliarios

Ourensano, aunque residente en Madrid, le ha sorprendido la cuarentena de la pandemia en su tierra y desde aquí sigue con sus labores como consultor inmobiliario y presidente de la Fundación de Estudios Inmobiliarios, entidad sin ánimo de lucro que se dedica a la divulgación del sector. Analiza los condicionantes a los que el sector se debe enfrentar en la crisis del Covid-19. El escenario es complejo, pero con oportunidades en los mercados locales como el ourensano. 

¿Qué coincidencias ve con la crisis del 2008 para el sector?

Hay diferencias importantes porque hay muchos menos desequilibrios que en el 2008. Aquella era una crisis endógena del sector que se extiende al resto de los sectores y esta es una crisis exógena que afecta también pero lo hace en su condición de mercado de activos duraderos e inversión.

¿Qué estrategia debe seguir el sector en esta nueva crisis?

Tiene que buscar nichos de actividad porque las previsiones apuntan a un frenazo y lo único que tiene en sus manos es fomentar la actividad, que no solo sea para la venta porque va a estar restringida. Creo que una de las alternativas es la construcción para el alquiler en aquellas ciudades en los que ese mercado tenga fuerza. Se va a producir una restricción de la demanda porque se van a formar menos hogares, habrá un deterioro económico de las familias y las condiciones para acceder a la financiación hipotecaria se van a endurecer. Por lo tanto, habrá menos transacciones y un descenso generalizado de precios. 

De nuevo una nueva travesía en el desierto.

Si no una travesía en el desierto, sí un shock importante. Por contra, en relación a otras crisis, tiene un carácter más global en la que puede haber más financiación, más ayudas, no se va a producir un corte abrupto de los créditos como la del 2008. Que España esté en la Unión Europea es una bendición porque puede ayudar a salir de la crisis. En todo caso, sí está claro que nos espera un ciclo bajista de la economía, que esperemos sea el menor posible. 

¿Qué pasará con la compra y el alquiler a partir de ahora?

A corto plazo nos espera una contracción del precio de compra y de alquiler porque todo estará relacionado con la capacidad económica de las familias. Desde el punto de vista macroeconómico estamos en una incertidumbre. El Banco de España dibujaba hace unos días varios escenarios económicos y el más optimista ya lo ha desechado. La duda va a ser el empleo, cuya tasa puede crecer hasta el 20%, pero también cómo se van a gestionar los ERTE. Las empresas están incorporando al personal, pero no sabemos en qué porcentaje se va a recuperar ese empleo. Hasta que tengamos definidas esas situaciones va a ser difícil saber cómo afectará en el alquiler y en la venta. 

¿Cómo aguantarán mercados pequeños como el ourensano?

Hay una diferencia clara con otros mercados. En grandes ciudades o zonas turísticas el desarrollo desde el 2014 fue importantísimo, con una fuerte subida de precios hasta alcanzar los anteriores a la crisis del 2008. En Ourense no se dan esas tensiones, con lo cual el nivel de afectación en cuanto al ajuste puede ser inferior. Hay un grave problema en Ourense, que es el escaso número de formación de hogares, que sigue descendiendo. Ese es el problema más importante en estos momentos, que debería centrar todos los esfuerzos. La provincia tiene unas potencialidades a largo plazo que debe explotar. Yo, residiendo fuera, veo que no damos arrancado en turismo, en el sector primario, en sectores industriales… Creo que nos falta saber a dónde queremos ir. Sigue siendo la desconocida y eso supone una gran capacidad de crecimiento, con un gran potencial de desarrollo. Debemos aprovechar las futuras infraestructuras como el AVE y es el momento de apostar. Hay gente de la llamada generación del baby boom que estaría dispuesta a regresar o que puede hacerlo en unos años. Si hacemos las cosas mínimamente bien podemos ser moderadamente optimistas. 

La ciudad se rige por un plan de urbanismo de 1986 y los políticos se han  demostrado incapaces de pactar uno nuevo. ¿Podemos estar tanto tiempo sin líneas estratégicas?

Evidentemente, no. Cualquier inversión necesita seguridad jurídica y si no la hay, sencillamente no hay inversión. 

Con el patrimonio construido que tenemos, ¿cómo es posible que se deteriore a pasos agigantados?

Me da un poco de vergüenza ver esa situación. Todos los cargos, cuando llegan, hablan de rehabilitación pero luego no se hace nada. Lo que no se puede hacer es que para rehabilitar una vivienda en el casco histórico tengas una tramitación administrativa que dure años. Con esa perspectiva sería lógico que la gente invierta antes en un nuevo solar que en una propiedad ya existente porque está desincentivada la rehabilitación. Hay una complejidad tan grande y una sobreprotección que así es imposible. Hay que buscar acortar plazos, que ya existen en muchos ayuntamientos. 

¿Qué se puede hacer con la despoblación y las propiedades abandonadas, algunas de gran valor?

La vida rural no va a ser la de hace cincuenta años, habrá que limitar la población a núcleos más centrales. No puede haber un ayuntamiento con cincuenta o sesenta núcleos, pero confío en que se recuperará. El teletrabajo nos va a permitir vivir en ámbitos más cómodos y lo que está claro es que vivir aquí es una gozada. Los que vivimos en Madrid cuando llegamos a Barra de Miño nos parece un privilegio y con una calidad de vida impagable. Eso sí, se requieren servicios básicos  de calidad, entre ellos Internet. 

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