DEMOGRAFÍA

El número de mayores de 100 años ha aumentado un 63% desde el 2010

La esperanza de vida al nacer de la población ourensana es de 83,7 años, la más alta de toda la Comunidad gallega

El número de personas de cien o más años que residen en la provincia de Ourense se incrementa exponencialmente. Desde 2010, cuando había 172 centenarios, el aumento se eleva hasta un 63 por ciento. Y es que en 2015, los ourensanos con más de un siglo de vida alcanzó los 274, según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE).

En cifras, Ourense no se sitúa a la cabeza de la lista de provincias con el mayor número de centenarios, por no ser de las más pobladas. En términos porcentuales, ocupa el tercer puesto del cómputo de provincias españolas, con un 0,2 por ciento, tan solo superada por Soria y Zamora. Esta situación está directamente relacionada con la esperanza de vida al nacer de los ourensanos, que se situó en 2015 en 83,68 años, la más alta de toda Galicia, donde la media se queda en 82,92. En este sentido, el presidente del Colegio de Médicos de Ourense, José Luis Jiménez, apuntó que "además de factores influyentes como la genética, las familias cuidadoras, el medio ambiente o el estilo de vida, entre otras, son también muy importantes la buena cobertura sanitaria, la accesibilidad a dispositivos asistenciales y los programas de apoyo domiciliario para ancianos".

Lo cierto es que el crecimiento del número de centenarios es ininterrumpido. El primer censo recogido por el IGE se remonta al año 1998, cuando residían en la provincia ourensana 63, pero fue a partir de 2001 cuando se registró el gran escalón, pasando de 71 a 143, en 2002.

La mayor parte de este segmento de población son mujeres, a las que, estadísticamente, se asocia con tasas de esperanza de vida más altas que los hombres: 86,99 y 80,40 años, respectivamente. En el caso de Ourense, las mujeres centenarias suman 224, mientras que los hombres se quedan en 50. De estas cifras se deduce que el perfil de las personas con cien o más años de Ourense responde a la figura de la mujer viuda.

El lugar de residencia de estas personas depende directamente, en la mayoría de los casos, de las condiciones de salud y movilidad, por lo que la gran mayoría viven con sus familias o en centros de mayores.

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