"Nunca tuvimos crisis, pero hay que saber regenerarse"

Presumen de ser el local comercial "más antiguo" de la ciudad. "Mi familia lo cogió en 1955, pero antes había ya una mercería, desde 1890", explica Carmen Fernández, de la célebre Paquetería Renol, en la rúa Santo Domingo. Ayer era una de las primeras tiendas de la ciudad en sumarse a la campaña de la asociación de autónomos AUPA Ourense colocando mensajes de agradecimiento de los ourensanos por comprar en el comercio local. Nunca había vivido una situación así, que les obligara a cerrar a la fuerza. "Hoy da gusta ver la calle con la vuelta de los bares, se ve vida otra vez, antes no pasaba un alma", dice con semblante alegre. "Llevamos tres generaciones, esperemos que haya un cuarta", explicaba en la puerta de su negocio. Aunque asegura que a ellos la crisis no les afecta en gran manera pues "ya no compro mercancía nueva, sino que tengo mucha mercancía de otros años a las que le voy dando salida". Además, en su caso, "podemos aguantar porque el edificio es de nuestra propiedad y "no tenemos que pagar alquiler ni empleados, si no, quizás no aguantaríamos". Ahora, está pendiente de que su sobrina pueda coger el negocio para que una nueva generación continúe con una tienda que pasará a los anales de la historia ourensana. "No sabemos lo que va a hacer la nena. Si lo coge le meterá un lavado", reconoce la propietaria. Y es que presume de ser el local más antiguo de la ciudad porque "este nunca se reformó, está tal cual, como el primer día". Ahora ya no abre todo el día ni compra mercancía, mientras espera que una sobrina dé el paso "para que haya cuarta generación" Carmen estudió Magisterio pero en su familia ya no le dejaron llegar a ejercer de maestra de escuela. "Quisieron que me quedara con la tienda, no les interesaba que fuera a ejercer de profesora, ni me dejaron ir a Nueva York. Y la verdad es que no me arrepiento", confiesa. Tiene piezas de textil históricas. "El día que me muera irá todo a la basura, porque mi sobrina no creo que venda eso. Aquí en los 70 empezó a entrar todo tipo de mercancía, cuando tuvimos licencia fiscal para trabajar muchos productos, siempre de fabricantes muy buenos. Ahora está lo más difícil, que es "sacar todo eso ¡Aquí se compraban 3.000 pares de medias al año!". ¿Crisis? "Yo nunca tuve crisis. Ahora quizás sí porque en febrero ya tuve que cerrar porque me caí. Ahora la gente si puede comprar por un euro no compra por dos.. Pero ya no compro ropa, no hice campaña. A veces vienen saldistas de A Coruña pero yo ya no recibo a nadie. Trabajaba muy bien para la gente mayor y para la gente de las residencias, que las vestía a todos yo, y eso era un negocio seguro. La gente estaba acostumbrado a que le arreglara el vestido, no les cobraba por ello y se los dejaba impecables. Un vestido de la talla 46 se lo dejaba en un 42 y no les cobraba nada". Medias, pijamas de caballero, batas de casa. La tienda ahora opta por "vaciar la mercancía y no comprar más ropa" y los horarios han cambiado. "Ya no trabajo tanto, tengo una media jubilación, solo vengo de 11,00 a 13,00 horas y un rato por la tarde. Algunos días ni vengo. Ayer no vine", explica Carmen, que sigue al pie del cañón porque "al final el mínimo de la luz, el agua, algo de autónomo y los módulos hay que pagarlos igual. Pero cuatro horas máximo. Soy propietaria. Si tuviese que pagar alquiler o empleados cambiaría la historia". Además, tiene a Luis de la Iglesia, su marido, un burgalés llegado a la ciudad hace 30 años, "al que tengo como chico de los recados". Él cree que la tienda continuará "hasta que el cuerpo aguante", pero descarga la responsabilidad en ella: "Ella es la dueña, yo no soy nada". Carmen tampoco quiere desaprovechar el momento para aconsejar al sector en estos momentos duros. "La ropa para gente mayor es una gran oportunidad. Es el negocio más grande que he tenido y hoy día sigue siéndolo. Solo hay que adaptarse. Ahora en las residencias prefieren pantalones de chándal. Sabiendo regenerarse y reciclarse".