La nota tope del 5,5 deja sin beca a 223 alumnos de la Universidad de Vigo

Un total de 223 estudiantes de la Universidade de Vigo quedarán sin beca para el próximo curso al serle denegada por no haber alcanzado la nota media de 5,5 en el acceso a los estudios superiores.
El curso pasado fue el primero en el que el Ministerio de Educación contemplaba ese rango como calificación mínima para poder acceder a las ayudas públicas. El resultado, en el conjunto de los tres campus que componen la universidad viguesa más de 200 alumnos quedan sin acceso a las ayudas.

El resultado es superior al de los 190 estudiantes que atravesaron la misma situación en la Universidade de Santiago de Compostela, más aun teniendo en cuenta que la cifra total de alumnado en la institución de la capital supera en 2.826 jóvenes a la de Vigo. Por ende, mientras que 0,7% de los estudiantes compostelanos perdieron su beca por no alcanzar la media de 5,5, uno de cada 100 lo hicieron entre los campus de Vigo, Ourense y Pontevedra.
En cualquier caso, en el centro de la ciudad olívica representan al 5,72% de aquellos a quienes les fue denegada la ayuda y que, en términos genéricos, sumaron 3.895. El resto vio su ayuda denegada debido a otras causas, fundamentalmente a que sus familias superan el nivel de renta establecido en la convocatoria

Son datos facilitados por el Vicerrectorado de Alumnado, Docencia y Calidad que, al igual que han hecho el resto de universidades españolas, rechaza las propuestas del ministro de Educación, José Ignacio Wert, en cuanto a las becas de estudio. Si la aplicación del 5,5 en el acceso a los grados ha dejado fuera a 223 alumnos, es previsible que la cifra aumente con la aplicación del 6,5 en los cursos universitarios que, según el decreto estatal, será la vara de medir para poder acceder a las ayudas una vez dentro del sistema superior. El 24,8% de los estudiantes de la Universidade de Vigo han obtenido una beca para estudiar este curso. En términos absolutos son 5.609 y constituyen el 58,8% de los 9.532 que la solicitaron. A pesar de que son más que los 5.845 del año pasado, la cifra se reduce en proporción, puesto que el curso anterior representaban el 65,1% de cuantos pidieron una ayuda pública para sus estudios. Como consecuencia, aumentó el porcentaje de becas denegadas de un 33,7 a un 40,8%.

La historia de Jonatan Buxán es sólo una como tantas hay en el sistema universitario español. Llegó desde Lugo al Campus de Ourense en el año 2011 para estudiar el grado en Geografía e Historia. Durante este último curso, recibió una beca de 6.000 euros que le eximió, como ocurre con todas las ayudas públicas académicas, de abonar las tasas de matrícula. 'Para o ano xa non a vou ter' por no haber cumplido los objetivos necesarios 'así que vivirei do que me quedou deste curso', tras haberse costeado la vida en Ourense y abonado el alquiler de un piso, explica.
'Custa conseguir a beca pero facer unha carreira non é o mesmo que cursar a ESO, lévase de xeito diferente e hai moitas persoas que necesitamos as bolsas para poder subsistir durante o ano'. Jonatan Buxán recuerda que todos los jóvenes pueden tener 'anos malos' y, al mismo tiempo, no todas las carreras son iguales. A la aplicación del 6,5 de media para poder conservar las ayudas, así como el requisito de no poder suspender más que una asignatura, se une el hecho de que 'se non aprobas o 50% dos créditos, tes que devolver' el importe recibido a lo largo del curso. El estudiante de Historia, que es además responsable de los Comités del Campus ourensano, insiste en que 'se se opta a unha bolsa e cha conceden é porque fai falta'.
Años atrás, era habitual que los alumnos compaginasen las aulas universitarias con trabajos a tiempo parcial, durante los fines de semana o incluso durante el verano ahorrando para todo el año escolar. 'Iso deixou de facerse por dous motivos', explica Buxán. El primero fue la implantación del plan Bolonia, que 'esixe presencialidade', además de consumir mucho del tiempo libre de los estudiantes con trabajos prácticos.
La segunda razón es más obvia y no sólo afecta a los más jóvenes: la falta de trabajo. Jonatan Buxán lamenta que 'hai uns anos era posible atopar un traballo co que encaixar os estudos. Agora mesmo buscar emprego xa é unha odisea como para aínda por riba que sexa por turnos'. Las ofertas laborales son pocas pero, además, todas ellas requieren experiencia 'e eu teño 21 anos'. Estas dos razones son determinantes en el hecho de que 'cada vez menos xente poida permitirse o luxo de ter un traballo e estudar'. De ahí que las becas se hagan imprescindibles, a juicio del futuro historiador, para que jóvenes como él y como otros tantos tengan oportunidad de acudir a las aulas.

La Conferencia de Rectores (CRUE) mostró su rechazo hacia la nueva normativa a los representantes ministeriales a finales del pasado junio, una posición a la que el rector de Vigo, Salustiano Mato, se ha referido en diferentes ocasiones. Los argumentos que respaldan la postura de la entidad pasan por considerar que la aplicación de los nuevos criterios en la concesión de becas pueden “conducir a un efecto excluyente y disuasorio” del alumnado, puesto que no garantiza “la igualdad de acceso”.
A juicio de los rectores españoles, que en una ocasión llegaron a plantar al ministro Wert para dejar claro el rechazo hacia sus medidas, el incremento de la nota media para conseguir las ayudas 'producirá un número importante de abandonos de estudiantes próximos a finalizar sus estudios'. Como alternativa, proponen ayudas sociales a las rentas más bajas por un lado y, por el otro, recompensas a la excelencia de quienes obtengan mejores calificaciones.

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